E Algo + no Santísimo Corpo

CITAS

S. Agustín “Si dieres el pan triste, el pan y el mérito perdiste”. Coment. sobre el Salmo 48

San Juan Crisóstomo «No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son los nuestros, los bienes que poseemos; son los suyos”

Santo Tomás de Aquino «Quantum potes, tantum aude…», «atrévete todo lo que puedas»

Francisco de Sales “Jesús tomó los panes, los bendijo y ordenó a sus Apóstoles que los distribuyesen. Lo hicieron e incluso sobró después de haber comido todos hasta saciarse. Esto, para enseñarnos, mis queridas Hijas, que debemos caminar apoyados más en la Bondad divina y en su Providencia que en nosotros mismos y en nuestras obras”. Sermón (06-03-1622).

Teresa de Calcuta “Cristo se convirtió en el Pan de Vida porque comprendió la necesidad, el hambre que teníamos de Dios. Y nosotros debemos comer este Pan y la bondad de su amor para poder compartirlo.”

“La oportunidad de compartir nuestro amor con los demás es un regalo de Dios”.

Sor Nirmala “Dios viene a nosotros, para saciar nuestra sed, a través de la Eucaristía y del hermano pobre, el que no tiene ropa, el sin techo o el enfermo”.

SAN JUAN PABLO II, “La Eucaristía nos conduce a vivir como hermanos. Quienes comparten frecuentemente el pan eucarístico deben comprometerse en construir juntos, a través de las obras, la civilización del amor… No se puede recibir el Cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se encuentran enfermos”.

Catecismo de la Iglesia Católica, 1335. “Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía” (cf. Mt 14,13-21; 15, 32-29).

1397. “La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos (cf Mt 25,40)”

SS. Francisco, “La Eucaristía es el Sacramento de la comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento, la fe en Él”.

Evangelii Gaudium (49) “No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc6,37).

John Shea, sacerdote y poeta, dice que “la iglesia hace cuatro cosas: reunir a la gente, contar la historia, partir el pan y cambiar el mundo”.

Rainiero Cantalamessa “Quién, en la comunión, pretende ser todo fervor por Cristo, después de que en casa acaba de ofender o herir a un prójimo sin pedirle disculpas, o sin estar decidido a pedírselas, se parece a alguien que se pone en puntas de pie para besar en la frente a un amigo y no se da cuenta de que le está pisando los pies con sus zapatos reforzados: «Tú adoras a Cristo en la Cabeza -escribe san Agustín – y lo insultas en los miembros de su cuerpo Él ama su cuerpo; si tu te has separado de su cuerpo, él, la cabeza, no. Desde lo alto, te grita: Tú me honras inútilmente” (La Palabra y la Vida-Ciclo B , Ed. Claretiana, Bs. As., 1994, pp. 139-144)

Angel Moreno de Buenafuente “La Eucaristía, sacramento del amor de Dios, nos invita a devolver amor, al mismo Dios, a quienes formamos su mismo Cuerpo, la Iglesia, y a la carne ungida de los pobres”.

Nouwen, “La Eucaristía es el gesto más humano y más divino que podamos imaginar. Ésta es la verdad de Jesús: tan humano y, sin embargo, tan divino; tan cercano y, sin embargo, tan misterioso; tan sencillo y, sin embargo, tan inasible”.

X. Basurko: “Celebrar la eucaristía no es lo mismo que decir u oír misa”.

Albert Einstein “Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.”


A mí me encanta tener para dar, y parece que a Él también le gusta. Madre Maravillas de Jesús “Aunque a veces somos poco generosos en dar o darnos, sin embargo, Él lo toma igual y lo multiplica hasta sorprendernos. Mons. Mario Poli …Cuando doy, me doy a mi mismo. Walt Whitman Cuanto menos poseemos, más podemos dar. Parece imposible, pero no lo es. Esa es la lógica del amor. Madre Teresa de Calcuta Da al Altísimo como te ha dado, de todo corazón y según tus medios; porque el Señor devuelve la mano; te dará siete veces más. Libro de Eclesiástico Da de lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta. San Agustín de Hipona Dar, siempre dar, hasta que se nos caigan los brazos de cansancio. Padre Alberto Hurtado Dichosos los que pueden dar sin recordad y recibir sin olvidar. Autor desconocido Dar no es igual que darse. P. Luis Carlos Aparicio Mesones S.M  Dios no exige mucho, Dios da mucho. Padre Mendizabal El mundo se compone de los que dan y de los que reciben. Puede que los segundos coman mejor, pero duermen mejor los primeros. Lucio Anneo Séneca Hay mayor felicidad en dar que en recibir. Autor desconocido La generosidad consiste en dar antes de que se nos pida. Proverbio árabe No busques qué dar… Date a ti mismo… San Agustín de Hipona Si dieres el pan triste, el pan y el mérito perdiste. San Agustín, Coment. sobre el Salmo 48 Siempre queda algo de fragancia en la mano que da rosas. Proverbio Chino Todo lo que tienes algún día será dado; por lo tanto da ahora, ya que el tiempo de dar puede ser tuyo y no de tus herederos. Kahlil Gibran

