E Algo + no Domingo XXII

CITA

San Juan Crisóstomo, Aprendamos, pues, qué cosas manchan al hombre: sepámoslo y apartémoslas. Porque veo que hay en la iglesia una costumbre de venir con los vestidos muy limpios y con las manos lavadas, pero en cambio, no se preocupan de presentar al Señor un alma limpia. Y no lo digo prohibiendo lavarse las manos o la boca, sino que yo prefiero que os lavéis no con agua, sino como debe ser con el baño de las virtudes. Las suciedades de la boca son las maldiciones, las blasfemias, las querellas, las palabras llenas de ira u obscenas, los chistes y payasadas. Si tienes conciencia de no haber dicho tales cosas y que no estás manchado con semejantes horruras, acércate confiadamente. Pero si en esto tienes innumerables manchas ¿para qué en vano te lavas con agua la lengua, mientras llevas en ella esas mugres dañinas y perniciosas? Homilía: Las tradiciones y la Ley. Homilía 51, sobre San Mateo

Antonio Machado: «Tu verdad, no; la verdad, / y ven conmigo a buscarla. / La tuya guárdatela».

Albert Einstein “No temo el poder explosivo de la bomba atómica. Lo que temo es el poder explosivo del mal en el corazón del hombre”

Dalai Lama en Freiburg (Alemania) hace unos diez años, a la pregunta de ¿cuál es para Vd. la mejor religión? La respuesta fue rápida y taxativa: “La que a Vd. le haga más feliz”. Aquella noche dormí a pierna suelta con la conciencia plenamente tranquila, pues como ya decía Sócrates: “La buena conciencia es la mejor almohada para dormir”.

Tao  te  ching.

Quien conoce a los hombres, es hábil

Quien se conoce a sí mismo, es sabio

Quien vence a los otros, es fuerte

Quien se vence a sí mismo, es poderoso         

CONTO

EL MONJE Y LA MUJER. ANTHONY DE MELLO.

De camino hacia su monasterio, dos monjes budistas se encontraron con una bellísima mujer a la orilla de un río. Al igual que ellos, quería ella cruzar el río, pero éste bajaba demasiado crecido. De modo que uno de los monjes se la echó a la espalda y la pasó a la otra orilla.

El otro monje estaba absolutamente escandalizado y por espacio de dos horas estuvo censurando su negligencia en la observancia de la Santa Regla: «¿Había olvidado que era un monje? ¿Cómo se había atrevido a tocar a una mujer y a transportarla al otro lado del río? ¿Qué diría la gente? ¿No había desacreditado la Santa Religión? Etcétera.

El acusado escuchó pacientemente el interminable sermón. Y al final estalló: «Hermano, yo he dejado a aquella mujer en el río. ¿Eres tú quien la lleva ahora?».

Dice el místico árabe Abu Hassan Bushanja: «El acto de pecar es mucho menos nocivo que el deseo y la idea de hacerlo. Una cosa es condescender con el cuerpo en un placentero acto momentáneo y otra cosa muy distinta que la mente y el corazón lo estén rumiando constantemente».

Cuando las personas religiosas no dejan de darle vueltas a los pecados de los demás, uno sospecha que esa insistencia les proporciona más placer del que el pecado proporciona al pecador.

MEJOR DORMIR QUE MURMURAR

Sa’di de Shiraz relata esta historia acerca de sí mismo: Cuando yo era niño, era un muchacho piadoso, ferviente en la oración y en las devociones. Una noche estaba yo velando con mi padre, mientras sostenía el Corán en mis rodillas. Todos los que se hallaban en el recinto comenzaron a adormilarse y no tardaron en quedar profundamente dormidos. De modo que le dije a mi padre: «Ni uno solo de esos dormilones es capaz de abrir sus ojos o alzar su cabeza para decir sus oraciones. Diría uno que están todos muertos»Y mi padre me replicó: «Mi querido hijo, preferiría que también tú estuvieras dormido como ellos, en lugar de murmurar».

La conciencia de la propia virtud es un riesgo muy propio de quien se embarca en la oración y en la piedad.

ESA FUE SIEMPRE LA TRADICIÓN

Un joven párroco se encontró con su parroquia dividida. Durante la plegaria eucarística la mitad de los feligreses permanecían de pie y la otra mitad de rodillas. Cada grupo insistía en que su tradición era la verdadera.

Para solucionar, de una vez por todas, el gran conflicto, el joven párroco, con un miembro de los arrodillados y otro de los de pie, fueron a visitar al Obispo.

Sr. Obispo, ¿no es verdad que la tradición de arrodillarse durante la plegaria eucarística ha sido siempre la correcta? No, esa no fue siempre la tradición, contestó el Obispo.

Entonces, estar de pie fue y es la tradición correcta, dijo el miembro de los de pie.

No, contestó el Obispo, esa no fue la tradición.

Sr. Obispo, dijo el joven párroco, lo que tenemos es el caos; la mitad arrodillados y la otra mitad de pie.

Ahora sí, dijo el Obispo, esa fue siempre la tradición.

ANÉCDOTA

Cuentan que el famoso J.P. Morgan, uno de esos tiburones de los negocios, se reunió con su abogado para discutir un asunto importante. El abogado le dijo que lo que quería hacer iba en contra de la ley. Morgan le contestó: “Yo no le pago para que me diga lo que, según la ley, no puedo hacer. Le pago para que usted encuentre la manera de que yo pueda hacerlo sin tener que temer a los agentes de la ley.

CANTO

purificame Marcos witt

Mas Que Un Concepto – Jesus Adrian Romero

LA CASA DE MI AMIGO,, RICARDO CANTALAPIEDRA

Señor, quién entrará en tu Casa (Salmo 14) | Athenas

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