E Algo + no III Domingo de Coresma – Ciclo C

NO PUEDES PEDIR PERAS AL OLMO,

PERO NO ALCANZAR LO QUE ESPERAS…

ES EL COLMO

CITA

DONDE SEA QUE DIOS TE HAYA PLANTADO… ¡FLORECE!

Aristóteles La verdadera felicidad consiste en hacer el bien.

Hipócrates Haz un hábito de dos cosas: ayudar; o por lo menos no hacer daño.

SAN GREGORIO NACIANCENO, “Por tanto, no nos apresuremos a cortar, sino dejemos crecer misericordiosamente, no sea que arranquemos la higuera que aún puede dar mucho fruto” Oración 26, en Catena Aurea, vol. VI, p. 135.

San Agustín, ¡Cuántas veces se habrá repetido esta misma escena! ¡Señor, déjalo todavía un año…! “¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y… no me he vuelto loco?” Sermón 254, 3.

San Ambrosio señala que las causas de la esterilidad son, frecuentemente, la soberbia y la dureza de corazón. Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, in loc.

San Cesáreo de Arlés, No es en países lejanos donde se encuentra lo que el Señor nos pide; nos envía al interior de nosotros mismos, a nuestro corazón, porque ha colocado en nosotros lo que nos pide. Sermón 37, 1; SC 243.

S. Clemente Romano, Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cómo en cualquier época el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a Él» (Ad Corinthios 7,5).

FRANCISCO –También hoy, ante ciertas desgracias y lutos, podemos ser tentados de «descargar» la responsabilidad sobre las víctimas, o, es más, sobre Dios mismo. Pero el Evangelio nos invita a reflexionar: ¿qué idea nos hemos hecho de Dios? ¿Estamos convencidos de que Dios es así? O, ¿no se trata de una proyección nuestra, de un dios hecho «a nuestra imagen y semejanza»? Jesús, al contrario, nos llama a cambiar el corazón, a hacer un cambio radical en el camino de nuestra vida, abandonando las componendas con el mal —y esto lo hacemos todos, las componendas con el mal—, las hipocresías —creo que casi todos tenemos al menos un trocito de hipocresía—, para emprender con firmeza el camino del Evangelio. Pero, he aquí de nuevo la tentación de justificarnos: «¿De qué cosa deberíamos convertirnos? Considerándolo bien, ¿no somos buena gente?». Cuántas veces hemos pensado esto: «Pero, considerándolo bien, yo soy de los buenos, soy de las buenas —¿no es así?—. ¿No somos de los creyentes, incluso bastante practicantes?». Y así creemos que estamos justificados.

G. CHEVROT, “Dios nos concede quizá un año más para servirle. No pienses en cinco, ni en dos. Fíjate sólo en éste: en uno, en el que hemos comenzado…” El Evangelio al aire libre, Herder, Barcelona 1961, p. 169

Angel CalvoVIVE DE TAL MODO QUE CUANDO MUERAS LO SIENTA HASTA EL DE LA FUNERARIA

Película “Salvar al soldado Ryan”. «Cariño, dime que he vivido bien, que he sido una buena persona.»

Pagola: Nos estamos instalando en una cultura que los expertos llaman «cultura de la intrascendencia». Confundimos lo valioso con lo útil, lo bueno con lo que nos apetece, la felicidad con el bienestar. Ya sabemos que eso no es todo, pero tratamos de convencernos de que nos basta.

CHISTE

– Buenas, estoy buscando trabajo como cortador de árboles.

– Alguna experiencia?

– Si claro, llevo los últimos 30 años cortando árboles en el Sahara.

– Pero si ahí no hay árboles!

– Para que vea, ¿soy o no soy bueno?

PROVERBIO

“Por San Blas, higuera plantarás, e higos comerás.”

“Haz el bien y no mires a quien”

la historia de Ahicar, data del siglo V a. C:

«Hijo mío, eres como un árbol que no da fruto, aunque está junto al agua. Por ello me voy a ver obligado a cortarte» El hijo responde a su padre: «Trasplántame, y si entonces tampoco doy fruto, córtame». Pero el padre le dice: «Cuando estabas junto al agua no diste fruto, ¿cómo vas a dar fruto cuando estés en otro lugar?»

ORACIÓN

Teilhard de Chardín: EN BUSCA DE DIOS

“¡Te necesito, Señor!,

porque sin Ti mi vida se seca.

Quiero encontrarte en la oración,

En tu presencia inconfundible,

durante esos momentos en los que el silencio

se sitúa de frente a mí, ante Ti.

¡Quiero buscarte!

Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza

que Tú has creado;

en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,

y en la profundidad de un bosque

que protege con sus hojas los latidos escondidos

de todos sus inquilinos.

¡Necesito sentirte alrededor!

Quiero encontrarte en tus sacramentos,

En el reencuentro con tu perdón,

en la escucha de tu palabra,

en el misterio de tu cotidiana entrega radical.

¡Necesito sentirte dentro!

Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres,

en la convivencia con mis hermanos;

en la necesidad del pobre

y en el amor de mis amigos;

en la sonrisa de un niño

y en el ruido de la muchedumbre.

¡Tengo que verte!

Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,

en las capacidades que me has dado,

en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,

en mi trabajo y mi descanso

y, un día, en la debilidad de mi vida,

cuando me acerque a las puertas del encuentro

cara a cara contigo”.

Oración por el Seminario 2022

Oh, Señor, que guiaste a tu pueblo

por el desierto a la tierra prometida;

tú llamaste a los discípulos y caminaste con ellos

anunciando el Evangelio y los condujiste a Jerusalén,

para que, a través de tu pasión y muerte,

conocieran la gloria de tu resurrección.

Ahora, que acompañas a tu Iglesia,

peregrina en el mundo, te pedimos

que envíes sacerdotes que caminen hoy

junto a aquellos que convocas en tu Iglesia;

que nos fortalezcan y consuelen

con la unción del Espíritu Santo;

que nos animen e iluminen

con la predicación de tu Palabra;

que nos alimenten y sostengan

con la celebración de la eucaristía

y la entrega de su propia vida. Amén.

CONTO

LAS COSAS NO SON SIEMPRE COMO PARECEN

Érase una vez dos ángeles que viajaban por Soria. Llamaron a la puerta de una familia rica y ésta los alojó en el sótano. Mientras hacían la cama en el duro suelo el ángel más viejo vio un pequeño agujero en la pared y lo tapó. El más joven le preguntó porqué lo hacía y le contestó: las cosas no son siempre como parecen.

Al día siguiente viajaron a un pueblecito y una familia pobre les ofreció de cenar y les dieron la mejor cama para pasar la noche.

A la mañana siguiente los dos ángeles encontraron al matrimonio llorando. Su única vaca había muerto.

El ángel más joven indignado y furioso le dijo a su compañero: ¿Cómo has permitido semejante desgracia? Ayudaste a los ricos que nos trataron tan mal y por esta familia que nos ha dado todo no has hecho nada. Las cosas no son siempre como parecen, le contestó el ángel más viejo.

Cuando nos hospedamos en Soria vi que había oro en el agujero y lo tapé para que esa familia egoísta y avariciosa nunca lo encontrara.

Y esta noche cuando dormíamos, el ángel de la muerte vino a buscar a la esposa de esta casa. Yo le dije que se llevara a la vaca en lugar de la esposa.

Como ves las cosas no son siempre como parecen.

Cuando a Jesús le preguntaron por esos dieciocho muertos también pudo contestar las cosas no son siempre como parecen.

Todo lo que sucede podemos convertirlo en gracia de Dios, en acontecimiento positivo si lo vemos desde el lado de Dios.

Tomado de P. Félix Jiménez

ANÉCDOTA

Cuentan que Alejandro Magno en una batalla muy dura vió que un soldado suyo huía cobardemente del peligro. Lograda la victoria hizo que lo trajeran a su presencia y le preguntó: «¿Cómo te llamas?». «Alejandro», respondió el interrogado. Y el emperador dijo tajantemente: «O cambias de nombre o cambias de conducta».

¿Podría decirnos el Señor a nosotros lo mismo cuando nuestras obras no responden al nombre de cristianos?

Era un día frío de enero de 1982; un avión con 79 pasajeros, incluida la tripulación de cabina, se estrelló contra un puente de Washington y se hundía en las heladas aguas del río Potomac. Momentos después llegó un helicóptero de salvamento y les lanzó desde el aire un cable salvavidas. Sólo había cinco supervivientes agarrados a la cola del avión, que se estaba hundiendo. El primero en coger el cable fue Arnold Williams, de 45 años, empleado de la banca, y se lo dio a su esposa. El helicóptero la llevó. Cuando volvió el helicóptero, Arnold volvió a agarrar el cable y se lo cedió a otro pasajero, que también se salvó. Por tercera y cuarta vez, este hombre alcanzó el cable para entregárselo a otras personas que se salvaron. Cuando el helicóptero volvió por quinta vez Arnold había desaparecido bajo las aguas heladas del río Potomac. Recibió una condecoración póstuma por este gesto y en su memoria el Puente de la calle 14 se rebautizó «Arland D. Williams Jr. Memorial Bridge».

Tomado (y reelaborado) de Lorenzo Castiñeira, “Enseñar con parábolas”

POEMA

Un poeta español ha puesto esta parábola en un hermoso soneto que no tengo a mano, ni mis amigos tampoco; por lo cual trataré de reconstruirlo, es decir, de rehacerlo:

Dijo el Señor con ira: «Y esta higuera

Es tiempo de higos y no lleva fruto.

Desde años ha no rinde su tributo

Ponle ya l ‘hacha en la raíz, ¡y afuera!

Dijo mi Ángel: «Señor, por tan siquiera

El cuidado pasado irresoluto

Deja que cave más este árbol bruto

Y ponga abono a ver. Te ruego, espera».

Calló el Señor y un estremecimiento

Por las higueras y las viñas ricas

Cubrió al árbol estéril un momento

Y el Jardinero apercibió sus picas

Y se hizo un aire de silencio atento

Y yo escuché el fatídico memento:

«Alma, ay de ti si hoy más no fructificas».

Castellani, Las parábolas de Cristo, Jauja Mendoza 1994, 252-58

CANTO

Olvidé Cuidar Mi Huerto | Jesús Adrián Romero

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