CITA
“Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo” (11,1)
El llanto del hombre en Dios y en el hombre la alegría.
San Juan de la Cruz
La alegría es la flor de la salud.
Proverbio
Los «dejados de la mano de Dios» son tocados por la Mano de Jesús a través de tus manos.
S.Son
«Me acerqué a él
y me puse en su piel.
¡Quedó curado!»
S.Son
San Agustín: «¡Señor, ten compasión de mí! ¡Ay de mí! Mira aquí mis llagas; no las escondo; tú eres médico, yo enfermo; tú eres misericordioso, yo miserable» (Confesiones, X, 39).
Muchos son mártires en cama. Yace el cristiano en el lecho, le atormentan los dolores, reza, no se le escucha, o quizás se le escucha, pero se le prueba, se le ejercita, se le flagela para que sea recibido como hijo. Se hace mártir en la cama y le corona el que por él estuvo pendiente en la cruz (Sermón 286).
R. Llull Dime amigo, preguntó el Amado, ¿tendrás paciencia si te doblo tus dolencias? Si respondió el Amigo, con tal que dobles mis amores. (Libro del Amigo y del Amado, 8).
Francisco de Asís, «El Señor me dio de esta manera a mí, el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia: en efecto, como estaba en pecados, me parecía muy amargo ver leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y al separarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura del alma y del cuerpo; y después de esto permanecí un poco de tiempo, y salí del mundo» (Fuentes franciscanas, 110).
Catecismo, «la compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase son un signo maravilloso de que Dios ha visitado a su pueblo y de que el Reino de Dios está muy cerca… (CIC 1503).
San Juan Pablo II Con vuestro dolor podéis afianzar a las almas vacilantes, volver a llamar al camino recto a las descarriadas, devolver serenidad y confianza a las dudosas y angustiadas. Vuestros sufrimientos, si son aceptados y ofrecidos generosamente en unión de los del Crucificado, pueden dar una aportación de primer orden en la lucha por la victoria del bien sobre las fuerzas del mal, que de tantos modos insidian a la humanidad contemporánea. En vosotros, Cristo prolonga su pasión redentora. ¡Con El, si queréis, podéis salvar el mundo! (TUrin,13-lV-1980).
Benedecto XVI Cristo es «la mano» de Dios tendida a la humanidad, para que pueda salir de las arenas movedizas de la enfermedad y de la muerte, apoyándose en la roca firme del amor divino (cf. Sal 39, 2-3). (Ángelus 12 de febrero de 2006)
Vino a curar la lepra del alma (15-02-2009)
Amar es «ocuparse del otro y preocuparse por el otro». (Enc. Deus caritas est)
Papa Francisco, «Por favor, no conviertan a la Iglesia en una aduana», «Acá se entran los justos, los que están bien, los que están bien casados, todos. ¿Y ahí afuera todos los demás? No. La Iglesia no es eso. Justos y pecadores, buenos y malos, todos, todos, todos». «Y después que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto. Pero todos». (JMJ Lisboa)
La misericordia de Dios supera toda barrera y la mano de Jesús toca al leproso. Él no se coloca a una distancia de seguridad y no actúa por poder, sino que se expone directamente al contagio de nuestro mal; y así precisamente nuestro mal se convierte en el punto de contacto: Él, Jesús, toma de nosotros nuestra humanidad enferma y nosotros tomamos de Él su humanidad sana y sanadora. Esto ocurre cada vez que recibimos con fe un Sacramento: el Señor Jesús nos “toca” y nos dona su gracia.
¡Cuántos hombres y mujeres de fe han recibido luz de las personas que sufren! San Francisco de Asís, del leproso; la Beata Madre Teresa de Calcuta, de sus pobres. Han captado el misterio que se esconde en ellos. Acercándose a ellos, no les han quitado todos sus sufrimientos, ni han podido dar razón cumplida de todos los males que los aquejan. La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar. Al hombre que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que le acompaña, con una historia de bien que se une a toda historia de sufrimiento para abrir en ella un resquicio de luz. En Cristo, Dios mismo ha querido compartir con nosotros este camino y ofrecernos su mirada para darnos luz. Cristo es aquel que, habiendo soportado el dolor, «inició y completa nuestra fe» (Hb 12,2). Encíclica «Lumen fidei / La Luz de la fe», § 56-57.