HUMOR

Un sacerdote pregunta en el catecismo a uno de los pequeños:

-Vamos a ver, Javi, si tú tuvieses cinco naranjas y vieses a otro niño con hambre, ¿se las darías?

-Si, señor –contesta el pequeño al momento.

-Y si tuvieses cinco pasteles, ¿también se los darías?

-Si, claro.

-Y si tuvieses un bocadillo de mortadela, ¿se lo darías?

-No, de ninguna manera.

-Las naranjas sí, los pasteles también, ¿por qué el bocadillo no?

-Porque el bocadillo lo tengo.

(Agustín Filgueira, «Unas gotas diarias de humor»)

Partir tu sopa en dos no es un milagro, Bruce; es un truco de magia. Una madre soltera que tiene dos trabajos y encima encuentra tiempo para ir a llevar a su hijo al entrenamiento de fútbol, eso es un milagro.”

Morgan Freeman – Dios

Esto es un cura que siempre repetía lo mismo en la misa y dice:

– Jesús es milagroso, pues dió de comer a 3 personas con 3000 panes y 3000 peces.

Un feligrés que estaba sentado en la fila de delante dice:

– ¡Pues vaya milagro! Eso lo hago yo también.

El cura dijo:

– Vaya, me he equivocado, mañana lo diré bien.

Al día siguiente, el cura dice:

-Jesús es milagroso, pues dió de comer a 3 personas con 3000 panes y 3000 peces.

El señor de la fila de delante vuelve a decir:

– Eso lo hago yo también.

Entonces el cura, al día siguiente, con la lección bien aprendida, muy seguro de si mismo, dice:

-Jesús es milagroso, pues dio de comer a 3000 personas con 3 panes y 3 peces.

El feligrés vuelve a decir:

-Eso lo hago yo tambien.

El cura. asombrado y muy molesto con el parroquiano, dijo:

-¿Ah, si? ¿Y como?

Y el feligrés contesta:

– Con todo lo que había sobrado los días anteriores.

—Jesús, sólo hay un pan y un pez. Somos demasiados.

—Dámelos, yo me encargo.

—Te… ¿te los comiste?

—Sip.

—No eres Jesús ¿verdad?

—Nop.

LA BECERRA DEL SEÑOR

Martyn Lloyd-Jones relató una historia acerca de un granjero que entró en su casa un día para informar a su esposa y familia de unas buenas noticias. «La vaca acaba de dar a luz a dos becerras – una blanca y la otra roja.» Continuó diciendo, «Debemos de dedicar por lo menos una de estas becerras al Señor. Criaremos a las dos juntas y cuando viene el momento oportuno, venderemos la una y nos quedaremos con la ganancia y venderemos la otra y entregaremos la ganancia de esta a la obra del Señor.

Al escuchar esto su esposa le pregunta, «¿Y cuál de las dos dedicaremos al Señor?» El esposo le contestó diciendo, «No hay que preocuparnos con ese detalle ahora. Trataremos a las dos de la misma manera, y cuando llegue el tiempo de hacerlo, decidiré yo cuál de las dos es la de Dios.

Unos días después de esta plática, entró el granjero en la cocina con una cara bien triste. «¿Qué pasó?», preguntó su esposa. «Tengo malas noticias», dijo el granjero. «Murió la becerra del Señor». «Pero espera», dice su esposa. «Tu nunca decidiste cual de las dos becerras era la del Señor». «Si lo hice», dijo el granjero. «Decidí que la becerra de Dios era la blanca, y la blanca murió. ¡La becerra del Señor está muerta!». Martyn Lloyd-Jones

LAS DOS MONEDAS

Una madre quería enseñar a su hija una lección y la entregó dos monedas para la colecta – una de un euro y la otra de dos euros. Con eso la madre dijo, «hija, pon una moneda en la boeta y puedes quedarte con la otra.»

