E Algo + no VIII Domingo do Tempo Ordinario C

CITAS

Refrán       “Obras son amores y no buenas razones”.

                  “Hasta el santo, tiene su espanto.”

                  “Para nuestros propios defectos somos topos; para los ajenos, linces.”

                  “Quien tiene caridad y alma pura, de las fallas ajenas no murmura.”

Proverbio La lengua golpea donde el diente duele.

«Conócete a ti mismo» γνωθι σεαυτόν

Cicerón Es propio de los necios ver los vicios ajenos y olvidar los propios. Tusculanus, III, 30

San Agustín, Los que más prontamente y de manera temeraria juzgan y censuran a los demás son los que prefieren condenar antes que corregir y conducir al bien, y esto denota orgullo y mezquindad… Explicación del Sermón de la Montaña, 19.

Doroteo de Gaza. ¿De dónde viene, decía un antiguo Padre, toda esta nuestra manía de juzgarlo todo y a todos, si no es por la falta de amor? Si tuviésemos en nosotros un poco más de amor y de compasión, no nos preocuparíamos en mirar los pecados del prójimo, porque, como dice la Escritura: «El amor todo lo excusa» (1 Corintios 13, 7). Ciertamente, los santos no son ciegos y todos odian el pecado; y, sin embargo, no odian a quien lo comete, no juzgan, sino que le tienen compasión, le aconsejan, le consuelan, tienen cuidado de él como de un miembro enfermo, hacen todo lo posible para salvarlo».

San Beda El tesoro del corazón es lo mismo que la raíz del árbol. La persona que tiene un tesoro de paciencia y de perfecta caridad en su corazón produce excelentes frutos: ama a su prójimo y reúne otras cualidades que enseña Jesús; ama a los enemigos, hace el bien a quien le odia, bendice a quien le maldice, reza por el que la calumnia, no se rebela contra quien le golpea o le despoja, da siempre cuando le piden, no reclama lo que le quitaron, desea no juzgar y no condenar, corrige con paciencia y con cariño a los que yerran. Pero la persona que tiene en su corazón un tesoro de maldad hace exactamente lo contrario: odia a sus amigos, habla mal de quien le quiere, y todas las demás cosas condenadas por el Señor.

Sta. Teresa de Jesús,  “Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados… tener a todos por mejores que nosotros.”

“No contemples las faltas de los otros, sino sus virtudes, y piensa en tus propios defectos y debilidades.”

S. Ignacio de Loyola, «Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve» (ex. spir. 22)

Francisco de Sales:  Somos como la perdiz de Paflagonia, que tiene dos corazones: tenemos uno dulce, educado y agradable para con nosotros y otro duro, severo, riguroso para con el prójimo. Introducción a la Vida Devota: 3ª parte, capítulo 36, III, 257

             “Entretenerse en buscar defectos al prójimo es prueba suficiente de no ocuparse apenas de los suyos propios.”

PAPA FRANCISCO –“Las murmuraciones matan igual y más que las armas”.

«Los que viven juzgando al prójimo, hablando mal del prójimo, son hipócritas. Porque no tienen la fuerza, la valentía de mirar los propios defectos.

«cada vez que juzgamos a nuestros hermanos en nuestro corazón, o peor, cuando lo hablamos con los demás, somos cristianos homicidas». Homilía en Santa Marta, 13.IX.13

Aprender a discernir, “no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir”. (Gaudete et exsultate 166)

Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2489 «La caridad y el respeto de la verdad deben dictar la respuesta a toda petición de información o de comunicación. El bien y la seguridad del prójimo, el respeto de la vida privada, el bien común, son razones suficientes para callar lo que no debe ser conocido, o para usar un lenguaje discreto. El deber de evitar el escándalo obliga con frecuencia a una estricta discreción. Nadie está obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla (cfr Si 27,17; Pr 25,9 – 10)».

2505 «La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse verdadero en sus juicios y en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía».

Erasmo de Rotterdam: «Yo veo muchos Luteros, pero verdaderamente evangélicos, ninguno o muy pocos». (Lo decía muy gráficamente, en una época histórica marcada por la necesidad urgente de reforma en la Iglesia)

Bernard Shaw «los mejores reformadores que conoce el mundo son aquellos que comienzan por reformarse a sí mismos».