«A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo.» (Evangelii Gaudium, 270).
Un «descartado» como suele decir al Papa Francisco.
He pedido a menudo a las personas que ayudan a los demás que lo hagan mirándolos a los ojos, que no tengan miedo de tocarlos; que el gesto de ayuda sea también un gesto de comunicación: también nosotros tenemos necesidad de ser acogidos por ellos.
Pagola, Ante actitudes consideradas “anómalas” dentro de la iglesia (homosexuales, separados y divorciados con nuevas relaciones, parejas no casadas, etc, etc) que han llevado a crear numerosos grupos de excluidos dentro de nosotros, debemos tomar partido por ellos y defender sus derechos “divinos” ante el resto de la comunidad.
Siempre que discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a diferentes grupos humanos (vagabundos, prostitutas, toxicómanos, sidóticos, inmigrantes, homosexuales…), o los excluimos de la convivencia negándoles nuestra acogida, nos estamos alejando gravemente de Jesús.
Enrique Martínez Lozano Es la compasión y no la norma la que sana a las personas.
Dios Cada Dia ¿se atrevería la Iglesia? -vosotros y yo- a decir hoy a todos los excluidos, a los excomulgados, a los apestados según la recta moral, a los condenados por las santas reglas de la fe tradicional: «¿Somos un lugar donde los hombres se sienten reconocidos, no etiquetados, perdonados y locamente amados?». Siguiendo El Leccionario Ferial Semanas I-Ix T.O. Evang.De Marcos Sal Terrae/Santander 1990.Pág. 26
Isaac Asimov, El ser humano construye demasiados muros y pocos puentes.
CONTO
CIRUGÍA PLÁSTICA
Un hombre muy feo se sentía acomplejado por su rostro. Se enteró un día de los avances de la cirugía estética y se fue a un experto cirujano para que le reformara su rostro. Gastó un dineral, pero consiguió tener un rostro del todo agradable. Esto le produjo una gran satisfacción al pensar en la alegría de pasearse en su pueblo con su rostro nuevo. Pero la transformación había sido tan radical que nadie, en su pueblo, lo reconoció. Con lo cual se vio privado del gozo de sorprender a la gente con su belleza.
Si tenemos que amar al prójimo como a nosotros, tenemos que empezar primero con amarnos a nosotros mismos y tenemos que aceptarnos física y psicológicamente, como somos y dar gracias a Dios por los dones que nos ha dado, aunque tengan límites y defectos. Esto no excluye que se pueda a veces mejorar su propia estética, pero lo que sí no es correcto, es el abuso de esta posibilidad.
Tomado de Oracionesydevociones.com
LAS PATAS DE UN ELEFANTE
Va a comenzar la primera clase de la tarde. Un gorila, sentado en su pupitre, se entretiene mirando a su alrededor. Está aburrido y, además, se le conoce por su insaciable curiosidad. Tras pasear sus ojos por los demás pupitres, repara en un nuevo alumno. Es el elefante, y la verdad es que le cuesta un poco sentarse como los demás alumnos. ¡Tiene un cuerpo tan grande!
El gorila se fija en sus propias patas; después las compara con las del elefante, y sonríe muy divertido. « ¿Cómo se las va a apañar para escribir con esas patas tan enormes?. Seguro que no sabe ni poner la jota», piensa para sus adentros el gorila.
Tras esto, llega el profesor y lo primero que les ordena es que escriban sus propios nombres. El gorila no quita ojo al elefante; este, sin inquietarse, coge el lápiz con su trompa, y se pone a escribir tranquilamente. El gorila está asombrado. ¡Con qué destreza maneja el elefante lápiz y papel!, mientras el, por el contrario, tarda de lo lindo en comenzar a escribir su nombre.