Al salir de la iglesia la madre preguntó, «Hija, ¿cuál de las dos monedas pusiste?» La hija contestó, «pues yo iba a entregar la de dos euros, pero poco antes de pasar la boeta, el cura dijo que debemos ser dadores alegres. Yo estaba convencida de que pudiera ser mucho más alegre si ofrecía la moneda de un euro. Así que me quedé con la de dos.»

ORACIÓN

PAN DEL CIELO

Un día el Dios cristiano se hizo carne,

y dijo que su carne era pan vivo,

para que, quien lo coma, en él se encarne

y viva de un manjar definitivo.

Y es un pan verdadero; el Pan del cielo,

un pan de solidaria unión fraterna,

de comunión total modelo,

porque anticipa ya la vida eterna.

Un pan que se fracciona y se reparte,

una copa de vino envejecido,

una mesa en que todo se comparte,

donde todo en común, siempre es servido

Sacramento de amor y de unidad,

sacramento que me habla del hermano

y de mutua fraternidad y caridad;

sacramento que define al cristiano.

José Luis Martínez SM

CONTO

CASI SE MUEREN.

Cerca de Beleón do Porto, puerto del Atlántico brasileño, una familia subía a su bote para cruzar al otro lado de la bahía a varios kilómetros de distancia. Pero cuando habían ya navegado dos horas, se les malogró el motor y se quedaron a la deriva. No habían traído nada: ni remos, ni alimentos, ni agua. El calor era tan intenso que pensaron que pronto iban a morir de sed. Ya les embargaba la desesperación cuando veían que de lejos se acercaba un buque grande. Cuando el buque pasaba cerca gritaban al capitán que estaba apoyado en el pasamanos: «Agua, agua». Por única respuesta el capitán les dijo: «Beban, beban». Y el buque siguió de largo y desapareció en la lejanía. Grande era la desesperación hasta cuando al final uno de la familia se animó a coger un poco de agua y la probó. Era agua dulce. Es que estaban cruzando por la desembocadura del río Amazonas.

Así nosotros a veces parecemos morir cuando estamos rodeados de la ayuda de Dios.

Tomado de MSC

LA ZORRA, EL OSO Y EL LEÓN

Habiendo encontrado un león y un oso al mismo tiempo a un cervatillo, se retaron en combate a ver cual de los dos se quedaba con la presa.

Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre ellos.

Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse, murmuraron:

— ¡ Desdichados nosotros ! ¡ Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo quedara para la zorra !

Por empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo.

Fábula de Esopo

ANÉCDOTA

En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa, para contarnos el caso de una familia hindú de ocho hijos. No habían comido desde hacía ya varios días. Nos pedía que hiciéramos algo por ellos. De modo que tomé algo de arroz y me fui a verlos. Vi cómo brillaban los ojos de los niños a causa del hambre. La madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos partes y salió. Cuando regresó le pregunté: qué había hecho con una de las dos raciones de arroz. Me respondió: «Ellos también tienen hambre». Sabía que los vecinos de la puerta de al lado, musulmanes, tenían hambre. Quedé más sorprendida de su preocupación por los demás que por la acción en sí misma. En general, cuando sufrimos y cuando nos encontramos en una grave necesidad no pensamos en los demás. Por el contrario, esta mujer maravillosa, débil, pues no había comido desde hacía varios días, había tenido el valor de amar y de dar a los demás, tenía el valor de compartir. Frecuentemente me preguntan cuándo terminará el hambre en el mundo. Yo respondo: «Cuando aprendamos a compartir». Cuanto más tenemos, menos damos. Cuanto menos tenemos, más podemos dar. Ese niño me enseñó a amar.

En una ocasión, en Calcuta, no teníamos azúcar para nuestros niños. Sin saber cómo, un niño de cuatro años había oído decir que la Madre Teresa se había quedado sin azúcar. Se fue a su casa y les dijo a sus padres que no comería azúcar durante tres días para dárselo a la Madre Teresa. Sus padres lo trajeron a nuestra casa: entre sus manitas tenía una pequeña botella de azúcar, lo que no había comido. Aquel pequeño me enseñó a amar. Lo más importante no es lo que damos sino el amor que ponemos al dar.

Vicente Huerta

En aquella época, la “ciudad” más grande de Galilea era Cafarnaúm, con unos mil habitantes. Para reunir esa multitud tendrían que haberse quedados vacíos varios pueblos de aquella zona. Incluso la propuesta de los discípulos de ir a los pueblos cercanos a comprar comida resulta difícil de cumplir: harían falta varios Hipercor y Alcampo para alimentar de pronto a tanta gente.