H. Bergson, lo que se necesita es un «plus de corazón».

La Fontaine:

«Cuando vienen a este valle

lleva cada uno sobre sus espaldas

una doble alforja.

Dentro de la que está delante

cada uno de nosotros pone de buena gana

los defectos de los demás,

y en la otra mete los suyos».

Machado: “tu verdad no, la verdad y ven conmigo a buscarla, la tuya quédatela”.

Oscar Wilde “Cuando me da por pensar de noche en mis defectos, me quedo dormido inmediatamente.”

François de La Rochefoucauld “Si no tuviéramos defectos no sentiríamos tanto placer descubriendo los de los demás.”

Gandhi    “Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.”

Miguel de Unamuno “No nos molestan aquellos defectos que nosotros no tenemos.”

Sir Charles Chaplin “¡Busca! Busca lo que hay de bueno en todo y todos. No hagas de los defectos una distancia, y si, una aproximación.”

Miguel de Cervantes “¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?”

Buda “Es fácil ver las faltas de los demás, pero ¡qué difícil es ver las nuestras propias! Exhibimos las faltas de los demás como el viento esparce la paja, mientras ocultamos las nuestras como el jugador tramposo esconde sus dados.”

Paulo Coelho “A veces insistimos en ver la paja en el ojo ajeno y no vemos las montañas, los campos y los olivares.”

Anna Frank “Desde que la vida empezó, la regla se estableció: ¡Nuestras faltas ignoramos, las del prójimo aumentamos!”

Epicteto de Frigia “Si te dicen que alguien habló mal de ti, no te defiendas, sino di: parece que no conoce mis otros defectos porque, si no, no habría mencionado solamente ésos.”

ALGUNAS CITAS SOBRE “HABLAR”

Gilbert Keith Chesterton “Siempre es el humilde el que habla demasiado.”

Rabindranath Tagore “Ese que habla tanto está completamente hueco, ya sabes que el cántaro vacío es el que más suena.”

Confucio “El noble no expresa nunca su parecer sobre las cosas que no comprende. Busca la máxima precisión en sus palabras; esto es lo más importante.”

Tales de Mileto “Muchas palabras no son signo de ánimo prudente.”

Zenón de Citio “Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para enseñarnos que vale más oír que hablar.”

Publio Siro “El hombre que no sabe callar tampoco sabe hablar.”

Epicuro de Samos “La manía de hablar siempre y sobre toda clase de asuntos es una prueba de ignorancia y de mala educación, y uno de los grandes azotes del trato humano.”

CHISTE

Va un borracho conduciendo su coche en dirección contraria por una carretera muy concurrida y enciende la radio.

De repente escucha por la radio: … Se advierte a los conductores que van por la autopista 35 que hay un conductor circulando en dirección contraria…

Y el borracho dice:

– Uno ¡NO! ¡¡¡CIENTOS!!!

ORACIÓNS

«Mira, Señor, ahí está el otro, con el que no me entiendo. Él te pertenece; tú le has creado. Si tú no le has querido así, al menos le has dejado ser como es. Mira, Dios mío, si tú le soportas, le quiero yo aguantar y soportar, como tú me soportas y aguantas».

Karl Rahner

CONTOS

LOS TRES FILTROS

Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:

– “¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…”

Sócrates lo interrumpió diciendo: -“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?

-“¿Los Tres Filtros…?”

-“Sí” – replicó Sócrates. El primer filtro es la VERDAD. –“¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”

-“No… lo oí decir a unos vecinos…”

-“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?”

-“No, en realidad no… al contrario…”

-“¡Ah!” – interrumpió Sócrates.- “Entonces vamos a la último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”

– “Para ser sincero, no…. Necesario no es.”