Una vez corregidos los ejercicios, el profesor se apresura a felicitar al elefante, pues ha sido él quien ha conseguido la nota más alta. El gorila, en cambio, no ha pasado del aprobado. Verde de envidia, observa de reojo al elefante, mientras da vueltas y más vueltas a su lápiz. «No volveré a reírme nunca más de las patas de un elefante», pensó el gorila.
Tomado de Alejandro Illescas, Los cuentos de mis homilías
ANÉCDOTA
Celebramos, en este 6º domingo del Tiempo Ordinario, la jornada de Manos Unidas en contra del hambre en el mundo.
Mientras unos no sabemos qué comer,
otros, no tienen qué comer.
¿Puedo cambiar, yo sólo, el mundo? Posiblemente no. Pero el grano ayuda a rebosar el granero y ayuda al compañero.
LEPRA
«La lepra, en el sentido moderno, no fue definida hasta el año 1872 por el médico noruego A. Hansen. En tiempos antiguos se aplicaba la palabra «lepra» a otras enfermedades, por ejemplo, a enfermedades psicógenas de la piel»
(J. Jeremias, Teología del AT, 115, nota 36).
RAOUL FOLLEREAU
Quien contribuyó más que nadie para que cambiara la actitud y la legislación respecto a los leprosos fue Raoul Follereau [escritor, periodista y poeta francés, Follereau (1903-1977) dedicó toda su vida a combatir la enfermedad de Hansen. Ndr]. Instituyó en 1954 la Jornada Mundial de la Lepra, promovió congresos científicos y finalmente, en 1975, logró que se revocara la legislación sobre la segregación de los leprosos.
Tomado de P. Rainiero Cantalamessa
«MICROBACTERIUM MARIANUM»,
El bacilo «Hansen», de la lepra, fue descubierto en 1874, por Hansen. Pero en 1956 una monja francesa, Sor María Zuzanne, encontró el suero «Microbacterium Marianum», eficaz para combatirlo, conocido por el nombre de su descubridora.
Jesús Martí Ballester
LEVÍTICO 13
En Levítico 13 se tratan las diversas enfermedades de la piel: inflamaciones, erupciones, soriasis, manchas, afección cutánea, úlcera, quemaduras, afecciones en la cabeza o la barba (sarna), leucodermia, alopecia. Se examinan los diversos casos, y el sacerdote decidirá si la persona es pura o impura (caso curable o incurable). De ese capítulo está tomado el breve fragmento de la primera lectura de este domingo.
Según el Levítico, el curado debe ofrecer: dos aves puras (se suponen tórtolas o pichones), dos corderos sin defecto, una cordera añal sin defecto, doce litros de flor de harina amasada con aceite y un cuarto de litro de aceite. Con todo ello el sacerdote realiza un complejo ritual que dura ocho días. Además, el curado deberá afeitarse completamente el primer día y raparse de nuevo el octavo.
Tomado de J.L. Sicre
COMPASION
No se trata de un mero sentimiento superficial, equiparable a la lástima que se produce en nuestra sensibilidad ante el dolor. Es algo infinitamente más profundo: una conmoción interior que nos hace vibrar con la persona que sufre (com-pasión significa literalmente sufrir-con, tanto en latín: cum-passio, como en griego: sym-pátheia, término elocuente que evoca actitudes de simpatía y de empatía), ponernos en su piel, sentir-con ella, y nos moviliza a una acción eficaz de ayuda.
Para tratar de entender la empatía y la compasión, los neurocientíficos aluden a las neuronas-espejo o neuronas especulares, presentes también en el cerebro de diversas especies de animales. Sin embargo, la raíz última de la compasión se halla en la comprensión. Al comprender que el otro es no-otro de mí, se activa el movimiento que me lleva a tratarlo como desearía yo mismo ser tratado.
Es precisamente esta raíz la que hace de la compasión una actitud profunda y sabia, porque nos sitúa en nuestra verdad última, en la consciencia de unidad. No es extraño, por tanto, que la práctica de la compasión sea un camino eficaz para superar o transcender la consciencia de separatividad.
La compasión –como vemos en el relato que comento– libera a la persona de lo que creía “suciedad”, la rescata de la marginación y del aislamiento y favorece su puesta en pie y su integración.