Tomado de J.L. Sicre

San Cipriano increpaba a una comunidad cristiana de su diócesis: Tú eres afortunada y rica. ¿Te imaginas celebrando la Cena del Señor sin tener en cuenta tu aportación solidaria? Tú suprimes la parte del sacrificio que es del pobre”. Tradicionalmente una tercera parte de la colecta se destinaba a la ayuda de los pobres de la comunidad. Dice, asimismo, tajantemente: “Cuando los ricos no llevan a la Eucaristía lo que los pobres necesitan, no celebran el sacrificio del Señor”.

San Juan Crisóstomo, al llegar a una población de su diócesis, se enteró de que había muerto un mendigo por descuido de los vecinos. Entonces advirtió con firmeza: “Me niego a celebrar la Eucaristía hasta que no hagáis penitencia por tan gran pecado, porque no sois dignos de participar en la Cena del Señor”.

El cardenal Lercaro tenía en el frontis del altar de su capilla privada un interrogante interpelador: Si compartimos el pan del cielo, ¿cómo no vamos a compartir el pan de la tierra?

Ocurrido en una Parroquia de Madrid…

Un domingo, trataba el evangelio sobre la multiplicación de los panes. Entre todos fueron discerniendo qué panes y peces deberían multiplicar y cómo…

Al final se había añadido que no nos basta con partir el pan de la eucaristía si al salir no estamos dispuestos a partir y compartir no solo lo que tenemos, sino lo que sabemos…

Siguió la misa.

Al final la misa terminó con esta encomienda: “La misa en realidad no ha terminado del todo. Podéis ir en paz si sois capaces”.

La gente salió. El sacerdote estaba recogiendo algunas hojas de canto que se habían quedado por los bancos, cuando vio una muchacha sentada cerca de la puerta. Tenía la cabeza sobre el reclinatorio.

La reconoció. Era Carmen. Sabía que acababa de terminar con éxito su licenciatura en Periodismo y que ya tenía ofrecido trabajo en un diario prestigioso.

Se sentó a su lado. ¿Qué pasa Carmen?

– Son ustedes unos liantes…. ¿Nosotros?

– Usted y toda la gente de esta maldita parroquia… y el que escribió esa historia de multiplicar panes y peces.

Levantó la cabeza. Tenía una lagrimilla en los ojos y un papel medio arrugado en la mano.

-Hace dos días me llegó esta carta de Guatemala. Me cuentan que está en crisis la emisora cultural de un pueblito, junto a la frontera con México. Que necesitan ayuda económica y ayuda de gente. Que tienen que formar locutores y organizar campañas… y que si me voy con ellos. Yo me lo tomé en broma, pero después de la misa de hoy y de las indirectas suyas que parecía que iban para mí…

-Oye, yo… -Bueno, ya sé que no lo hizo aposta, pero lo hizo. Y ahora yo no me atrevo a salir de la iglesia, porque ya sé a dónde tengo que ir.

El sacerdote le dio unas palmaditas en el hombro mientras me levantaba.

-Yo no te digo ni que sí ni que no. Puedes ir en paz.

Intentó darle al cura una patadita en la espinilla. Y al cabo de un tiempo el sacerdote se encontró con su hermano…

-¿Ya se enteró, don Mariano? Carmen se marchó ayer para Guatemala.

-¿Cómo no me dijo nada? -Nos pidió que callásemos y dijo que ya le escribiría.

A Carmen le costó muchísimo salir de misa aquel domingo. Acaso a algunos otros nos costaría mucho también si pensásemos en lo que tenemos que hacer al salir. Aunque solo sea pedir perdón a alguien, echar una mano, ser más tolerante… o lo que sea, pero que se note… por que la Misa se tiene que notar en la vida…

Tomados de P. Juan Jáuregui Castelo

En la puerta de algunos sagrarios hay un pelícano, esa ave de pico larguísimo, porque creían que los pelícanos alimentaban a sus crías con su propia carne y su propia sangre y se daban en alimento a sus crías. El pelícano s una imagen poética de Cristo que alimenta a sus hijos dándonos su propia carne y su propia sangre.

Hace ya muchos años hice un viaje a Guinea Ecuatorial y me contaban una de las prácticas de las de las religiones animistas. Cuando muere un hombre al que consideran como un hombre bueno, un santo diríamos nosotros, lo entierran pero por la noche los habitantes del poblado, para participar de su espíritu, se reúnen y comen parte de sus entrañas. Y había, en aquellos días, un Escolapio tan bueno que sólo esperaban su muerte para poder participar de su espíritu.

Tomado de P. Félix Jiménez

Dorothy Day invitó a un joven sacerdote a celebrar la Eucaristía en el Catholic Worker.

