E Algo + no Domingo XII do Tempo Ordinario – Ciclo A

CITA

, ¡Tened temor, pero no tengáis miedo!

Raniero Cantalamessa

W. H. Auden Nuestra época ha sido definida como una época de angustia (Tomado de R. Cantalamessa).

Rainiero Cantalamessa, Vivimos en el ansia, ¡y así es como no vivimos! La ansiedad es el miedo irracional de un objeto desconocido. Temer siempre, de todo, esperarse sistemáticamente lo peor y vivir siempre en una palpitación. Si el peligro no existe, el ansia lo inventa; si existe lo agiganta. La persona ansiosa sufre siempre los males dos veces: primero en la previsión y después en la realidad. Lo que Jesús en el Evangelio condena no es tanto el simple temor o la justa solicitud por el mañana, sino precisamente este ansia y esta inquietud.

         Pero dejemos de describir nuestros miedos de distinto tipo e intentemos en cambio ver cuál es el remedio que el Evangelio nos ofrece para vencer nuestros temores. El remedio se resume en una palabra: confianza en Dios, creer en la providencia y en el amor del Padre celeste. La verdadera raíz de todos los temores es el de encontrarse solo. Ese continuo miedo del niño a ser abandonado.

         Jesús quiere liberarnos de los temores y nos libera siempre. Pero Él no tiene un solo modo para hacerlo; tiene dos: o nos quita el miedo del corazón o nos ayuda a vivirlo de manera nueva, más libremente, haciendo de ello una ocasión de gracia para nosotros y para los demás. Él mismo quiso hacer esa experiencia. En el Huerto de los Olivos está escrito que «comenzó a experimentar tristeza y angustia». El texto original sugiere hasta la idea de un terror solitario, como de quien se siente aislado del consorcio humano, en una soledad inmensa. Y la quiso experimentar precisamente para redimir también este aspecto de la condición humana. Desde aquel día, vivido en unión con Él, el miedo, especialmente el de la muerte, tienen el poder de levantarnos en vez de deprimirnos, de hacernos más atentos a los demás, más comprensivos; en una palabra, más humanos.

         ¡Cuanto más disminuye el temor de Dios, más crece el miedo de los hombres! Es fácil comprender el motivo. Al olvidar a Dios, ponemos toda nuestra confianza en las cosas de aquí abajo, es decir, en esas cosas que según Cristo, el ladrón puede robar y la polilla carcomer (Cf. Lucas 12, 33). Cosas aleatorias que nos pueden faltar en cualquier momento, que el tiempo (¡la polilla!) carcome inexorablemente. Cosas que todos queremos y que por este motivo desencadenan competición y rivalidad. (el famoso «deseo mimético» del que habla René Girard), cosas que hay que defender con los dientes y a veces con las armas en la mano.

         ¡Los padres han abandonado el temor de Dios y los hijos han abandonado el temor de los padres! El temor de Dios tiene su reflejo y su equivalente en la tierra en el temor reverencial de los hijos por los padres. La Biblia asocia continuamente estos dos elementos. Pero el hecho de no tener temor alguno o respeto por los padres, ¿hace que sean más libres o seguros de sí los muchachos de hoy? Sabemos que no es así.

Fray Marcos ¿Por qué tenemos miedo? Anhelamos lo que no podemos conseguir y surge en nosotros el miedo de no alcanzarlo. No estamos seguros de poder conservar lo que tenemos y surge el temor de perderlo. El miedo racional es la consecuencia de nuestros apegos. Creemos ser lo que no somos y quedamos enganchados a ese falso “yo”. No hemos descubierto lo que realmente somos y por eso nos apegamos a una quimera inconsistente. Jesús dijo: “La verdad os hará libres”. Los miedos, que no son fruto del instinto, son causados por la ignorancia. Si conociéramos nuestro verdadero ser, no habría lugar para esos miedos.

         Dios no es la garantía de que todo va a ir bien, sino la seguridad de que Él estará ahí en todo caso.

Tertuliano,«sangre de los mártires es semilla de cristianos» (apol. 50).

Catecismo, 2472: El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad:

         Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación (Ad gentes, 11).

san Josemaría Escrivá Hay que difundir las maravillas del Señor (…). Es necesario que llegue a todas partes la verdad de Dios: con la prensa y con otras publicaciones, con el cine, la radio y la televisión… Y esto es una labor vuestra

san Juan Pablo II: Morir por la fe es don para algunos; vivir la fe es una llamada para todos.