Tomado de Enrique Martínez Lozano
SAN FRANCISCO BESA A UN LEPROSO
‘Francisco, después de una corría a caballo por el valle, regresaba a Asís, cuando le atajó el camino un leproso, pidiéndole limosna. Siempre sintió disgusto y repugnancia invencible ante el espectáculo del dolor y de la deformación física; estremecióse, pues, al ver al repulsivo gafo. En otro tiempo hubiera arrojado un puñado de monedas y espoleado al caballo; esta vez sintióse invadido por una ola de compasión y no pudo seguir adelante. Desmontó presto, puso la limosna en la mano del miserable, y , cogiendo aquella misma mano con las suyas, imprimió en ella un beso. Hizo más. Estrechó entre sus brazos al leproso y recibió de éste un ósculo de paz. Desde aquel momento quedó roto todo lazo con el pasado. Un abrazo sellaba el pacto de la vida nueva, que había de practicar como rendido vasallo de la pobreza y del sufrimiento. No había hallado todavía a Dama Pobreza, pero sí penetraba en sus reinos, era servidor de sus súbditos y gozaba de la paz del momento. Lleno de gratitud, consideróse llamado especialmente a cuidar los leprosos. Frecuentaba sus chozas y dábales abundantes socorros, no olvidándose nunca de besarles la mano al entregar su ofrenda’
(cf. R. P. Cuthbert, O. M. Cap., Vida de San Francisco de Asís 2ª ed. [Vilamala, Barcelona 1944] p.42-43).
MOLOKAI
Un día, un sacerdote, el P. Damián decidió ejercer su ministerio entre los leprosos de Molokai. Y se entregó a ellos con la misma compasión de Jesús. Y un día comenzó su predicación con estas palabras: «Mis hermanos leprosos». Aquel día el P. Damián no sólo era el párroco era también su igual, era un leproso más. Nunca volvió a su tierra y murió de lepra. Como leproso que era tenía prohibido salir de la isla maldita.
Tomado de P. Félix Jiménez
¿TIENES MIEDO A ABRAZARME?
Hace unos años, cuenta Rosemary Brown, Marcos un buen amigo estaba enfermo de sida en un hospital. Yo lo visitaba regularmente, pero en mi última visita se encontraba muy enfermo y muy débil. Rezamos juntos y cuando me disponía a marcharme, Marcos me miró con lágrimas en los ojos y me dijo: ¿Tienes miedo a abrazarme? Creo que ese fue uno de los abrazos más preciosos de mi vida.
Tomado de P. Félix Jiménez
¿CÓMO PUEDO AYUDAR?
Una señora americana, muy rica, visitó en cierta ocasión a Madre Teresa de Calcuta y le ofreció un cheque con muchos ceros para ayudar a las obras que sus hermanas llevan a cabo en Calcuta.
Madre Teresa, en esta ocasión, no lo aceptó. “No hay dinero”, dijo. La señora insistía y le recordaba que era propietaria de muchos bienes. “No hay dinero”, dijo.
La señora sorprendida y desconsolada le preguntó: ¿Y entonces qué puedo hacer, cómo puedo ayudar?
Madre Teresa la cogió de la mano y la llevó a un refugio miserable y le mostró un niño sucio y hambriento y le dijo cuide de él. La señora buscó agua y jabón y con mucha ternura lavó al niño, lo vistió y lo alimentó.
Aquel día, confiesa la señora, mi vida cambió. Comprendí que hay algo mejor que el dinero, la compasión y el contacto personal y tangible con los hermanos.
Madre Teresa recomienda que al final del día, al evaluar nuestra jornada, tenemos que mirar nuestras manos y preguntarles: ¿qué habéis hecho hoy? ¿Han tocado a alguien con la ternura de Jesús? ¿Tienen nuestras manos las huellas de Cristo?
Un profesor de la Universidad de Massashussets, Sydney B. Simon habla del “skin hambre”, hambre de piel, de contacto, con la que todos nacemos y necesitamos hasta el final de la vida.