El sacerdote decidió hacer algo que pensó que era relevante y moderno. le preguntó a Dorothy Si ella tuviera una taza de café, él podría tomarla prestada. Encontró uno en la cocina y se lo llevó.

Tomó la copa y la usó como cáliz. Cuando terminó, Dorothy recogió la taza, encontró una pequeña herramienta de jardinería y se fue al patio trasero. Se arrodilló, cavó un hoyo, besó la taza de café y la enterró en la tierra.

Con ese simple gesto, Dorothy Day demostró que entendía algo que muchos de nosotros hoy no entendemos: sabía que Cristo estaba realmente presente en algo tan común como una taza de cerámica. Y que nunca más podría ser solo una taza de café.

Tomado de P. Félix Jiménez

A la Eucaristía se le llama «pan de los que caminan» (cibus viatorum), porque como el maná nutre a quienes están en camino hacia la tierra prometida. Una antífona atribuida a Santo Tomás (O sacrum convivium ) define la Eucaristía como el sagrado convite en el que «se recibe a Cristo, se celebra la memoria de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura».

UNA VERSIÓN DEL EVANGELIO DE HOY

David se entretuvo un tiempo por allí, y finalmente regresó a su casa. Como ya habían vuelto muchos vecinos que habían presenciado el prodigio (habían saciado su hambre en aquella comida milagrosa), la madre de David, conocedora de todo lo sucedido, se congratuló con él mientras se lo comía a besos: -“¡Lo ha hecho con los panes y los peces que yo te había preparado! ¡Qué alegría!” Pero David seguía serio. –“¿Hijo mío, no estás contento -le insistía- de que haya hecho esto con tus panes y tus peces?” Y David… finalmente rompió a llorar, amargamente, mientras sacaba de su zurrón un pan ya duro y un pez estropeado que se había reservado, ¡por si acaso!… No había sido generoso porque le había faltado fe.

Cuando escuché hace años a un sacerdote esta interpretación del pasaje evangélico, me quedé “de piedra”: siempre había oído resaltar la generosidad del muchacho que da los cinco panes y los dos peces, e incidir en la importancia de colaborar con el Señor para que Él haga -a través de nosotros- grandes milagros con las almas. Prefiero pensar que el muchacho dio todo lo que llevaba. Pero, claro, también queda la posibilidad de que el joven no fuese del todo generoso y se guardase algo (como hicieron Ananías y Safira en la escena que describen los Hechos de los Apóstoles)

¡Cuántas veces no nos habrá sucedido a nosotros!…:

Un amigo, un familiar, un conocido, nos pide que recemos por un asunto importante que le preocupa. Le decimos que sí, que lo haremos, aunque quizá pensemos que eso es un milagro y no andamos nosotros para ir pidiendo milagros, así que pronto nos olvidamos. Y el milagro se realiza. Y nosotros sentimos la vergüenza -acrecentada cuando el amigo, familiar o conocido se acerca para agradecernos nuestra colaboración- de no haber sido suficientemente generosos.

También sucede cuando se nos pide ayuda humana para solucionar un problema y -por despiste (por falta de atención a los demás)- se nos olvida y poco después nos dicen que dejemos de preocuparnos (¡y no nos hemos acordado del asunto!) porque ya se ha solucionado todo.

Y -¡cómo no!- cuando el Señor se lleva a alguna persona querida a la que -somos conscientes- no hemos dado todo el cariño que debíamos cuando vivía junto a nosotros.

No podemos olvidar que Dios es Nuestro Padre, que nos quiere “con locura” y que, cuando nos pide algo, siempre se preocupa de todas nuestras necesidades: sería falta de confianza en Él andar “reservándonos” cosas -tiempo, dinero, caprichos, compensaciones egoístas- cuando descubrimos en la oración que nos está pidiendo todo en algún momento o en algún aspecto. Y… ¡qué vergüenza después, cuando percibimos la generosidad sobreabundante con la que Él paga nuestra pobre tacañería!: esa tacañería (falta de confianza, repito) haría que fuésemos incapaces de disfrutar del “ciento por uno” que tiene prometido a quienes se le entregan generosamente.

SÍ: PARA SER PLENAMENTE FELIZ NO HAY OTRO CAMINO QUE VIVIR PLENAMENTE ENTREGADO.

Tomado de Fernando del Castillo

CANTO

5 Panes y 2 Peces IKCIS

Dadles de Comer AIN KAREM

Tú Multiplicas Todo

BROTES DE OLIVO YO TE DOY LO QUE SOY

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