– “Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario… sepultémoslo en el olvido…”

LAS CUATRO ESTACIONES

Había un hombre que tenía cuatro hijos. Como parte de su educación, él quería que ellos aprendieran a no juzgar a las personas y las cosas tan rápidamente como suele hacerse. Entonces los envió a cada uno, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a gran distancia de su casa. En su país había estaciones, así que el primer hijo fue en invierno; el segundo en primavera; el tercero en verano y el cuarto en otoño. Cuando todos habían ido y regresado, el padre los llamó y les pidió que describieran lo que habían visto.

    El primer hijo dijo que el árbol era horrible, giboso y retorcido, parecía seco y sin vida.

  El segundo dijo que no, que el árbol estaba cubierto de brotes verdes y lleno de retoños que prometían flores.

    El tercer hijo no estuvo de acuerdo: él dijo que estaba cargado de flores, que emanaba un aroma muy dulce y se veía hermoso; era el árbol más lleno de gracia que jamás había visto.

    El último de los hijos tampoco estuvo de acuerdo con ninguno de ellos. Dijo que el árbol estaba cargado de peras maduras, lleno de savia y bienestar. Como los pájaros acudían al peral para comer de los frutos que se estaban marchitando, todo a su alrededor se llenaba de un exquisito aroma.

Entonces el padre les explicó a sus hijos que todos tenían la razón, porque ellos sólo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Y añadió que por eso no se podía juzgar a una persona por sólo ver una de sus temporadas: “La esencia de lo que son los hombres, el placer, la tristeza, el regocijo y el amor que vienen con la vida sólo pueden ser medidas al final, cuando todas las estaciones hayan pasado”.

Tomado de las homilías de D. Juan Figueiras

LA PIANISTA Y EL MAESTRO

Érase una vez una joven pianista que daba su primer concierto. El público en silencio y con fervor escuchaba la música que brotaba de sus dedos disciplinados. Todos tenían los ojos clavados en la joven pianista. Al final del concierto todos puestos de pie aplaudieron a rabiar. El manager se acercó a la pianista y se deshizo en alabanzas. Y le dijo: Mira, todos están de pie aplaudiéndote, menos ese viejito de la primera fila.

La pianista entristecida le contestó: «Sí, pero ese viejito es mi maestro».

Sólo el maestro podía juzgar la actuación de su discípulo con autoridad. Y sólo el Maestro con mayúscula, Jesús, puede juzgar hoy a su pueblo aquí reunido. Si el no aplaude, mala señal.

Tomado de P. Félix Jiménez

DON CRITICÓN

Don Criticón se pasaba el día entero fijándose en los defectos y faltas de los demás. Tenía calificativos para todo el mundo. De los políticos decía que eran todos unos ladrones, y que los que no robaban eran estúpidos por no hacerlo. De sus compañeros de trabajo decía que eran unos vagos y que el único que realmente trabajaba en la empresa era él. En la Parroquia criticaba a los sacerdotes porque mandaban mucho, y a los fieles les reprochaba que obedecían como borreguitos. A sus padres les echaba en cara que eran demasiado buenos y la gente se aprovechaba de ellos.

Un día fueron los sobrinitos de Don Criticón a cenar a su casa y cuando este se durmió, los niños decidieron hacerle una bromita. Tomaron un marcador, le escribieron una frase en la frente y escondieron todos los espejos que había en la casa, para que cuando su tío se levantara no pudiera ver lo que le habían escrito.

Al día siguiente, Don Criticón se levantó deprisa para ir al trabajo y, aunque le resultó raro no ver el espejo del baño, salió como si nada de su casa.

Por la calle la gente lo miraba y se reía. Al llegar a su empresa, sus compañeros le señalaban con el dedo y hacían comentarios en voz baja para que Don Criticón no se enterara.

Ya casi llegando a su casa los vecinos salieron a la calle y comenzaron a aplaudirle. Al entrar en casa, su madre lo miró y con una leve sonrisa le dijo: “por fin te das cuenta, hijo, por fin”.

Don Criticón, desconcertado y abrumado por tanta burla, buscó un espejo, se miró en él y leyó lo que estaba escrito en su frente: “Yo también tengo defectos”.

Tomado de Elcuento de cada domingo

LA RANA GRITONA Y EL LEÓN

Oyó una vez un león el croar de una rana, y se volvió hacia donde venía el sonido, pensando que era de algún animal muy importante.

Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del pantano, se le  acercó y la aplastó diciendo:

— ¡ Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos !

Quien mucho habla, poco es lo que dice.

Fábula de Esopo

SI UD. ME DA UN CABALLO LE VOY A DECIR LA VERDAD.

Cuentan que un jeque árabe llamó a uno de sus consejeros para pedirle que le contara lo que de él se decía en el país. Y dicen que el consejero respondió: «Señor, ¿que desea?, ¿una respuesta que le agrade o la verdad? «La verdad – dijo el jeque – Por dolorosa que sea». «Se la diré – dijo el consejero – si me prometes, a cambio, el premio que yo le pida» «Está concedido – dijo el jeque -. Pide lo que desee, porque la verdad no tiene precio». «Me basta – dijo el consejero – que se me de un caballo para escaparme apenas termine de decirle la verdad».

Corregir a nuestro hermano que se porta mal es uno de los actos más exquisitos de amor. Así leemos en el evangelio de Mateo al capítulo 18, 15-17. «Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a dos o tres de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida. Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un pecador».

«La verdad engendra el odio» decía S.Agustín, pero hablaba de aquella verdad que no viene de Jesucristo y es signo de amor, sino de aquella otra verdad que utilizamos como una espada para herir a nuestros hermanos. La verdad no es el valor supremo; la verdad está en función de la caridad y tiene que usarse para construir y no destruir la unidad de los hombres.

¿Por qué tenemos miedo a corregir a nuestros hermanos? o lo hacemos cuando no están presentes? Porque, quizá, tenemos miedo a que se nos rebelen, por interpretar nuestra crítica como odio o maldad o que se desquiten luego hablando mal de nosotros que no somos tan perfectos que se diga. Pero ayudar a nuestros hermanos a descubrir sus defectos, que quizás ignoran, es un acto exquisito de caridad.

Tomado del P. Chinaglia

HAY QUE AMAR LOS ‘DIENTES DE LEÓN’

Un hombre se sentía muy orgulloso del césped de su jardín. Un día encontró que en dicho césped habían crecido unos cuantos “dientes de león”. Trató por todos los medios de librarse de ellos, pero no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica llaga.

Al fin escribió al ministro de agricultura refiriéndole todos los intentos que había hecho y concluía la carta preguntando: ¿”Qué puedo hacer”? Al poco tiempo llegó la respuesta: “Le sugerimos que aprenda a amar a estos dientes de león”.

No tenemos el derecho de cambiar a los demás. Lo único que depende de nosotros es cambiarnos a nosotros mismos dando un ejemplo a los demás para que ellos también cambien. A los demás tenemos que aceptarlos así como son aunque con el deseo de que se corrijan de sus defectos. Tenemos que comportarnos como el médico que ama al enfermo aunque no esté de acuerdo con su enfermedad.

Tomado del P. Chinaglia

El OJO DEL CARPINTERO.

Había una vez, hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo, el taller de un carpintero. Un día, mientras el carpintero estaba ausente, todas las herramientas se reunieron en asamblea extraordinaria.

La reunión duró mucho tiempo y la discusión fue muy animada, a veces agresiva. Alguien tomó la palabra y dijo: “Tenemos que echar de nuestro grupo la sierra. Muerde demasiado y hace demasiado ruido con sus dientes. Posee el carácter más hiriente del mundo.

Otro tomó la palabra y dijo: ”No podemos soportar a nuestro hermano Cepillo; .Un carácter cortante y pela todo lo que toca”.

Nuestro hermano Martillo, protestó un tercero, tiene un carácter pesado y violento. Es un tipo que pega fuerte, como un patotero. Su fuerza de golpear sin parar nos revienta y nos pone nerviosos a todos; fuera de nuestra sociedad!.

“¿Y los clavos? ¿Se puede vivir con gente tan puntiaguda como ellos? Que se vayan. Y también la lija y la escofina. Vivir con ellos es un continuo tormento. Y echamos también el papel de vidrio cuya única razón de ser es la de rasguñar al prójimo. Y echamos sobre todo la tenaza que, si te agarra, no te deja sin arrancarte la piel”.

