CITA
san Francisco de Asís (atribuída): “Predica el Evangelio en todo momento, y si es necesario, usa las palabras”.
S. Pablo VI «El hombre actual escucha a los que dan testimonio más gustosamente que a los maestros, o si escucha a los maestros es porque dan testimonio» (Pablo VI, discurso a los miembros del Consilium de Laicis, 2 de octubre de 1974; AAS 66, 1974, pág. 568; cf. Evangelii nuntiandi, 41; AAS 68, 1976, pág. 31).
Benedicto XVI, Deben hablar en nombre de Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse de tener éxito. El éxito se lo dejan a Dios.Homilía (15-07-2012)
Papa Francisco Qué feo es ver a un cristiano -sea laico, consagrado, sacerdote, obispo- cuando se ve que busca dos cosas: seguir a Jesús y a los bienes, seguir a Jesús y seguir el mundanismo. Esto es un antitestimonio que aleja a la gente de Jesús
CONTO
Las grietas del edificio
En un rascacielos de un barrio rico de la ciudad de Nueva York, donde los vecinos prácticamente no se hablaban, llamaron a unos ingenieros porque estaban notando que habían aparecido unas grietas en algunos muros de las viviendas. Los inquilinos estaban preocupados porque temían que con un terremoto las 12 plantas del edificio se vinieran abajo y quedaran aplastados.
Los ingenieros después de realizar muchos estudios llegaron a la conclusión de que aquellas personas tenían tantas cosas en sus viviendas que habían sobrepasado el peso que el edificio podía aguantar. Por tanto sugirieron a la comunidad de vecinos que desalojaran sus viviendas de cosas inútiles.
Se pusieron todos de acuerdo, dialogaron, y al día siguiente comenzaron a sacar aquellas cosas que consideraban innecesarias. Los más jóvenes ayudaban a los ancianos a sacar las cosas de sus casas. Y fueron dejando todo en la entrada del edificio. Allí había armarios, mesas, sillas… Llamaron a los ingenieros y, después de realizar un nuevo estudio, vieron que aún debían sacar más cosas de sus viviendas. De nuevo los vecinos se coordinaron y durante un día se pusieron a sacar el peso que agrietaba el edificio. Aquella jornada fue tan dura que a la noche se reunieron todos y cenaron juntos. Allí hubo baile y risas. Se les veía felices y algunos estrecharon buenos lazos de amistad.
De nuevo los ingenieros fueron al edificio y lo chequearon. Descubrieron que las grietas habían desaparecido por completo. Sorprendidos por el buen estado de las viviendas, preguntaron a los inquilinos qué cosas habían sacado para descargar el peso del edificio. Y el más anciano de los presentes dijo: “El peso que dañaba nuestro edificio no era el de los muebles, sino el de nuestro egoísmo, nuestra antipatía, nuestra indiferencia; y las grietas no han desaparecido porque hayamos sacado las cosas de cada casa, sino porque hemos sacado lo mejor de nosotros mismos: el diálogo, la alegría, la solidaridad y la ayuda”.
ANÉCDOTA
Puccini compuso varias óperas famosas. En 1922 cuando está escribiendo Turandot, se le declaró un cáncer mortal.
Puccini dijo a sus discípulos: «Si yo no termino esta ópera, quiero que ustedes, mis discípulos, la terminen por mí». Poco después moría.
Sus discípulos pusieron manos a la obra y en 1926 se estrenaba en Milán. Todo funcionó a la perfección y cuando se llegó al punto donde el maestro había terminado, el director se paró, se dirigió al público y llorando dijo: «Hasta aquí el trabajo del maestro». Un gran silencio embargó el teatro. El director cogió la batuta y entre lágrimas y sonrisas exclamó: «Y aquí comienza el trabajo de sus discípulos».
CANTO
No Hay Paredes