Benedicto XVI “El cristiano no debe tener miedo a ir a contracorriente por vivir la propia fe, resistiendo la tentación de uniformarse” (Benedicto XVI, Catequesis sobre el Credo, 23-I-2013)

Papa Francisco: ¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados por Cristo, discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel “amar hasta el extremo” que llevó a Jesús a la Cruz. No existe el amor por entregas, el amor en porciones. El amor total: y cuando se ama, se ama hasta el extremo. En la Cruz, Jesús ha sentido el peso de la muerte, el peso del pecado, pero se confió enteramente al Padre, y ha perdonado . Apenas pronunció palabras, pero entregó la vida. Cristo nos precede en el amor; los mártires lo han imitado en el amor hasta el final.

MIEDO “El enemigo debe tener miedo de nosotros y no nosotros del enemigo.” Santa Faustina Kowalska El miedo hace a los hombres creer lo peor. Curzio Malaparte El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal. Aristóteles El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son. Tito Livio El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor. Francisco de Quevedo y Villegas La violencia es el miedo a los ideales de los demás.
Mahatma Gandhi No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo. Nelson Mandela Para quien tiene miedo, todo son ruidos. Sófocles «Amparado en Cristo, lánzate, sin respeto humano, sin miedo, sin temor al fracaso, a la batalla apostólica, en la seguridad de que Cristo te acompaña y protege» Regnum Christi Todo aquel que emprende algo nuevo en la vida siente el miedo. Mari Carrillo Y Jehová va delante de tí. El estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te intimides. Deuteronomio 31:8

CONTO

         El pequeño Jaime recuerda una noche en casa de su abuela, la recuerda como la noche de la gran tormenta. Su padre tuvo que ir a buscarlo.

         Viento, agua, truenos y rayos llenaban el cielo oscuro y tenebroso.

         El padre de Jaime llegó con un impermeable grande y azul y le dijo: “Hijo, vamos a casa”.

         Cubrió a su hijo con su impermeable y los dos se enfrentaron a la tormenta. A pesar de la ferocidad de la tormenta el pequeño Jaime no tenía miedo. Sabía que su padre veía, abrazado a su padre, se sentía seguro. Poco después el impermeable se abrió y estaban en casa.

            “No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo”.

  Tomado de P, Félix Jiménez

UN CUENTO SOBRE LA CONFIANZA

         Jenny era una hermosa niña de cinco años, de ojos relucientes. Un día, mientras ella con su mamá visitaban unas tiendas, Jenny vio un collar de perlas de plástico que costaba 8 euros. ¡Cuánto deseaba poseerlo!. Preguntó a su mamá si se lo compraría.

         Su mamá le dijo:

         “Hagamos un trato. Yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y no te olvides que para tu cumpleaños, es muy posible que tu abuelita te regale 10 euros ¿Estás de acuerdo?”.

         Jenny estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas. Gracias a su esforzado tesón y a los 10 euros que le regaló su abuelita, Jenny canceló su deuda.  

         Jenny amaba sus perlas y las llevaba puestas a todas partes, menos cuando se bañaba, pues su mamá le había dicho que se volvía de color verde con el agua.

         Jenny tenía un papá que la quería mucho, Cuando Jenny iba a su cama, él se levantaba del sillón para leerle su cuento preferido.

         Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo:

         “Jenny, ¿tú me quieres?”

         “Oh, sí papá, tú sabes que te quiero”

         “Entonces, regálame tus perlas”.

         “Oh, papá, mis perlas no”, dijo Jenny.

         Una semana después, el papá volvió a preguntarle:

         Jenny, ¿tú me quieres?”.

         “Oh, sí papá, tú sabes que te quiero”.

         “Regálame tus perlas”.

         “Oh, papá mis perlas no, pero te doy a Lazos mi caballo de juguete. Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él”.

         “No, hijita, que Dios te bendiga y felices sueños”, le dijo el papá dándole un beso en la mejilla.

         Algunos días después, cuando el papá de Jenny entró en su habitación, Jenny estaba sentada en su cama y le temblaban los labios:

         “Toma, papá”, y estiró su mano.

         La abrió y en su interior estaba su querido collar de perlas de plástico, el cual entregó a su padre.

         Con una mano, él tomó las perlas de plástico, y con la otra sacó de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la cajita había un collar de perlas verdaderas. El papá las había tenido todo este tiempo esperando a que Jenny renunciara a la baratija de sus perlas para poder darle el collar de verdadero valor.

Tomado de P, Diego Millán

¡CORTA LA CUERDA, CONFÍA!

Un alpinista, desesperado por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo tanto subió sin compañeros. Su afán por subir lo llevó a continuar cuando ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire. El alpinista solo podía sentir la terrible sensación de la caída en medio de la total oscuridad. En esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. De repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.

En ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar: ¡¡¡AYÚDAME DIOS MIO¡¡¡ De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:- ¿QUE QUIERES QUE HAGA? – Sálvame Dios mío, contestó – ¿CREES REALMENTE QUE YO TE PUEDA SALVAR? – Por supuesto, Señor.

– ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE…Entonces, el hombre reflexionó….y se aferró más aún a la cuerda.

Se dice que, días después, el equipo de rescate encontró muerto a un alpinista congelado, agarrado con fuerza a una cuerda….. A TAN SÓLO DOS METROS DEL SUELO…

Tomado de P, Diego Millán

ANÉCDOTA

         El escalador, según cuentan, deja de temblar cuanto más arriba está. Los cristianos, tal vez temblamos demasiado, porque igual no estamos donde tendríamos que estar: dando con valentía, la razón y la cara, por nuestra fe.

Javier Leoz

         LA DIFICULTAD PARA DAR EL PRIMER PASO

         Aunque poco tengan que ver el paracaidista austríaco Felix Baumgartner y el atleta estadounidense Jesse Owens, lo cierto es que ambos consiguieron que el planeta contuviese la respiración ante lo extraordinario de sus saltos infinitos. Baumgartner, con aquel salto estratosférico a más de 39 000 metros de altura. Y Owens, atravesando el tiempo y fijando por entonces el récord mundial de salto de longitud en 8,13 metros; una proeza insuperable durante 25 años.

Tomado de PASTORAL SJ

         Según algunos estudios, el suicidio ha aumentado de forma notable y se ha convertido en la principal causa de muerte no natural en nuestro país. A veces el acto suicida ha sido provocado por alguna situación concreta (acoso, abusos, problemas económicos o sentimentales, depresión, enfermedades muy graves…), pero otras veces no se encuentra una razón de este tipo. La persona que da este paso se encuentra en una situación de sufrimiento interno extremo por desesperanza, no encuentra sentido a la vida y siente un vacío total. No hay nada ni nadie que le dé motivos para seguir adelante, y decide acabar con su vida para dejar de sufrir, porque no ve otra salida.

Tomado de A.C.G

EL ESTRÉS MATAEl

         Dr. Charles Mayo de la famosa Clínica Mayo dijo esto sobre la preocupación:

         “Hay una creciente montaña de evidencia de que la preocupación es el principal factor que contribuye a la depresión, el colapso nervioso, la presión arterial alta, los ataques cardíacos y la muerte prematura. El estrés mata”.

PARRESÍA

         La palabra parresía proviene de otras dos palabras griegas: pan, ‘todo’, y rema, ‘decir’, ‘hablar’. El sentido literal de este término, brotado inmediatamente de su etimología es ‘hablar o decir todo’ y quiere indicar, en primer lugar, el ‘decir todo’ en el sentido de ‘no guardarse nada’. Por eso, el significado primero de este sustantivo es ‘libertad plena en el hablar’. Hablar con parresía significa entonces, ‘hablar con total libertad interior, sin esconder ni callar nada de lo que se considera que hay que decir’. La palabra parresía implica desde su concepción etimológica el compromiso con la verdad. Por eso podemos decir que parresía en su sentido pleno es la ‘libertad de espíritu para decir la verdad’.

¿HAS contado alguna vez las veces que la Palabra de Dios nos recuerda que no tengamos miedo?

         Ciento once veces y tres veces ocurren en el Evangelio que acabamos de proclamar.

  Tomado de P, Félix Jiménez

CHISTE

SOBRE REZOS Y REZADORES:.

La abuela: “¿Ya rezas tus oraciones cada noche?”.

El nieto: “¡Por supuesto!”.

“¿Y por las mañanas?”.

“No. Durante el día no tengo miedo”.

A. De Mello, La oración de la rana

         Un día un misionero cristiano, salió a evangelizar a unas montañas.  Tenía demasiado hambre, entonces mira a lo lejos una cabaña donde hay muchas manzanas, y él las mira, y dice ¡que delicia! Acercándose tomó una y se la iba a comér cuando se recuerda que hay que darle gracias a Dios por la comida de cada día.

         Entonces orando dice: El señor es mi pastor nada me faltará. Y el Dueño de la casa aparece con un rifle y le dice: ¡¡Y en verdes pastos te hará descansar!!

– Pepito, ¿tú eres miedoso?

– ¡Qué va! ¡Yo no le tengo miedo ni al malamén!

– ¿Y ese quién es?

– No sé, pero siempre que rezan dicen «líbranos del mal amén».

POEMA

QUIEN TENGA MIEDO

Quien tenga miedo a andar,

que no se suelte de la mano de su madre

quien tenga miedo a caer,

que permanezca sentado

quien tenga miedo a escalar,

que siga en el refugio

quien tenga miedo a equivocarse de camino,

que se quede en casa…

Pero quien haga todo eso

ya no podrá ser hombre,

porque lo propio del hombre es arriesgarse.

Podrá decir que ama,

pero no sabe amar,

porque amar es ser capaz de arriesgar por otros.