Tomado de P. Félix Jiménez
FIDUCIA SUPPLICANS
Hace unas semanas, el Papa Francisco publicó un breve documento titulado “Fiducia supplicans, sobre el sentido pastoral de las bendiciones”. En él, dentro de la gama de bendiciones que se dan en la Iglesia, incluye la posibilidad de bendecir parejas homosexuales. Aunque el texto dice, por activa y por pasiva, que eso nada tiene que ver con el matrimonio, sino que es solamente una bendición, el documento ha levantado un revuelo en muchos cristianos, incluidos obispos y cardenales.
Fidel Aizpurúa Donazar 11 de febrero de 2024
CHISTE
PECAS
Había una monja que tenía bastantes pecas en su cara.
Estando un día en la iglesia, se le acercó una niña que le dijo: “Hermana, tú te vas a ir derechita al infierno”.
“¿Pero por qué?” preguntó la hermana.
“¡Se ve en tu cara que pecas, pecas y pecas!” contestó la niña.
POEMA
MATAS PARA DAR VIDA
¡Oh divina vida!, nunca matas si no es para dar vida, así como nunca llagas si no es para sanar. Llagásteme para sanarme, ¡Oh divina mano!, y mataste en mi lo que me tenía muerta sin la vida de Dios, en que ahora me veo vivir. Y esto hiciste tú con la liberalidad de tu general gracia para conmigo en el toque con que me tocaste del resplandor de tu gloria y figura de tu sustancia (Hb 1,3), que es tu Unigénito Hijo; en el cual, siendo él tu Sabiduría, tocas fuertemente desde un fin hasta otro fin por su limpieza (Sab 7,24).
Juan de la Cruz Llama de Amor Viva, Estrofa 2
Encontrarse es vivir nuevamente esa experiencia
en la que en que tú, solo tú, has florecido.
Navegar por metas a punto de cumplir
pero seguir esperando aquello que te hace
ser quien eres.
Sus sonrisas son como el cielo,
que te dicen cuando debes de descansar
y cuando debes seguir adelante.
El suspiro de un nuevo día es gozar de
una nueva oportunidad para vivir juntos en familia
y no perder esa esperanza que brota por
miles de heridas.
Encontrarse con un amigo no se compara
a tenerlo siempre cerca, desde que te vieron nacer.
Alejandra Rivas (poematrix.com)
Tomado de Vicente Martínez
ORACIÓN
Tocaste al leproso que se te acercó porque tu compasión
se desborda al vernos
y lo tuyo no es poner trabas al amor.
No hiciste problema
de tal situación impuesta
ni te justificaste ante condiciones tan adversas,
sino que viviste la vida
con libertad y alegría.
Y nosotros tan preocupados
de nuestro nombre y familia,
de nuestros títulos e historia,
de nuestra dignidad y honra,
de nuestras buenas apariencias
y de quedar bien en la plaza pública.
¡Qué contraste de vidas!
Florentino Ullibarri
MEDITACIÓN
CRISTO SE HIZO POBRE Y ENFERMO
Los pobres tienen sed de agua, pero también de paz, de verdad y de justicia. Los pobres están desnudos y necesitan vestidos, pero también dignidad humana y compasión por los pecadores. Los pobres no tienen hogar y necesitan un refugio hecho de ladrillos, pero también un corazón alegre, compasivo y lleno de amor. Están enfermos y necesitan atención médica, pero también una mano caritativa y una sonrisa acogedora.
Los excluidos, los que son rechazados, aquellos que no son amados, los presos, los alcohólicos, los moribundos, los que están solos y abandonados, los marginados, los intocables y los leprosos, los que viven en la duda y la confusión, los que no han sido tocados por la luz del Cristo, los hambrientos de la palabra y de la paz de Dios, las almas tristes y afligidas, los que son una carga para la sociedad, que han perdido toda esperanza y fe en la vida, los que olvidaron cómo sonreír y los que no saben lo que es recibir un poco de calor humano, un gesto de amor y de amistad. Todos ellos, se vuelven hacia nosotros para recibir un poco de consuelo. Si les damos la espalda, damos la espalda a Cristo.
Teresa de Calcuta Cartas (10-04-1974)
FACENDO DA PALABRA ALOUMIÑO
“Hai que manter con claridade a conciencia de que no cambio climático hai responsabilidades diversificadas e que corresponde enfocarse «especialmente nas necesidades das persoas pobres, débiles e vulnerables, nun debate a miúdo dominado por intereses máis poderosos. Necesitamos enfortecer a conciencia de que somos unha soa familia humana. Non hai fronteiras nin barreiras políticas ou sociais que nos permitan illarnos, e por iso mesmo tampouco hai espazo para a globalización da indiferenza” (LS 52).
LAS MANOS DE JESÚS
Las manos de Jesús bendecían, partían el pan, incluso lo multiplicaba. ¿Alguna vez has pensado en las manos de Jesús?
Cierro los ojos y pienso en las manos de Jesús: Fuertes y vigorosas, de carpintero. Y, al mismo tiempo, tiernas, como cuando acariciaba a un niño o limpiaba una lágrima de las mejillas de la Virgen. Manos que extendían, respetuosas, los rollos de las Escrituras en la Sinagoga. Dedos que enfatizaban sus palabras o escribían sobre la arena.
Las manos de Jesús bendecían, partían el pan, incluso lo multiplicaba. Eran manos que curaban y hasta resucitaban. Podían expresar enojo con los mercaderes en el templo y ternura con los enfermos que llegaban a Él.
Las manos de Jesús enseñaban, expresaban, amaban. Con ellas difundía su misericordia y amor. Eran manos que entregaban incesantemente. Manos orantes, cuando Él subía al monte a conversar con su Padre en la madrugada.
Es hermoso meditar en las manos de Jesús e impresionarse con ellas. Pero ¡Cómo duele pensar en ellas crispadas, heridas, perforadas! Manos en cruz y de cruz, rotas por sostener el peso del Nazareno. Manos inertes cubiertas de sangre y bañadas con los besos y lágrimas de su madre abrazándolo muerto. Manos cruzando el pecho, muertas, envueltas por un sudario en la tumba apagada e impasible de José de Arimatea.
Es fácil removerse ante las manos dolorosas de Jesús, pero ¿por qué no podemos ver con tanta claridad sus manos gloriosas? Tal vez porque nos es más familiar el dolor. Sin embargo pienso en el momento en el que Jesús venció a la muerte, cuando resucitó. ¡Qué instante! El sepulcro imprevistamente iluminado, como una explosión, y todos los ángeles venidos del cielo para ser testigos del momento anunciado desde siempre. Y las manos de Jesús, con una vida como nunca antes habían tenido, apartando el sudario. Manos con llagas, pero ¡qué hermosas y resplandecientes, y cuánto amor rebosando en las heridas! Manos vivas, que volverían a bendecir, cortar y repartir el pan y que, tal vez, harían una seña de “hasta pronto” a los apóstoles en la ascensión de Jesús al cielo.
Frente al Santísimo Sacramento uno podría preguntarse ¿y dónde están ahora las manos de Jesús, que lo tenemos escondido en un pedacito de pan? No diré nada nuevo: observo mis manos. Estas manos pueden ser orantes, dar misericordia, ser enérgicas, sensibles, amorosas. Pueden volver a abrir las escrituras respetuosamente y escribir sobre la arena. Sí, parecen mis manos, pero Jesús quiere usarlas y son, en realidad, suyas. Observa tus manos. También pueden ser orantes, enérgicas, sensibles, amorosas y, si tú lo permitieras, podrían regalar al mundo bendiciones y misericordia. Sí, también son tuyas, pero Jesús las quiere suyas.¡Cuántas manos podría tener Jesús hoy si se las entregáramos!
Las manos de Jesús, las tuyas -tú que lees- y las mías -yo que escribo. Nuestras manos. Las manos de Jesús.
Web católico de Javier
Tu modo | Cristóbal Fones, SJ
Extiende Tu Mano Juan Luis Guerra
Con Tu Mano Me Tocaste Marco Barrientos