Así discutían todas y siempre más animosamente las herramientas del carpintero. Hablaban todas a la vez. El martillo quería echar a la lija y al cepillo, y estos querían a su vez expulsar a los clavos y al martillo y así sucesivamente.

Al termino de la asamblea todos habían sido expulsados por todos. La reunión fue de improviso interrumpida por elcarpintero que volvió a su trabajo Todas las herramientas volvieron a su lugar.

Aquel hombre entonces agarró una tabla de madera y la serrucho con la sierra “mordaz”; la cepilló con el cepillo que pela todo lo que toca; la hermana hacha que hiere cruelmente, la hermana escofina con su lengua áspera y el hermano papel de vidrio que rasguña y rasca, entraron en acción uno tras otro. El carpintero agarró luego los hermanos clavos y el martillo, que golpea y pega, y terminó su obra.. Se sirvió de todas sus herramientas que tenían un mal carácter para fabricar una cuna; una estupenda cuna para recibir a su hijo que estaba por nacer; para recibir la vida.

Es ésta una parábola moderna que expresa la grande y misteriosa verdad, que S.Pablo llamó «Cuerpo místico» de Jesucristo. La Iglesia, animada por el Espíritu Santo, es como un cuerpo del cual Cristo es la cabeza. Cada uno de nosotros somos miembro de este cuerpo y por eso tenemos una particular e insustituible vocación y servicio para el bien de todos.

Dios nos mira con los ojos del carpintero, ojos capaces de descubrir las cualidades positivas y negativas de cada uno de nosotros. Y, aunque llenos de defectos, Dios se sirve de todos nosotros para comunicar la vida. No tenemos que despreciarnos recíprocamente ni pensar que los demás no sirven para nada y que el mundo sería mejor sin la presencia molesta de esto o de aquello. Todos podemos ser útiles para construir un mundo mejor.

Tomado del P. Chinaglia

 QUIZA EL DEFECTO ESTE EN NOSOTROS

Una vez una mujer comentaba con otra acerca de la manera en que una vecina lavaba la ropa.

-Es una mujer muy descuidada -decía-. No lava bien la ropa, pues la tiende a secar tan sucia como antes de lavarla.

Al decir esto, señalaba a unas prendas de ropa que se podían ver tendidas a través de su ventana. Al fijarse bien la amiga, se acercó a la ventana y miró bien los cristales. Entonces se dio cuenta de que el problema no estaba en la ropa de la vecina. Se dirigió a su amiga y le dijo:

-Limpia los cristales de tu ventana y verás que la ropa de la vecina sí que está limpia.

Frecuentemente nos pasa que los que están sucios son nuestros ojos y cristales. Y proyectamos sobre los demás, atribuyéndoles nuestra propia suciedad. Antes de señalar los pretendidos defectos de los demás, veamos si nuestros cristales no son los defectuosos.

Tomado de Ilustraciones selectas

MEJOR DORMIR QUE MURMURAR

Sa’di de Shiraz relata esta historia acerca de sí mismo: Cuando yo era niño, era un muchacho piadoso, ferviente en la oración y en las devociones. Una noche estaba yo velando con mi padre, mientras sostenía el Corán en mis rodillas. Todos los que se hallaban en el recinto comenzaron a adormilarse y no tardaron en quedar profundamente dormidos. De modo que le dije a mi padre: «Ni uno solo de esos dormilones es capaz de abrir sus ojos o alzar su cabeza para decir sus oraciones. Diría uno que están todos muertos» Y mi padre me replicó: «Mi querido hijo, preferiría que también tú estuvieras dormido como ellos, en lugar de murmurar».

La conciencia de la propia virtud es un riesgo muy propio de quien se embarca en la oración y en la piedad.

TOMADO DE A. de Mello, El canto del Pájaro

MIS DEFECTOS

La mayoría de las veces, los defectos que vemos en los demás son nuestros propios defectos.

«Perdone, señor», dijo un tímido estudiante, «pero no he sido capaz de descifrar lo que me escribió usted al margen en mi último examen…»

«Le decía que escribiera usted de un modo más legible», le replicó el profesor.