Julián Ríos (Vientos de libertad)

 No tengas miedo al ruido

que se oye fuera,

es el viento que corre

sobre la hierba.

No tengas miedo al viento

que él es tu amigo,

el Viento Sur es bueno

para los niños.

Y cuando venga el dia

sadrás al campo

y jugaras con el viento

sobre los prados.

José Luis Hidalgo

NO TENGAS MIEDO

No tengas miedo de estar solo,

de mirarte interiormente

y de encontrarte en tu silencio.

Ten miedo, eso sí, de ser un solitario

aislado de tus hermanos, desconfiado,

sin amigos, y sin comunicación.

Nunca temas decir la verdad,

expresar con claridad lo que sientes

y afirmar aquello que has visto o has oído.

Teme, más bien, engañarte a ti mismo,

autoconvencerte de la mentira

o colocar máscaras sobre tu rostro.

No temas hablar con dificultad.

Ten miedo de no escuchar al que habla.

No tengas miedo de ser valiente y audaz.

Teme herir por tu silencio o por tu orgullo.

Coloca todas tus cualidades

en posibilidades de crecer y desplegarse.

Sé tú mismo en donde estés,

aceptando a los otros como son.

Vive con intensidad y dinamismo.

¡Rompe tus cadenas y levántate!

Y la vida será para ti un canto.

Y cada día será una fiesta.

Miguel Ortega Riquelme

ORACIÓN

 Tengo a la mano una oración del Cardenal Eduardo Pironio, argentino, en que se presenta ante Dios con mucho miedo. Tuve la gracia de tratar mucho con él y hablaba con frecuencia de la confianza, de la virtud de la esperanza; tal vez por el miedo que sentía. Extraigo partes de una de sus oraciones:

Señor,

Hoy necesito hablar contigo con sencillez de pobre, con corazón quebrantado pero enteramente fiel.

Sufro, Señor, porque tengo miedo,

mucho miedo, más que nunca.

Yo no sé por qué, o mejor, sí se por qué:

porque Tú, Señor, adorablemente lo quieres.

Y yo lo acepto.

Pero también escucho tu voz de amigo:

«No tengas miedo, no se turbe tu corazón.

Soy yo. Yo estaré contigo hasta el final.»

Repítemelo siempre Señor,

y en los momentos más difíciles,

suscita a mi alrededor almas muy simples

que me lo digan en tu nombre.

Tengo miedo, Señor, mucho miedo.

Miedo de no comprender a mis hermanos

y decirles las palabras que necesitan.

Miedo de no saber dialogar,

de no saber elegir bien a mis colaboradores,

de no saber organizar la diócesis,

de no saber planear,

de dejarme presionar por un grupo o por el otro,

de no ser suficientemente firme

como corresponde a un Buen Pastor,

de no saber corregir a tiempo,

de no saber sufrir en silencio,

de preocuparme excesivamente por las cosas al modo humano,

y entonces, estoy seguro de que me irá mal.

Por eso, Señor, te pido que me ayudes.

Me hace bien sentirme pobre,

muy pobre, muy inútil y pecador.

Ahora siento profundamente mis pecados.

He pecado mucho en mi vida

y tú me sigues buscando y amando.

Pero te repito, sigo teniendo miedo, mucho miedo.

No lo tendría si fuera más humilde.

Yo creo que me asusta la posibilidad del fracaso.

Temo fracasar, sobre todo, después de que me esperaron tanto.

Pero no pienso que Tú también fracasaste,

que no todos aceptaron tu enseñanza.

Hubo muchos que te dejaron porque «les resultaba dura» y absurda tu doctrina.

Nunca te fue bien, Señor:

te criticaron siempre y quisieron despeñarte.

Si no te mataron antes fue por miedo al pueblo que te seguía.

Pero te rechazaron los sacerdotes; te traicionó Judas; te negó Pedro;

te abandonaron todos tus discípulos

¿y no sufrías entonces?

Y yo, ¿quiero ser más que el Maestro y tener más fortuna que mi Señor?

Jesús, enséñame a decir que sí y a no dejarme aplastar por el miedo.

El Cardenal Pironio sabía ver en el sufrimiento la mano providente de Dios Padre. En su testamento espiritual escribe: Que nadie se sienta culpable de haberme hecho sufrir, porque han sido instrumento providencial de un Padre que me amó mucho.

Tomado de catholic.net

MEDITACIÓN

El amor puramente teórico no tiene consistencia.

Un vaso de agua puede ser la manifestación más auténtica de amor.

No tiene importancia ninguna lo que hagas.

Lo que vale de veras es la actitud de entrega en lo que hagas.

El amor es anterior a cualquier manifestación del mismo.

Pero si no se manifiesta no es amor.

Fray Marcos

CANTO

No Tengo Miedo-Letra (Himno Effetá)

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