   TOMADO DE A. de Mello, Oración de la rana

ANÉCDOTAS

SOLO TENIA OJOS PARA VER EL DEFECTO

Se cuenta que cuando la princesa Isabel de Inglaterra fue coronada como reina, entre los distinguidos invitados a tan gran suceso, se hallaba un gato. ¿Qué puede hacer un gato en una ceremonia de coronación tan brillante y solemne? Los participantes disfrutaban mucho con tan grandioso evento, pero el pobre gato se aburría enormemente. Sólo se animó cuando vio cruzar un ratoncito por delante del trono, aquello sí que le llamó la atención.

Cuando más tarde él presumía de dónde había estado, le preguntaron qué había visto en la coronación, a lo que respondió que un «ratón». Le insistieron que si aquello era todo, y volvió a responder que sí, que sólo había visto el ratón.

Su pobre mentalidad de «gato» no fue capaz de percibir la grandeza, valor y simbolismo de tan estupenda ceremonia; sólo vio el defecto, el ratón. Sólo tenía cabeza, ojos y olfato para los ratones. Así también nosotros, en ocasiones, sólo vemos los defectos; nos pasa desapercibido todo lo grande, noble y bueno que sucede a nuestro alrededor.

Tomado de Ilustraciones selectas

SOBRE EL HABITO DE HABLAR MAL

Tomás Edison fue una vez invitado a una cena, y al ser presentado por los anfitriones, éstos mencionaron sus muchos inventos, entre ellos «la máquina que habla». El anciano inventor se puso en pie, y sonriendo, respondió: «Gracias por las frases amables de presentación, pero permítanme hacer una corrección. Dios fue quien inventó la máquina que habla, yo sólo inventé la primera que se la puede silenciar.»

Tomado de Ilustraciones Selectas

En un diario de Ontario, Canadá, apareció el siguiente aviso: «El lector quizá encuentre algunas erratas de imprenta en este diario. Tenga en cuenta que son intencionadas. Este diario trata de imprimir algo para todo el mundo y hay personas que siempre buscan las faltas«.

CANCION

El Arrebato Gente Luminosa

Me quedo con quién me cuida
Me quedo con quién me valora
Con quién me hace reír
Y ríe conmigo da igual la hora
Me quedo con quién escucha atentamente mi desahogo
Con quién procura mi bien
Con quién se queda a pesar de todo

Me quedo con quién me pide ponme un whatsapp cuándo llegues
Y se alegra más que yo
Si tuve un golpe de suerte
Me quedo con esa magia de una lágrima compartida
Me quedo con quién me ayudó a encontrar aquella salida

Qué guapa es La gente luminosa
La que baila porque sí
La que sonríe a todas horas
Con la que respiras lento
La que te regala tiempo
Y si un día no lo tiene lo fabrica para ti

Me quedo con quién enciende
Bombillas en mi camino
Saca lo bueno de mí
Y me hace sentirme vivo

Me quedo …

Qué guapa es La gente luminosa
Esa que no se preocupa de la marca de tu ropa
La que pone a la alegría
Siempre en su menú del día
Gente que ilumina el mundo
Gente guapa cómo tú

Gente que hace lo que sientan aunque sea temblando
Que le saca la lengua a la vida, sin hacer daño
Y si sube la marea no va a soltar tu mano
Gente que ahuyenta las nubes negras
Porque tiene el poder de la luz

Qué guapa es La gente luminosa
La que baila porque sí
La que sonríe a todas horas
Con la que respiras lento
La que te regala tiempo
Y si un día no lo tiene, lo fabrica para ti

Qué guapa es (qué guapa es)
La gente luminosa
Esa que no se preocupa de la marca de tu ropa
La que pone a la alegría
Siempre en su menú del día
Gente que ilumina el mundo
Gente guapa cómo tú, gente que tiene el poder de la luz

CANTO

Los misericordiosos – Brotes de olivo (1986)

Es Bueno Darte Gracias, Señor (Salmo 91) | Athenas

NO JUZGUES HERMANA GLENDA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *