CITA
“Si huele a viejo
Volvamos de nuevo a la Novedad.
¡Re-novémonos!”
S.Son
(Jer 7, 11; Zac 14, 21: “Y no habrá aquel día mercaderes en la Casa de Yahvé de los Ejércitos”)
Mc 15, 29¡Ea! , tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas, ¡sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz! ()
Mt 12, 6 Mas yo os digo que en este lugar hay uno mayor que el templo. ()
Mt 23, 38 Pues bien: vuestra casa quedará desierta.
Hch 6, 13Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este santo lugar. ()
Lucio Anneo Séneca Al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres.
San Agustín: “Aquel templo era una sombra: llegó la luz y ahuyentó la sombra”
Ese templo, el pueblo de Dios, los mismos hombres, son el lugar donde Dios escucha al que le ora. Sermón sobre el salmo 130, n. 1-2.
“la esperanza tiene dos hermosas hijas: la ira y el coraje. Ira contra las cosas que no están bien y coraje para luchar por cambiarlas”.
San Bernardo Somos nosotros (la Casa de Dios). Insisto, somos nosotros, pero en el corazón de Dios; somos nosotros, pero por dignación suya, no por dignidad nuestra. Sermón 5, 1. 8-10: Opera omnia. Ed. Cister, 5, 1968, 388-389. 394-396.
San Cesáreo de Arlés, Debemos disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la iglesia cuando venimos a ella. Sermón 229,1-3: CCL 104, 905-908.
San Buenaventura, «Francisco, ve y restaura mi casa, mira que está en ruinas» (Leyenda Mayor II, 1).
Madre Teresa: A la beata Madre Teresa le preguntaron una vez cuál sería, según ella, lo primero que se debería cambiar en la Iglesia. Su respuesta fue: Usted y yo.
S. Juan XIII, “Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior”.
San Juan Pablo II Jesús ha consagrado de una sola vez todos los templos del Pueblo de Dios. (18-03-1979).
Benedecto XVI Con la Pascua de Jesús se inicia un nuevo culto, el culto del amor, y un nuevo templo que es él mismo, Cristo resucitado, por el cual cada creyente puede adorar a Dios Padre “en espíritu y verdad”. 11 de marzo de 2012.
«La incapacidad de reconocer la culpa es la forma más peligrosa imaginable de embotamiento espiritual, porque hace a las personas incapaces de mejorar»
Papa Francisco, ¿se siente el Señor verdaderamente como en su casa en mi vida? ¿Le permitimos que haga «limpieza» en nuestro corazón y expulse a los ídolos, es decir, las actitudes de codicia, celos, mundanidad, envidia, odio, la costumbre de murmurar y «despellejar» a los demás? ¿Le permito que haga limpieza de todos los comportamientos contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos, como hemos escuchado hoy en la primera lectura? Cada uno puede responder a sí mismo, en silencio, en su corazón. «¿Permito que Jesús haga un poco de limpieza en mi corazón?». (8 de marzo 2015)
Dejemos que el Señor entre con su misericordia —no con el látigo, no, sino con su misericordia— para hacer limpieza en nuestros corazones
P. Raniero Cantalamessa, «Cuida de practicar lo que te hará feliz» (Dt 6, 3; 30, 15 s): éste, y no otro, es el objetivo de los mandamientos.
Marcel Proust “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.
Eucaristía Porque dar culto no es realizar ceremonias, sino hacer la voluntad del Padre. 1991/10
CONTO
EL ARTE DE HACER FUEGO
«Tras muchos años de esfuerzo, un inventor descubrió el arte de hacer fuego. Tomó consigo sus instrumentos y se fue a las nevadas regiones del Norte, donde inició a una tribu en el mencionado arte y sus ventajas.
La gente quedó tan encantada con semejante novedad que ni siquiera se le ocurrió dar las gracias al inventor, el cual desapareció de allí un buen día sin que nadie se percatara. Como era uno de esos pocos seres humanos dotados de grandeza de ánimo, no deseaba ser recordado ni que le rindieran honores; lo único que buscaba era la satisfacción de saber que alguien se había beneficiado de su descubrimiento.
La siguiente tribu a la que llegó se mostró tan deseosa de aprender como la primera. Pero sus sacerdotes, celosos de la influencia de aquel extraño, lo asesinaron y, para acallar cualquier sospecha, entronizaron un retrato del Gran Inventor en el altar mayor del templo, creando una liturgia para honrar su nombre y mantener viva su memoria y teniendo gran cuidado de que no se alterara ni se omitiera ni una sola rúbrica de la mencionada liturgia.
Los instrumentos para hacer fuego fueron cuidadosamente guardados en un cofre, y se hizo correr el rumor de que curaban de sus dolencias a todo aquel que pusiera sus manos sobre ellos con fe.
El propio Sumo Sacerdote se encargó de escribir una Vida del Inventor, la cual se convirtió en el Libro Sagrado, que presentaba su amorosa bondad como un ejemplo a imitar por todos, encomiaba sus gloriosas obras y hacía de su naturaleza sobrehumana un artículo de fe.
Los sacerdotes se aseguraban de que el Libro fuera transmitido a las generaciones futuras, mientras ellos se reservaban el poder de interpretar el sentido de sus palabras y el significado de su sagrada vida y muerte, castigando inexorablemente con la muerte o la excomunión a cualquiera que se desviara de la doctrina por ellos establecida. Y la gente, atrapada de lleno en toda una red de deberes religiosos, olvidó por completo el arte de hacer fuego».
Tomado de A, Mello, La oración de la rana
CAMBIAR YO PARA QUE CAMBIE EL MUNDO
El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo: De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: “Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo”.
A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: “Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho”.
Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente: “Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo”. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.
—————
Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo.
( “El canto del pájaro” de Anthony de Mello)
ANÉCDOTA
HELDER CAMARA
Obispo brasileño, que durante su vida “olió a oveja” más que nadie, cuenta la siguiente historia.
Un día unos feligreses de mi diócesis vinieron a suplicarme que fuera a su pueblo a celebrar una misa de purificación de su templo, su iglesia parroquial. ¿Por qué?, les pregunté.
Unos ladrones han saqueado nuestra iglesia, han destruido el sagrario, se han llevado los copones y, al largarse, han tirado por el barro de las calles las formas consagradas. Han profanado nuestro templo, le contaron consternados.
Por supuesto que fui y les dije a aquellos católicos indignados: Ustedes están horrorizados porque el cuerpo de Cristo ha sido arrojado al fango. Tienen razón y comprendo su ira, pero no olviden nunca que aquí y en otros muchos lugares de la tierra, el Cuerpo de Cristo es tirado a la basura cuando los más pobres, los más pequeños son machacados y humillados.
He leído muchas pintadas escritas con grandes letras en las fachadas de las iglesias y una me llama la atención: «La iglesia que más alumbra es una iglesia en llamas». Tienen razón, pero en llamas no de odio sino de amor, traducido en servicio a los machacados por la avaricia humana.
Tomado de P. Félix Jiménez
EL TEMPLO DE JERUSALÉN
El templo de Jerusalén no era como nuestras enormes catedrales, porque no estaba pensado para acoger a los fieles, que se mantenían en la explanada exterior. De todas formas, era un edificio impresionante. Según el tratado Middot, medía 50 ms de largo, por 35 de ancho y 50 de alto; para construirlo, ya que era un edificio sagrado, hubo que instruir como albañiles a mil sacerdotes. Comenzado por Herodes el Grande el año 19 a.C., fue consagrado el 10 a.C., pero las obras de embellecimiento no terminaron hasta el 63 d.C. En el año 27 d.C., que es cuando Juan parece datar la escena, se comprende que los judíos digan que ha tardado 46 años en construirse. En tres días es imposible destruirlo y, mucho menos, reconstruirlo.
Tomado de J. L. Sicre
8.000 PERSONAS
Jesús quiso manifestar con un acto profético, que aquella manera de dar culto a Dios no era la correcta. En esos días de fiesta podía haber en el atrio del templo 8.000 personas. Es impensable que un solo hombre con unas cuerdas pudiera arrojar del templo a tanta gente. El templo tenía su propia guardia, que se encargaba de mantener el orden. Además, en una esquina del templo se levantaba la torre Antonia, con una guarnición romana. Los levantamientos contra Roma tenían lugar siempre durante las fiestas. Eran momentos de alerta máxima. Cualquier desorden hubiera sido sofocado en unos minutos.
Tomado de Fray Marcos
KINAH
El término hebreo kinah usado en el Salmo 68 y que se traduce por celo, califica por lo general un ardor interior que la persona experimenta a causa de otra a la que ama apasionadamente, un como fuego o energía que le impulsa a defender, proteger o cuidar con acciones incluso violentas a quien es objeto de su amor. Kinah designa en el caso específico del salmo mencionado un celo religioso, el celo del hombre por Dios y por el lugar en el que Él mora entre los hombres, “la casa de Dios”, que también es celo por el cumplimiento de su Ley (ver Sal 118, 139). Kinah designa en otros momentos también el celo de Dios por su pueblo.
Dios se califica a Sí mismo como «Dios celoso» (Ex 20, 5). Es celoso por el ser humano, a quien creó por sobreabundancia de amor a su imagen y semejanza. Al escuchar “celoso” no hay que pensar en la connotación negativa de los celos, que llevaría a entender las cosas desde una sola interpretación. El mismo diccionario trae otras definiciones de celoso, como lo son por ejemplo: “solícito, diligente, cuidadoso, esmerado, meticuloso, entusiasta, afanoso, ardoroso”. Así hay que entender el celo de Dios por el ser humano. Es así como también hay que entender el celo del Señor Jesús por la casa de su Padre, un celo que lo devora, es decir, su amor al Padre es tan intenso que lo consume interiormente como un fuego incontenible, un fuego que le lleva a purificar la casa de su Padre de todo aquello que lo profana.
Tomado de Misa de domingo en Alforjas de Pastoral
SAN FRANCISCO
Fue el invierno de 1205, seguramente entre noviembre y diciembre, cuando un día San Francisco salió a caminar y entró en la iglesia de San Damián que se encontraba en los alrededores de Asís y que estaba en ruinas. Mientras Francisco rezaba delante del crucifijo, tuvo una visión de Cristo crucificado, donde oyó que Jesús le decía: “Francisco, repara mi iglesia. ¿No ves que se derrumba?”.
Tomado de Religión digital
LAS RIQUEZAS DE LA IGLESIA
La Iglesia Católica es la institución que más ha contribuido al progreso moral de la humanidad. Ella regeneró al individuo, libertándolo de la esclavitud; regeneró a la mujer, devolviéndole su dignidad; regeneró la familia, exigiendo para ella todos los derechos que le corresponden; regeneró la sociedad, transformando el Estado déspota y tirano en el Estado que recibe su autoridad de Dios y que sólo puede ejercerla en bien de sus súbditos.
La Iglesia Católica es Madre de la civilización occidental. Ella ha inspirado la arquitectura medieval, la pintura del Siglo de Oro, la escultura de todos los tiempos y hasta las grandes obras musicales.
Es imposible enseñar historia, arte o pensamiento prescindiendo de la Iglesia.
La Iglesia fundó los primeros hospitales, asilos y orfanatos de la Historia.
Las primeras escuelas de Europa nacieron a la sombra de los conventos de religiosos, y las universidades más célebres han sido fundadas por Papas. De las cincuenta y dos universidades europeas anteriores anteriores a 1400, cuarenta fueron fundadas por los Papas. Así París, Montpellier, Oxford, Cambridge, Heidelberg, Leiptzig, Colonia, Varsovia, Cracovia, Vilna, Lovaina, Roma, Padua, Bolonia, Pisa, Ferrara, Alcalá, Salamanca, Valladolid, etc.
Europa ha llegado a lo que es por el cristianismo. Si permitimos que se descristianice, se derrumbará. Ya lo dijo Dostoieski: «El occidente ha perdido a Cristo y por eso perecerá».
«Dios no concede a nadie privilegios de validez eterna. Si un pueblo deja de cumplir su voluntad, el Señor llama a otro pueblo y le confía esa misión, dejando que el anterior baje a la tumba que él mismo se cavó» .
Algunos censuran las riquezas de la Iglesia.
Es verdad que el Museo Vaticano vale mucho dinero. Pero eso no se puede vender. Es patrimonio de la humanidad, aunque esté en manos de la Iglesia.
Lo mismo que el gobierno español no puede vender el Museo del Prado para remediar una situación económica ruinosa.
El Museo del Prado es propiedad de todas las generaciones de españoles, no sólo de la nuestra.
Por otra parte la Iglesia contribuye mucho a remediar las necesidades de la humanidad. A parte de lo que hacen privadamente los católicos y las Órdenes Religiosas, el Vaticano, en 1966, dedicó setecientos millones a ayuda humanitaria
Y en el Vaticano hay más de cien organizaciones que se dedican a repartir limosnas a los pobres de todo el mundo.
«En el último ejercicio, el Óbolo de San Pedro ha recogido 52.456.054,37 dólares. Según ha podido saber «Zenit», en 1998, Juan Pablo II destinó 1.720.000 dólares a las poblaciones afectadas por calamidades y para proyectos de promoción cristiana; 1.313.000 dólares para las comunidades indígenas, mestizas, afroamericanas y campesinos pobres de América Latina; 1.800.000 dólares para la lucha contra la desertización y la carencia de agua en el Sahel. La gran mayoría de las ayudas del Papa son cantidades menos consistentes, de miles o cientos de miles de dólares, que no sólo pretenden ofrecer un remedio concreto, sino también estimular la solidaridad y caridad» .
En 1999 el Vaticano dio treinta millones de dólares en ayudas .
Y este mismo año 1999 Caritas Internacional destinó ochenta y dos millones de dólares para auxiliar a las víctimas de sesenta y cuatro situaciones de emergencia en el mundo .
Cáritas Española invirtió en 1998 más de 19.000 millones de pesetas en la lucha contra la pobreza .
Hay quienes dividen a los católicos en «conservadores» y «progresistas».
Esta división es muy simplista. Todos debemos ser, al mismo tiempo, conservadores y progresistas. Debemos conservar la verdad y ser fieles a ella. Pero también debemos progresar en la profundización de su conocimiento.
Si no conservamos bien la verdad, se corrompe; como un alimento mal conservado. Pero también debemos avanzar en su conocimiento.
Lo funesto sería avanzar por un camino equivocado: terminaríamos en el error
P. Jorge Loring
Tomado de Web Católico de Javier
CHISTE
LAS DEVOTAS
– Pero que haces aquí, ¿no ibas a la iglesia?
-Si pero han dicho ¡que entren las devotas!, así que yo me he venido para casa porque iba con sandalias.
HIPÓCRITAS
Un sacerdote se encuentra en la plaza del pueblo a un joven a cuya familia conoce.
– ¿Cómo es que no vienes nunca por misa?
– Pues la verdad, padre, es que está llena de gente que son unos auténticos hipócritas.
– Bueno, por eso no te preocupes, hijo, ¡siempre hay sitio para uno más!
Tomado de José Luis Rubio (100 chistes con la gracia de Dios)
POEMA
LA IGLESIA QUE YO QUIERO
Quisiera una Iglesia enamorada,
una iglesia sin acartonamiento,
una iglesia que exprese su alegría,
una iglesia que quiere ser fermento.
La Iglesia que yo quiero,
será lo que yo sea,
no pido entonces más
de lo que dar yo pueda.
Yo le ofrezco tan solo mi esperanza,
le ofrezco lo que soy lo que siento,
le ofrezco mis aciertos y fracasos
le ofrezco mi gozo y mi lamento.
La Iglesia que yo quiero,
será lo que yo sea,
no pido entonces más
de lo que dar yo pueda.
Tomado de Radio María
ORACIÓN
Y AL ENTRAR EN EL TEMPLO…
Demasiados monseñores y excelentísimas,
demasiados vicarios y reverendísimas
para ser espacio de igualdad y libertad;
¡ y cuántos padres para vivir en fraternidad,
cuando Tú nos dijiste que sólo aceptáramos
y llamáramos así a quien hace salir para todos el sol
y nos da gratuitamente su ternura y amor !
Demasiados títulos, honores y poderes,
demasiadas intrigas, prebendas e intereses
para ser casa solariega familiar;
¡ y cuántos códigos, normas y leyes,
burocracia, papeles e imposiciones
para ser posada de abrazos y acogida
para quienes andan necesitados !
Un espacio abierto que se amuralla,
un oasis que ya no atrae ni serena,
un refugio que cierra sus puertas y ventanas,
una barca para náufragos que anda a la deriva,
una casa solariega que exige reserva,
una viña con lagar que no alegra…
¡ ya no es lugar de Dios ni de oración !
Yo quiero una Iglesia en la que se pueda respirar,
que tenga pastores que huelan a oveja,
que acoja y defienda a emigrantes y sin papeles,
que se embarre con los que no pueden limpiarse,
que tenga un aire festivo y alegre,
que sus puertas permanezcan abiertas
aunque no haya dueños ni porteros vigilantes…
Quiero una Iglesia que sea templo de Dios,
lugar de encarnación,
punto de encuentro,
casa de fraternidad,
fábrica de sueños y proyectos,
experta en humanidad…
¡ no cueva de ladrones ni refugio de vividores !
Florentino Ullibarri
«Espíritu Divino, renueva tus maravillas en esta nuestra era como si fuera un nuevo Pentecostés, y concede que tu Iglesia, orando perseverantemente e insistentemente con un solo corazón y mente junto con María, la Madre de Jesús, y guiados por Pedro, promueva el reinado del Divino Salvador, el reino de justicia, de amor y de paz».
(Juan XXIII, al invocar el Concilio Vaticano II).
MEDITACIÓN
JESÚS DESALOJA EL TEMPLO
No se trata de una mera crónica, sino de una advertencia: si no se anda con cuidado, pronto se cae en el peligro de tergiversar la religión. Y tergiversarla es:
-vivirla al margen de toda implicación social y política;
-vivirla sólo de vez en cuando;
-acudir a ella sólo en los momentos de necesidad;
-emplearla para (supuestamente) dar culto a Dios y desentendernos del prójimo y sus problemas;
-refugiarnos en ella huyendo del «mundo»;
-hacer negocio a costa de ella;
-cambiar el servicio de Jesús lavando los pies en la última cena por el boato, la solemnidad y la parafernalia de ciertas ceremonias;
-emplearla como baremo para dividir y clasificar en «los nuestros» y «los otros» (y mirar como a inferiores a los que no son de los nuestros);
-usarla para controlar y dominar pueblos y/o personas;
-imponerla por la fuerza;
-valernos de ella para sentirnos superiores en lugar de ser más servidores;
-tomarla como un «seguro» en lugar de una apuesta en favor de la vida.
Y aún hay muchos otras formas de tergiversación. Hoy también hay, pues, mucha corrupción en nuestra forma de vivir la fe, y por eso necesitan de un buen «barrido»; acaso incluso necesiten un «desalojo a latigazos».
L. Gracieta Dabar 1991/16
CANTO
Sueño una Iglesia Grupo Ixcís
VIDEO
33 EL MUSICAL ♫ Los Mercaderes del Templo
EL BLOG DE X. PIKAZA
No convirtáis el templo (=iglesia) en una casa de negocios (Jn 2, 14-22) 05.03.2018
El pasado domingo (4.3.18, 3º de Cuaresma) he comentado los Diez Mandamientos (1ª lectura, Ex. 20), dejando para hoy el evangelio, la purificación del templo según Juan.
Tras haber entrado en Jerusalén como pretendiente mesiánico, para iniciar su reinado, en nombre de Dios, frente al poder imperial de Roma y sacerdotal de Jerusalén, conforme al testimonio de los sinópticos (cf. Mc, 11, 15-17 par), Jesús vino al templo para “limpiarlo”, es decir, para expulsar a los banqueros (cambistas) y a los comerciantes y vendedores de animales, pues quería que la casa de Dios, fuera espacio de oración y plenitud humana, no centro casa de comercio sacrificios.
Mc, Mt y Lc colocan la escena al final de la vida pública de Jesús, como compendio de su misión y causa de su condena a muerte.
Juan la sitúa al comienzo, como principio y sentido de toda su misión de Jesús
En ambos casos, ella tiene un fondo y sentido económico, ratificado con dos palabras fundamentales de condena:
— Según Mc 11, 17 Jesús dice a los negociantes y sacrificadores del templo que ellos lo han convertido en cueva de ladrones (spelaion lêstôn) con cita de Jer 7, 11, lugar para robar y guardar lo robado, en nombre de un dios falso.
— Jn 2, 16 les acusa de haber transformado el templo del Padre en un casa o emporio de negocios (oikon emporiou), en la línea de los grandes mercados marinos de oriente y occidente.
A lo largo de siglos el templo había sido lugar grandes disputas, con persas y samaritanos, macabeos y sirios, esenios (qumramitas) y saduceos, casi siempre por motivos de política religiosa.
Pues bien, Jesús lo critica y condena por razones más altas, de tipo económico , y lo que él dice del templo se aplica (mutatis mudandis) de forma muy clara a la Iglesia.
El tema era grave en tiempos de Jesús, y por eso le mataron. El tema sigue siendo gravísimo en el tiempo. Lea y valore mi comentario cada uno. Vea la posible relación entre el templo de Jerusalén (1ª imagen) y el centro de la Iglesia católica oficial (imagen 2ª).
Dedico esta postal con gran cariño a nuestra Iglesia, que el papa Francisco pretende que no no sea ni cueva de bandidos ni cada de negocios. Buen día a todos.
Versión de Marcos:
Y llegaron a Jerusalén y entrando en el templo
comenzó a expulsar a los que vendían y compraban en el templo.
Volcó las mesas de los cambistas
y los puestos de los que vendían las palomas,
y no consentía que nadie pasase por el templo llevando cosas.
Luego se puso a enseñar diciéndoles:
¿No está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en cueva de ladrones.
Los sumos sacerdotes y escribas se enteraron y buscaban el modo de perderlo, pues tenían miedo, ya que toda la gente estaba asombrada de su enseñanza (Mc 11, 15-18)
Versión de Juan:
Y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambis-tas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes;
y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas;
y a los que vendían palomas les dijo:
Quitad esto de aquí; no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de mercado.
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.» Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús (Jn 2, 14-22).
Introducción
Jesús realiza un gesto simbólico de condena y destrucción del templo desde una perspectiva económica, centrada en el rechazo de los cambistas y vendedores de animales (al servicio de los sacerdotes), cuyas funciones eran necesarias para un tipo de culto (de templo) conforme a la ley establecida. Derribar las mesas del dinero de cambio significaba rechazar el comercio sagrado, que se centraba en el cambio de monedas de impuesto sagrado, que cada uno traía de su propio pueblo o nación, por el shekel/siclo de Tiro, el único aceptable (por su estabilidad monetaria), y luego por la moneda simbólica del templo. Al mismo tiempo, ese gesto anunciaba, anticipaba y provocaba el derribo o destrucción del mismo templo, vinculado a sacrificios y dinero .
La misma lógica del mensaje de Reino de Jesús hace que él tenga que enfrenarse con el templo, para culminar su obra mesiánica (según el Evangelio de Juan para comenzarla). Jesús no se limita a purificarlo, condenando sus excesos, para que vuelva a estar limpio, como debió hallarse siempre, sino que anuncia y expresa simbólicamente su ruina como ratifica Mc 11, 12-14, 20-21 con el signo de la higuera, símbolo del templo: ¡Qué nadie coma nunca más sus frutos! (cf. Mc 11, 14, indicando así que el templo no tiene ya frutos de vida, sino de muerte):
‒Empezó a expulsar a los que vendían y compraban en el templo (Mc 11,15b; Jn 2, 13-15), es decir, a los que comerciaban con animales para los sacrificios. Marcos no tiene necesidad de precisar más los animales, eso lo hace Juan, indicando que se trata de bueyes/toros, propios de los grandes sacrificios, de ovejas/corderos (o cabras), propios de los sacrificios menores y finalmente de palomas, que servían para las ofrendas de purificación de los más pobres. El evangelio de Juan añade que Jesús expulsó no sólo a los vendedores (negociantes), sino a los mismos animales, superando así un tipo de culto sangriento de sacrificios de sangre (que según la Biblia había comenzado con Caín/Abel y con Noé, tras el diluvio: Gen 4 y 8-9).
De esa manera, Jesús hace imposible el culto de los sacrificios, fundados en la cría, preparación y compra/venta de animales, un negocio que culminaba en los patios externos del templo, bajo estricto control de los sacerdotes, que avalaban la pureza de los animales cumpliendo los requisitos de la ley del Levítico. En esa línea, Jesús ha «expulsado» del templo (esto es, de lo sagrado, del espacio de encuentro liberado y gratuito de los hombres y mujeres) a los poderes económicos/sacrales que lo controlaban. De esa manera, han visto y destacado los evangelios la relación más íntima que existe entre el orden sacrificial (muerte de animales, ofrenda de persona) y el orden religioso (culto de Dios), un tema que Gen 4 y Gen 8-9 (sacrificios de Caín/Abel y de Noé tras el diluvio) había presentado como claves de una vida humana centrada en el sacrificio y el dinero .
‒ Derriba las mesas de cambistas y de vendedores de palomas (Mc 11,15c; Jn 2, 15-17). No se limita a expulsar a los vendedores, sino que derriba su mesa de cambios, que era el centro neurálgico del tem-plo, banco de economía, con los puestos de venta de palomas (que se emplean para sacrificios meno-res). Éste fue en principio un gesto simbólico: Como caen estas mesas, vendrá a derrumbarse en el suelo el edificio «sagrado» del templo. Se trata de un símbolo que no se limita a decir lo que sucederá (¡caerá un día este templo…!), sino que lo provoca, haciendo así que caiga y termine una religión, esto es, una forma de comunicación sagrada fundada sobre bases económicas de tipo sacrificial.
El símbolo clave de este “negocio de templo” es la mesa de cambios, el equivalente de un banco. Éstas son las dos palabras que definen la economía moderna, centrada en los bancos donde se sien-tan los negociantes de dinero, cambiando unas monedas de calidad menor o dudosa por unas de calidad reconocida (shekel de Tiro) y finalmente por las monedas simbólicas de templo (todo bajo cobro abierto o velado de intereses); y centrada también las mesas donde se coloca y amontona ese dinero, siempre al servicio de los administradores del templo. En ese contexto, resulta muy significativa la importante que tanto Marcos como Juan conceden a las “palomas”, que son el signo de los sacrificios (ofrendas) de los más pobres (como indica Lc 2, 22-24), en un gesto que aquí queda resituado y superado. Significativamente, Jn 2, 16-17 supone que la gran sentencia de Jesús va dirigida sobre todo a los comerciantes de palomas, aparecen como representantes de ganaderos y comerciantes de animales, de cambistas de dinero y sacerdotes.
‒ Impide que transporten utensilios por el templo (Mc 11,16). Ésta es una indicación exclusiva de Marcos, quien supone que los atrios del templo son un lugar donde se produce un tipo de procesión constante de utensilios sagrados, que por otra parte son necesario para el culto. Esos utensilios (skeuos) pueden ser ante todo los «vasos sagrados», recipientes de sangre de animales sacrificados, jarras y vasijas de agua para las abluciones, con cargas de madera para quemar los sacrificios, incensarios, fuentes, vestidos sacrales y objetos necesarios para un tipo de culto fastuoso y frondoso como el de Jerusalén. El culto aparece así como un tipo de teatro, una representación elevada ante (por causa) de Dios, como si ella fuera la verdad y esencia de la oración.
Es evidente que Jesús (la iglesia de Marcos) quiere un culto en espíritu y verdad (cf. Jn 4, 23-24), es decir, en humanidad auténtica, sin necesidad de la gran representación económico-cultual que del templo de Jerusalén, considerado como una de las siete maravillas del mundo, gran centro econó-mico de oriente. Sobre los “vasos sagrados” del templo que, según la tradición, habían sido llevados por los caldeos a Babilonia, al tomar el templo (año 576 a.c.), se funda en gran parte el ideario religioso de un tipo de judaísmo sacrificial, como el que aparece al fondo de impresionante relato de la Cena de Baltasar (Dan 5).
En ese mismo contexto se sitúa el fantástico y emocionante relato de 2 Mac 2, según el cual el mismo Jeremías escondió aquel año (576 a.C.) en una cueva de monte del entorno la tienda, el arca y el altar del templo destruido, a fin de que siguiera allí hasta la llegada del tiempo mesiánico; por eso, hasta el final del tiempo no eran necesarios ese tipo de utensilios de templo. Sea como fuera, este Jesús de Marcos no quiere un templo con utensilios sagrados que se traen y llevan, sino libre de todo tipo de comercio.
— Gran condena: cueva de bandidos, casa de negocios (Mc 11, 17; Jn 2, 16). Tanto en la tradición de Marcos (a quien siguen Mt y Lc) como en la de Juan la escena acaba con una gran sentencia de Jesús, centrada en la distorsión económica de “casa” de Dios. Es muy posible que en el fondo de esa sentencia haya un recuerdo histórico, con una sentencia del mismo Jesús, que la iglesia ha recordado y que los dos evangelios han recreado de formas convergentes:
Mc 11, 17 condena a los “responsables” del templo diciendo que ellos han convertido la casa de Dios (esto es, de Jesús Mesías: oikos mou) en cueva de bandidos (spêlaion lêstôn). Ésta es una palabra tomada de Jer 7, 11, que vincula quizá el aspecto económico (esos responsables del templo utilizan la casa de Dios para robar y guardar lo robado) con el político-militar (es posible que Marcos aluda a los celotas de la guerra del 67-70, que aparecen así como ladrones-bandidos, que utilizan el templo como centro y base de su alzamiento). El templo aparecería así no sólo como principio de perversión econó-mica, sino también de violencia y contra-violencia política .
Por su parte, Jn 2, 16 interpreta el templo (que debía ser casa del Padre, lugar de encuentro con el Dios de gratuidad) como una casa de mercado (oikos emporiou), pero no en un sentido limitado de pequeña plaza (agora) de intercambios comerciales, sino en un sentido intenso de emporio económico, lugar de importantes transacciones. En competencia con los fenicios, los griegos crearon “emporios” o grandes centros mercantiles (ciudades-mercado) a lo ancho del Mediterráneo, desde Naucratis en Egipto hasta Ampurias/Emporio en Cataluña. Pues bien, en ese sentido los responsables del templo de Jerusalén (empezando por los sacerdotes) habían convertido el templo en un emporio, en una especie de gran centro comercial, ratificado por el Dios de los sacerdotes, al servicio de los mismos sacerdotes.
En ese contexto, tanto en el texto de Marcos como como en el de Juan, Jesús anuncia y provoca proféticamente el fin de este templo/mercado, con sus tres funciones (económica, política y religiosa). Otros muchos (en especial los judíos más helenizados) habían insistido en la verdad espiritual del templo, en su carácter radicalmente religioso. Pues bien, según Jesús, esa verdad más profunda del templo, en sentido económico y religioso, implicaba su destrucción (o transformación radical), en la línea de sus tres funciones principales, para que así pudiera cumplirse la promesa de Dios y llegara el Reino :
1. Función económica. El templo de Jerusalén constituía el centro mercantil del pueblo israelita, que se había comprometido a mantener sus instituciones y su culto, al menos tras la “restauración” del exilio (año 525 a. C.) y las reformas de Esdras y Nehemías (cf. Neh 10, 2-39). En principio, había sido un santuario regio, de manera que los reyes debían financiar su culto. Pero tras el exilio vino a convertirse en templo de la nación, de manera que, aunque los reyes como Herodes (e incluso los romanos) contribuyeran a sostenerlo y/o reconstruirlo, su mantenimiento fundamental se hallaba en manos del conjunto del pueblo judío.
En esa línea, como hemos visto al evocar las controversias y guerras del tiempo de los maca-beos, el templo funcionaba como banco donde los fieles depositaban (y los sacerdotes administraban) grandes sumas de dinero, y en esa línea el mismo Nuevo Testamento evoca, quizá en términos “iróni-cos”, el dinero del templo (cf. Mt 23, 16-22). Por otra parte, la mayoría de los habitantes de Jerusalén vivían, de un modo u otro, de las construcciones y trabajos de su gran edificio, de manera que el judaísmo de Judá y Jerusalén funcionaba a modo de “economía de templo”, como supone críticamente el mismo Marcos (Mc 14, 10 par), cuando señala que los sacerdotes emplearon su dinero para “sobornar” (o pagar) a Judas. De un modo consecuente, Mc 11, 17 dirá que el templo es una “guarida de ladrones”, y su religión un latrocinio. En la misma línea, pero todavía con más fuerza, Jn 2, 16 afirma, como he señalado ya, que el templo es una “casa de negocios”.
2. Función política. En un plano, los judíos habían separado religión y vida social, de tal forma que podían conservar su propia identidad religiosa y su práctica cultual mientras que el orden político que-daba bajo el Imperio. En esa línea, aunque estuvieran sometidos a Roma, los sacerdotes poseían gran autonomía y poder, de manera que F. Josefo puede hablar de un Estado Teocrático (fue el primero en emplear esta palabra):
Nuestro legislador no atendió a ninguna de estas formas de gobierno (monarquía, aristocracia, democracia…), sino que dio a luz el Estado teocrático, como se le podría llamar…, que consiste en atribuir a Dios la autoridad y el poder… ¿Qué ley podría ser más hermosa y más justa que la que atribuye a Dios el gobierno de todo, la que enco-mienda a los sacerdotes administrar los asuntos más importantes en interés público y que confía al Sumo Sacerdo-te, a su vez, la dirección de los demás sacerdotes… Los sacerdotes quedaron encargados de vigilar a todos, de dirimir las controversias y de castigar a los condenados… La legislación de Moisés prescribe un único templo para un único Dios… Los sacerdotes han de servirle continuamente (a Dios). A estos los ha de presidir siempre quien les precede por su linaje (Autobiografía. Contra Apión, XVI, 165. Cf. XXI, 185-187; XXIII, 192-194) .
En ese contexto se entiende la “traición” de Judas (especialmente en la versión del evangelio de Mateo), vinculada a la función político/monetaria del templo entendido como cueva de bandidos.
3. Función religiosa. El templo simbolizaba y expresaba la presencia de Dios en el pueblo. En ese sentido aparecía como lugar privilegiado de oración y purificación, especialmente de perdón de los pecados. Pues bien, esa función del templo había sido devaluada o declarada inútil por Juan Bautista, afirmando que Dios ofrece perdón por su bautismo y no por un ritual de templo. También Jesús declaró con su gesto que la función religiosa (¡purificación, perdón!) del templo había terminado, cuando afir-ma que debía ser sustituido por otro templo “no hecho por manos humanas” (cf. Mc 14,58; Cf. Hch 6, 14; 7, 48; 17, 24).
Las cosas que el hombre “fabrica” (entre ellas el templo) son “ídolos”, algo que puede ponerse y se pone al servicio del poder y el dominio de unos sobre otros. Pues bien, en esa línea, el culto del templo se entiende como idolatría, pues el verdadero templo es el cuerpo mesiánico (cf. Jn 2, 21; 1 Cor 3, 16), es decir, la humanidad reconciliada, que forma ya el Reino de Dios. Jesús no ha necesitado ni necesita el templo exterior para preparar y proclamar la llegada del Reino y así sube a Jerusalén para indicar, de manera pública y abierta, que su función ha terminado (en la línea de su proyecto de 6, 5-6: cuando vayas a orar no lo hagas para que te vean, entra en el secreto de tu casa…).
Desde ese tiple fondo (económico/político/sacral) ha de interpretarse el gesto de Mc 11, 15 Jn 2, 14 par, que condensa, según el evangelio, todo el mensaje de Reino. No fue una acción marginal, he-cha de paso, en un momento marginal de su evangelio, sino que ratifica y culmina su misión de Reino, en línea de condena y destrucción, centrada en el derribo de las mesas de dinero, rechazando así el comercio y economía del templo, con su función ya inútil, para proclamar una experiencia distinta de Dios, en dimensión de gracia, desde los más pobres .
Ese gesto es el culmen de la subida mesiánica de Jesús a Jerusalén. Si el templo siguiera siendo esencial para el encuentro de los hombres con Dios, el evangelio hubiera sido vano. En esa línea, la palabra central, «yo derribaré este templo, hecho con manos humanas, y en tres días edificaré otro, no hecho con manos humanas» (Mc 14, 58; 15, 29; Jn 2, 19), recreada por la tradición, recoge básica-mente el mensaje y profecía de Jesús, pues en sentido externo ella no se cumplió al pie de la letra (el templo siguió en pie cuarenta años, hasta la guerra del 67-70 d. C.).
‒ Yo destruiré este templo, hecho con manos humanas… (kheiropiêton, Mc 14, 58, cf. Hech 7, 41.48). El signo de Jesús (volcar las mesas…) expresa y promueve un elemento clave de su mensaje de Reino. El templo, construido por los mismos hombres (igual que la torre de Babel, cf. Gen 10), constituye un “capital humano” opuesto a Dios, de forma que Esteban (cf. Hech 7, 47-53) ha podido presentarlo como pecado original de Israel. El mismo Jesús que dirá poco después que se devuelva al César su dinero (Mc 12, 17), pero sin arrojarlo por el suelo, derriba aquí las mesas de dinero de los cambistas del templo, condenando sin matizaciones ni reservas su economía.
‒ Y en tres días edificaré otro, no hecho por manos humanas (Mc 14, 58). Ese templo, edificado por los hombres era, según eso, un ídolo que se interponía entre el hombre y Dios (como Mammón, cf. Mt 6, 24). Frente a ese templo/ídolo de aquellos, donde algunos quieren encerrar a Dios, al servicio de su seguridad y poder, se eleva Dios que creará precisamente la nueva “humanidad”, a los “tres días”, es decir, en el tiempo de plenitud escatológica del Reino. Éste es el tema central de Jn 2, 14-22, donde el templo de Jerusalén viene a ser sustituido por el gran “cuerpo de Cristo”, es decir, por la humanidad mesiánica: El templo es la vida de los mismos hombres y mujeres, en comunión de gratuidad .
Jesús proclama y anticipa (pone en marcha) un proceso destructor de la economía del templo, y lo hace de una forma hiriente para algunos judeo-cristianos posteriores, que han seguido acudiendo a orar allí (cf. Hech 2, 46; 3, ss). Es muy posible que muchos hayan interpretado la palabra de Jesús como promesa para el fin de los tiempos, y así esperan ese fin, hasta que caiga, pero, mientras tanto, ellos han de seguir acudiendo a sus atrios para orar, esperando el momento en que se convierte en “casa de oración, no de sacrificios, para todas las naciones” (cf. Mc 11, 17).
Jesús no ha luchado con armas contra el templo, ni ha criticado sus sacrificios por inmorales o carentes de legitimidad oficial (como han hecho quizá en Qumrán), pero ha dicho y realizado algo más hiriente, afirmando por un lado que ha perdido su función, pues llega el Reino y condenando por otra su perversión económica (con sus sacrificios). Ciertamente, unos decenios más tarde, tras su destrucción externa (70 d. C.), los judíos rabínicos reconstruirán la tradición nacional israelita, pero sin templo externo, acercándose así a la intención de Jesús. Pero la palabra y acción de Jesús había sido más incisiva (sobre todo en un plano económico), de manera que la misma iglesia posterior ha tenido dificultad en aceptar su sentido más hondo. Por decir lo que dijo y buscar lo que buscaba, Je-sús ha debido anunciar y promover la destrucción, al menos simbólica, del templo, buscando y pro-moviendo la caída de un orden religioso, social y económico de políticos y sacerdotes .
‒ Jesús vio el templo como patología económico-religiosa, centrada en el poder de los sacerdotes, en el dinero del tributo y en los animales que se compran y venden para ser sacrificados. Poemas y cantos, sacrificios animales y contratos de dinero se elevaban allí, al servicio del orden sagrado y de sus pode-res opresores, de manera que el mismo templo aparecía como cueva de bandidos (Mc 11, 27), ladrones organizados de un modo religioso, creando de esa forma un emporio (Jn 2, 16).
‒ Jesús condenó el culto del templo porque lo entendió como religión de bandidos-sacerdotes o de co-merciantes de un emporio económico, que se valen de Dios y de su culto para oprimir a los pobres, no para servirles. No lo condenó en nombre de un tipo de barbarie regresiva o de resentimiento contra su autoridad, sino desde la experiencia más alta del de la revelación gratuita de Dios, y sobre todo desde el amor y servicio a los pobres, en línea de fraternidad económica, en una línea de comunión y regalo de la vida, no en imposición y sacrificio. Lógicamente, por mantener su poder sacral y su economía fundada en el templo, los sacerdotes le condenaron a muerte .
Joseph Ratzinger (Benedicto XVI)
Jesús de Nazaret II: La «señal» de Cristo
… Según Juan, la purificación del templo tuvo lugar durante la primera Pascua de Jesús, al principio de su actividad pública.
En ella la promesa universalista de Isaías se entrelaza también con aquella otra palabra de Jeremías: «Habéis hecho de mi casa una cueva de bandidos» (cf. 7,11). En el contexto de la explicación del discurso escatológico de Jesús retornaremos aún brevemente a la lucha del profeta Jeremías a propósito y en favor del templo. Anticipamos aquí lo esencial: Jeremías se bate apasionadamente por la unidad entre culto y vida en la justicia delante de Dios; lucha contra una politización de la fe, según la cual Dios debería defender en cualquier caso su templo para no perder el culto. Sin embargo, un templo que se ha convertido en una «cueva de bandidos» no tiene la protección de Dios.
En la convivencia entre culto y negocios que Jesús combate, Él ve obviamente que se produce de nuevo la situación de los tiempos de Jeremías. En este sentido, tanto su palabra como su gesto son una advertencia en la que, sobre la base de Jeremías, se podía percibir también la alusión a la destrucción de este templo. Pero, como Jeremías, tampoco Jesús es el destructor del templo: ambos indican con su pasión quién y qué es lo que destruirá realmente el templo. Esta explicación de la purificación del templo resulta más clara aún a la luz de una palabra de Jesús que, en este contexto, es transmitida sólo por Juan, pero que de una manera deformada se encuentra también en labios de los falsos testigos durante el proceso de Jesús, según el relato de Mateo y Marcos. No cabe duda de que dicha palabra se remonta a Jesús mismo, y es igualmente obvio que se la debe situar en el contexto de la purificación del templo.
En Marcos, el falso testigo dice que Jesús habría declarado: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres» (14,58). Con eso el «testigo» se aproxima mucho quizás a la palabra de Jesús, pero se equivoca en un punto decisivo: no es Jesús quien destruye el templo; lo abandonan a la destrucción quienes lo convierten en una cueva de ladrones, como había ocurrido en los tiempos de Jeremías.
En Juan, la verdadera palabra de Jesús se presenta así: «Destruid este templo y yo en tres días lo levantaré» (2,19). Con esto Jesús responde a la petición de la autoridad judía de una señal que probara su legitimación para un acto como la purificación del templo. Su «señal» es la cruz y la resurrección. La cruz y la resurrección lo legitiman como Aquel que establece el culto verdadero. Jesús se justifica a través de su Pasión; éste es el signo de Jonás, que Él ofrece a Israel y al mundo.
Pero la palabra va todavía más al fondo. Con razón dice Juan que los discípulos sólo comprendieron esa palabra en toda su profundidad al recordarla después de la resurrección, rememorándola a la luz del Espíritu Santo como comunidad de los discípulos, como Iglesia.
El rechazo a Jesús, su crucifixión, significa al mismo tiempo el fin de este templo. La época del templo ha pasado. Llega un nuevo culto en un templo no construido por hombres. Este templo es su Cuerpo, el Resucitado que congrega a los pueblos y los une en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. Él mismo es el nuevo templo de la humanidad. La crucifixión de Jesús es al mismo tiempo la destrucción del antiguo templo. Con su resurrección comienza un modo nuevo de venerar a Dios, no ya en un monte o en otro, sino «en espíritu y en verdad» (Jn 4,23). ¿Qué hay entonces acerca del «zélos» de Jesús? Sobre esta pregunta Juan —precisamente en el contexto de la purificación del templo— nos ha dejado una palabra preciosa que representa una respuesta precisa y profunda a la cuestión. Nos dice que, con ocasión de la purificación del templo, los discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora» (2,17). Es una palabra tomada del gran Salmo 69, aplicable a la Pasión. A causa de su vida conforme a la Palabra de Dios, el orante es relegado al aislamiento; la palabra se convierte para él en una fuente de sufrimiento que le causan quienes lo circundan y lo odian. «Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello… Por ti he aguantado afrentas… me devora el celo de tu templo…» (Sal 69,2.8.10).
Los discípulos han reconocido a Jesús al recordar al justo que sufre: el celo por la casa de Dios lo lleva a la Pasión, a la cruz. Este es el vuelco fundamental que Jesús ha dado al tema del celo. Ha transformado el «celo» de servir a Dios mediante la violencia en el celo de la cruz. De este modo ha establecido definitivamente el criterio para el verdadero celo, el celo del amor que se entrega. El cristiano ha de orientarse por este celo; en eso reside la respuesta auténtica a la cuestión sobre el «zelotismo» de Jesús.
Esta interpretación encuentra confirmación nuevamente en dos pequeños episodios con los que Mateo concluye el relato de la purificación del templo. «En el templo se acercaron a Él ciegos y tullidos, y los curó» (21,14). Al comercio de animales y al negocio con los dineros, Jesús contrapone su bondad sanadora. Ésta es la verdadera purificación del templo. Jesús no viene como destructor; no viene con la espada del revolucionario. Viene con el don de la curación. Se dedica a quienes son relegados al margen de la propia vida y de la sociedad a causa de su enfermedad. Muestra a Dios como Aquel que ama, y a su poder como la fuerza del amor.
En total armonía con todo esto, además, aparece el comportamiento de los niños, que repiten la aclamación del Hosanna que los adultos le niegan (cf. Mt 21,15). De estos «pequeños» recibirá siempre la alabanza (cf. Sal 8,3), de los que son capaces de ver con un corazón puro y simple, y que están abiertos a su bondad.
Así, en estos pequeños episodios se apunta ya al nuevo templo que Él ha venido a edificar.
LOYOLA
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
Jesús realiza su actividad fundamentalmente en Galilea. Ésta es una Provincia lejos del centro religioso y de su capital, Jerusalén. En esta ciudad estaba el Templo, lugar en el que se tenía por cierto que la divinidad habitaba en el Santa sanctorum donde se guardaban las tablas de la Ley. También el Templo era el lugar donde se realizaban las ofrendas para cumplir la ley de Dios en momentos importantes de la vida, por ej para cumplir la ley era preciso circuncidar a los niños y por hacerlo se hacía una ofrenda: un cordero o un par de pichones. Lo realizaban los sacerdotes, por lo que una parte de la ofrenda era para que ellos pudieran vivir. Allí se encontraban los puestos de ganado y los cambistas para posibilitar las compras. Es por eso que era el Centro financiero del país. Para organizar todo este movimiento socio religioso estaba el Sanedrín, poder legislativo-ejecutivo-judicial, que además controlaba todo el funcionamiento de las sinagogas de los pueblos.
Pues bien, lo que estaban haciendo los cambistas y los ganaderos era perfectamente legal. Entonces Jesús ¿por qué realiza esa acción de expulsar a los vendedores, volcar las mesas de los cambistas, etc.? Jesús quiso realizar un acto profético. No podía ser una acción de mucha envergadura porque allí se concentraba mucha gente, entre siete y diez mil personas, hubiera supuesto un tumulto serio y no lo hubiese permitido la guardia del Templo que se encontraba a pocos metros, ni la guarnición romana un poco más allá.
La acción profética de Jesús la explican sus palabras: “¡No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre!” Estas palabras estaban tomadas de (Zac 14, 20): «En aquel día… (todos serán consagrados a Yahvé), todos los que quieran sacrificar comerán de las ollas… y ya no habrá comerciante en la casa de Yahvé aquel día”. Es decir, en aquellos días, en los tiempos mesiánicos, toda persona será “consagrada” a Yahveh. Todas las personas serán con-sagradas. Jesús con esta acción asume que los tiempos que profetizaba Zacarías han llegado por medio de su persona. Por eso “en aquel día, no habrá comerciante en la casa de Yahveh”. Consecuencia: Si todo es sagrado, y toda persona es sagrada, no es preciso ir al templo a encontrarse con lo sagrado (rezar). Se puede encontrar con Dios en cualquier lugar, en la vida diaria. Recordad que, un poco más adelante en el evangelio, a la pregunta de la samaritana: ¿dónde adoramos: en Jerusalén (Judea) o en Garizim (Samaría)? Jesús responde: los verdaderos adoradores adorarán en espíritu y en verdad.
¿Qué prueba nos das para que demuestres que tienes autoridad para actuar así? Nosotros tenemos permiso para hacer nuestros negocios aquí… Jesús responde: esta es la prueba: destruid este Templo (mi persona) y yo en tres días lo levantaré (que es el mismo verbo de resucitaré)… Es un signo profético al estilo de los antiguos profetas. Se cumplirá. Por eso dicen los apóstoles que cuando resucitó de entre los muertos los discípulos se acordaron de sus palabras y creyeron. Jesús, su persona, se sitúa como el nuevo Templo, el lugar donde Dios habita. Él es la referencia. Y con Él, las personas nos convertimos en Templo de Dios. Es lo que dirá Pablo: vosotros sois templo del Espíritu Santo.
2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo con Jesús y los Doce que llegan a Jerusalén en tiempo de Pascua… Voy fijándome en los miles de tiendas de campaña fuera de las murallas de la ciudad porque están llegando judíos de la diáspora, dispersos por todo el mundo entonces conocido, para celebrar la pascua… Les acompaño cuando entran en la ciudad camino del Templo y su explanada. Me situó como si presente me hallase… Estoy ahí con ellos, saboreando la compañía y observando el bullicio y la diversidad de tantas y tantas personas y grupos diferentes… Pido saber estar en silencio, observando, estar estando… aprender a conocer, a hacernos cargo de lo que sucede…. me tomo mi tiempo…
Con los Doce, acompaño a Jesús que observa todo en el Templo: las mesas de los cambistas, los lugares de sacrificios de los animales, el palacio del Sanedrín, la guardia de los soldados, el Palacio de Herodes… Observamos con Él… Hay un momento en el que vemos que coge unas cuerdas, las trenza y con ellas echa a los vendedores de vacas y ovejas, vuelca mesas de los cambistas… los Doce quedan estupefactos… se ha armado un buen lio. En la explanada del Templo están tensos por ver cómo reacciona la guardia… ¿Cómo me siento interiormente? Los discípulos están aguantando el tirón… ¿Qué es lo que me sale pedir? A lo mejor mantener la calma, que no me invada el miedo cuando hay tumultos por cosas que no entiendo… aprendo a estar en los conflictos por la fraternidad…
Tras el signo, en esa situación donde me encuentro con los Doce, Jesús toma la palabra: “¡Sacad eso de aquí! ¡No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre!»… Y los Doce recuerdan la profecía de Zacarías, cuando habla de los tiempos mesiánicos, donde toda persona será «consagrada a Yahvé, y comerán en las ollas; y ya no habrá comerciantes en la casa de Yahvé en aquel día»… Los discípulos comentan que lo que ha hecho ha sido un signo al estilo de los antiguos profetas, recordando que “el celo por tu casa me devora”… Los discípulos están junto a Él para hacer piña y sentirse más protegidos… Yo pido aprender a vivir signos conflictivos que recuperan la dignidad de las personas… ¿Cómo me siento?, ¿con alegría?, ¿con miedo?, ¿sorprendido?… Pido ir asimilando lo que ha sucedido… y pido también ser capaz de hacer, como Jesús, signos adecuados al hoy… Hago mi propia petición… me tomo mi tiempo…
Empieza a llegar un grupo grande de gente donde está Jesús… Le veo esperar plantado… Él sabe bien qué hace… Algunos le preguntan a bocajarro: “¿Quién te crees… quién te ha dado derecho a hacer esto… qué prueba nos das de que tienes autoridad para hacer esto?… » El conflicto está servido… Sigo acompañando a Jesús y los Doce, en una situación bien complicada. Jesús responde: “destruid este templo y yo en tres días lo levantaré”, destruid esta vida y yo en tres días la resucitaré… los discípulos se quedan impresionados porque en ese signo profético compromete su vida, incluso si le matan, resucitará. Se juega la vida en lo que dice, lo que está haciendo es de Dios… ¿Cómo me deja esa apuesta de vida?, ¿me fío, sin más pruebas, que su palabra es cosa de Dios?… Pido con los discípulos fiarme de Aquel con quien he echado mi suerte (aunque no entienda) en tantas situaciones de la vida… Me tomo mi tiempo…
4. JESÚS Y YO
Sigo en el templo en esa confrontación de Jesús con la gente por el signo realizado y, cuando la situación se calma un poco, Jesús fija su mirada en mí y me dedica su tiempo. Me dice: “Qué importante que lleguen los tiempos en que toda persona sea con-sagrada y por tanto digna, inviolable”… Escucho con atención, Jesús me deja tiempo para saborear lo sagrado de las personas y repito en mi interior: “toda persona es sagrada, toda persona es inviolable” a fin de retenerlo en mi corazón y desear eso para todo aquel con quien me encuentre… “toda persona es digna” por el mero hecho de existir… Me tomo mi tiempo para traer a mi imaginación tantas personas con las que me encuentro en mi vida y aprovecho para considerarlas sagradas… voy trayendo unas y otras y les digo a cada una: “tu eres digna, eres sagrada, Dios te ama…»
Jesús sigue conmigo. Ahora tomo yo la palabra. Le cuento que es difícil asimilar los muchos cambios que Él trae para aquella sociedad que tenía su inercia y decían: “las cosas son así porque siempre se han hecho así”… Pero Jesús toma la palabra y me responde: “se trata de poner en práctica lo que ya los profetas anunciaron para los tiempos mesiánicos… todos serán consagrados y todos comerán juntos el alimento, lo repartirán, no comerciarán en el Templo”. Voy comprendiendo que el Templo es el lugar para considerar al otro como un igual, sagrado, consagrado como yo… es el lugar del reparto, del intercambio del alimento entre iguales y no del negocio y del intercambio comercial… esto es otro dinamismo… ¿Cómo me hace sentir?… Pido aquello que me sale pedir y también vivir así la realidad religiosa y social… tener los mismos sentimientos de Jesús…
Jesús me sigue hablando: “hay cosas que están tan arraigadas en el imaginario religioso que sólo se pueden cambiar poniendo la propia vida como contrapartida”. Escucho con temor la apuesta que eso supone y el riesgo que entraña… son momentos en que uno ha podido mirar con ojos de verdad a la muerte porque con esas palabras arriesga su vida… pone su vida por testigo, aunque le maten… ¿Cómo me deja?… Y pido… a lo mejor quiero pedir esa valentía, ese aplomo, ese saber crear conflictos por la dignidad de la persona y por la fraternidad… me tomo mi tiempo…Y le doy gracias por el riesgo que ha asumido por la dignidad…
5. COLOQUIO
Con Jesús. Lo hago en forma de resumen de lo vivido en la oración. Le cuento lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, un texto, una palabra, una imagen… Le pido, le doy gracias…
2021
Un día máis PALABRA nos leva moi alto, e dende este monte te saudamos…
Monte Sinai 10 MANDAMIENTOS
Repasalos En positivo «Cuida de practicar lo que te hará feliz»
(Dt 6, para crecer en libertad vida plena
Ama a Deus e bendecirate por mil xeracions, alaba o seu nome, descansa un dúa a semana para dedicarte a ti, familia a El, ama a teus pais (duros con eles)e serás moito mais gozosa, ama a vida, fidelidade felicidade, por moito que collas o que É de otros non seras máis rico, dar te fai rico, bendita por falar ben animar alegrar, xq criticar MENTIR, COLGAR SANBE INFELIZ…eres afortunado por todo o que tes alguen quixera ter o que ti tes SIMPATIA, ALEGRIA., FAMILIA, SORTE BONDDE
Salmo 18 es descanso del alma alegran el corazón Más preciosos que el oro,
613 mandamientos bíblicos 365 prohibiciones
Culto RITOS templo único Xerusalen acuñou a súa propia moeda
centro financeiro máis importante de Oriente Medio.MILES PEDREGRINOS
aristocracia sacerdotal privilexios
rodeado de postos de venta, chiringuitos ESCOITA O QUE SUCEDEU AQUEL DÍA
Evanmxeo PURIFICACIÓN DEL TEMPLO
ROMERIAS E SANTUARIOS Chiringuitos eclesiales comerciar con lo divino “vender nuestro producto”, RAIÑA Con la Pascua de Jesús se inicia un nuevo culto, el culto del amor, y un nuevo templo que es él mismo, Cristo resucitado, …y cada cristiano piedra viva de este edificio espiritual. BENEDICTO
TODOS SOMOS PIEDRAS DE ESTE TEMPLOpedra bóveda ou columna
Es hora de la purificación y esta empieza por mi. CULTO E AMAR si non che axuda a amar tíra, silencia ANAQUIÑO DE FACHADA Que resplandeza este templo para su gloria. 2 COUSAS SON NECESARIAAS
Estos 10 resume en 2 San Agustín al decir: «Ama y haz lo que quieras».
SECRETO na 2 lectura NA CRUZ ESTÁ A FORZA DE DIOS, EN AMAR ATA O FINAL
Queremos ofrecerche o culto que te agrada, danos a tua forza para amarte e chegar a perdoar a quen nos ten ofendido…XA SEI QUE PENSAS QUE NON O CONSEGUIRAS PERO DILLO CON FE Ó…
NOSO PAI
Quiza en pouco tempo, tal como se están poñendo as cousas, os templos pasen a ser propiedade do estado pero o verdadeiramente preocupanjte e permitir ó enemigo que destroce coa división o TEMPLO dos q decimos creer en Xesús
MI CASA ES CASASi salís de la oración con la cara triste y enfurruñada, se verá enseguida que no habéis hecho la oración como se debe.” Francisco de Sales
CITA
San Agustín “la esperanza tiene dos hermosas hijas: la ira y el coraje. Ira contra las cosas que no están bien y coraje para luchar por cambiarlas”.
“El cristiano que está en verdadera intimidad con Jesús nunca atraerá la atención a sí mismo” (Oswald Chambers)
“solamente es posible alcanzar la plenitud de lo «divino» en la medida en que nos empeñamos por lograr la plenitud de «lo humano»” (J. Mª Castillo).
Helder Camara, obispo brasileño, que durante su vida “olió a oveja” más que nadie, cuenta la siguiente historia.
Un día unos feligreses de mi diócesis vinieron a suplicarme que fuera a su pueblo a celebrar una misa de purificación de su templo, su iglesia parroquial. ¿Por qué?, les pregunté.
Unos ladrones han saqueado nuestra iglesia, han destruido el sagrario, se han llevado los copones y, al largarse, han tirado por el barro de las calles las formas consagradas. Han profanado nuestro templo, le contaron consternados.
Por supuesto que fui y les dije a aquellos católicos indignados: Ustedes están horrorizados porque el cuerpo de Cristo ha sido arrojado al fango. Tienen razón y comprendo su ira, pero no olviden nunca que aquí y en otros muchos lugares de la tierra, el Cuerpo de Cristo es tirado a la basura cuando los más pobres, los más pequeños son machacados y humillados.
He leído muchas pintadas escritas con grandes letras en las fachadas de las iglesias y una me llama la atención: «La iglesia que más alumbra es una iglesia en llamas». Tienen razón, pero en llamas no de odio sino de amor, traducido en servicio a los machacados por la avaricia humana.
«Cuida de practicar lo que te hará feliz» (Dt 6, 3; 30, 15 s): éste, y no otro, es el objetivo de los mandamientos.
Casaldáliga el cristiano tiene que vivir siempre sublevadamente.
Dante: «Sed, cristianos, más firmes al moveros: / no seáis como pluma a cualquier soplo» (Par. V, 73 s.).
CONTO
Una señora fue al médico y le presentó la lista de todas sus enfermedades. Después de examinarla el médico concluyó que era su actitud negativa ante la vida, la ira, el coraje, el resentimiento… lo que hacía que estuviera enferma.
El médico le mostró una estantería llena de frascos y le dijo: «¿Ve esos frascos? Todos tienen distinta forma pero todos están vacíos.» Yo puedo tomar un frasco y llenarlo con veneno o una medicina. La decisión es mía.
Cada día que estrenamos es como un frasco vacío. Podemos elegir llenarlo con actitudes positivas: amor, servicio a Dios y a los hermanos…o con el veneno del odio, el rencor, la indiferencia, el pesimismo… La elección es siempre nuestra.
Estamos reproduciendo varios fragmentos tomados de «Teología en serio y en broma», en homenaje a José María Díez Alegría.
Está escrito hace treinta y cinco años, lo que nos permite asombrarnos de la lucidez y el sentido profético de este hombre.
Y, sin embargo, la realidad a que ha conducido la platonización de la iglesia, es tan prosaica como la fabricación de la coca-cola.
Me explicaré.
La platonización idealista de la iglesia, el secuestro de Jesús por los jerarcas, que se han puesto entre Él y el pueblo, ocultándolo más o menos, y el consiguiente autoritarismo de esos hombres del «establecimiento» eclesiástico, han dado al traste con la comunidad eclesial.
El moderno mundo capitalista está lejos de la poesía de Platón. Su idealismo, o sea su superestructura conceptual, no se plasma en la suprema idea del bien, sino en la Sociedad Anónima por acciones.
Y la iglesia, bajo la cobertura de un etéreo abstraccionismo, ha ido a parar, estructuralmente hablando, en una cosa muy parecida a una empresa anónima de producción y distribución de artículos de dietética religiosa. Una especie de fábrica de coca-cola espiritual.
Una empresa anónima, una razón social que no se identifica con ninguna persona de carne y hueso. Y con eso la «responsabilidad limitada». Se pueden cometer atropellos. Pero no responde nadie. Es «la empresa». (Es la iglesia: si Vd. es buen cristiano, debe callar; contra la iglesia no se puede decir nada).
El presidente de la empresa. Los altos ejecutivos. Los empleados y empleadas. Y el público, que es el consumidor. Y que, para la empresa, sólo tiene esa función: ser cliente.
El consumo es individualista; se va al comulgatorio como a la barra del bar. Yo voy a hacer mi consumición. Y el de al lado va a hacer la suya. Y cada uno a su casa.
Esto no es ninguna caricatura. Es un esquema sociológico que sirve lo mismo para la empresa de coca-cola que para la iglesia católica, Ciertamente hay en esto un humorismo esperpéntico. Pero no es literario. Viene de la realidad.
El papa dirige. Los obispos son jefes de departamento. Los curas y monjas fabrican sacramentos, catequesis, liturgias. Y el público de fieles consume. No hace más que recibir. Consumir. Los locales son públicos. Se entra a ellos como al cine o al bar. Individualmente, a recibir el servicio, la consumición.
Y no existe la comunidad eclesial sino la empresa eclesial de servicios, de suministro de celestiales ultramarinos. Y luego el público, la clientela.
Y la clientela está fuera de la empresa.
Esto es de tal manera contrario a la esencia de la iglesia, que es comunidad de creyentes, que nos deja perplejos. Es una tragicomedia, como «La Celestina».
La iglesia es hoy, con apabullante realidad, una criatura con la cabeza en el suelo y los pies por el aire.
No hay nada que hacer, mientras no ponga los pies en el suelo y se apoye en ellos.
Los pies son la comunidad de creyentes. Creyentes con fe personal, que es una opción esencial de cada uno, y nada menos que una «gracia», una revelación del Espíritu en cada uno.
¿Pero cómo darle esta vuelta de campana, sobre todo teniendo en cuenta que se ha convertido en una armadura pesadísima, con una cabeza muy caliente y unos pies muy fríos? (Fríos no por culpa de ellos, sino porque la cabeza los puso hace mucho tiempo en hibernación).
Con todas las dificultades y las ambigüedades que se quiera, el porvenir está en verdaderas comunidades de base. Y en que el «ministerio» sea servicio de la comunidad, apoyado en ella y viviendo de ella. La comunidad está a la base del ministerio. Y no al revés.
El primer paso sería renunciar al autoritarismo de los «hombres de iglesia», sobre todo de los más altos.
Pero es éste un hueso duro de roer. No es blando y dulce como los «huesos de santo».
Quizá estamos en una época en que hay que ir adelante con una gran libertad interior, recordando que donde están dos o tres reunidos en nombre de Jesús, allí está Jesús en medio de ellos.
Y procurando ser pacientes con todos, como Pablo recomendaba a los fíeles de Tesalónica; o, como les decía a los romanos, en su carta: «en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres» (Romanos, 12, 18).
José María Díez Alegría
«Teología en serio y en broma»
Pero los diez mandamientos hay que observarlos en conjunto; no se pueden observar cinco y violar los otros cinco, o incluso uno solo de ellos. Ciertos hombres de la mafia honran escrupulosamente a su padre y a su madre; pero se permitirían «desear la mujer del prójimo», y si un hijo suyo blasfemia le reprochan ásperamente, pero no matar, no mentir, no codiciar los bienes ajenos, son tema aparte. RAINIERO CANTALAMESSA
CANTO
“NO HAY PAREDES” Jesús Adrián Romero
“El aire de tu casa”
Purifica mi Templo – Martha Ce. Torres
Mont Sainte-Victoire | Paul Cézanne | 1902-04
Hay cuatro montes que son muy importantes en la vida de Jesús de Nazaret:
El Monte de la Tentaciones
El Monte de las Bienaventuranzas
El monte de la Transfiguración
El monte Calvario
Antes de hablar de estos cuatro montes es importante que tengamos algo muy claro: No pensemos que Jesús vencía las tentaciones porque era Dios, si así fuese estábamos perdidos. No, ni tan siquiera tenía respuestas divinas. Era plenamente humano y sus respuestas eran solamente humanas y solo por eso eran también plenamente divinas. Si nos quedamos solo en su divinidad viviríamos frustrados y perdidos y Él no sería el modelo sobre el que edificar un proyecto de vida, porque “solamente es posible alcanzar la plenitud de lo «divino» en la medida en que nos empeñamos por lograr la plenitud de «lo humano»” (J. Mª Castillo).
Conocer al Jesús humano es conocer al que humaniza los sentimientos religiosos de los hombres liberándolos de los rigorismos que deshumanizan. Nosotros conocemos al Jesús humano, el que es carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre y por eso en Él encontramos la fortaleza de su divinidad, porque la fuerza de Dios, como nos lo dice San Pablo, se realiza en la debilidad (2Cor 12, 9), tal como se nos manifestó en Jesús de Nazaret.
Con profunda reverencia tenemos que leer dos textos de la Carta a los Hebreos que profundizan en este tema:
El primero, Hb 4, 14-15: “Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote, que penetró los cielos, -Jesús, el Hijo de Dios- mantengamos nuestra confesión de fe. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, ya que ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el pecado”. Y cuando la Carta a los Hebreos dice «EN TODO», pues es «EN TODO».
El segundo, Hb 5,7-9: “Él, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, por los padecimiento aprendió la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa eterna para todos los que le obedecen”.
La tentación persigue a la comunidad cristiana a lo largo de los siglos y, tanto al principio como hoy, es la misma: la de no querer asumir la carne de Jesús. Como dice J. Mª Castillo en su libro LA HUMANIDAD DE JESÚS: “La mayor dificultad no estuvo en la aceptación la divinidad de Cristo, sino en la aceptación de su humanidad”. Y, mirad: Si Jesús no hubiese asumido nuestra carne, ¿en quién podríamos encontrar fuerza y luz para nuestras vidas y en nuestras tentaciones y debilidades?
Contemplar a Jesús es caminar con Él por el misterio de su vida, porque el relato de las tentaciones no nos narra una historia, sino un misterio, el misterio insondable de la libertad constantemente amenazada por la triple tentación del poder: el poder del bienestar (convertir las piedras en pan); el poder de dominación (mandar en el mundo entero); el poder religioso (caer desde lo más alto del Templo como llovido del cielo).
Subir con Él a esos montes es adentrarnos en la clave de lo que constituye el misterio de nuestra salvación. Cada monte es un paso para el siguiente. La determinación que hace Jesús de Nazaret en cada uno lo preparaba para una nueva subida, pasando siempre, y esto es muy importante, por el llano.
El monte de las tentaciones es la síntesis de los pasos que pudieron ser equivocados en la vida de Jesús: La rendición de su vida al poder a cambio de su entrega total a las fuerzas del mal: “Si te postras y me adoras”.
El monte de la Bienaventuranzas es el NO rotundo al mesianismo que le ofrecía el tentador en la montaña del desierto. Todo el discurso programático contenido en el Sermón del Monte no ofrece ninguna duda al respecto. ¿Dónde está la tentación? En la admiración de la gente: “Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos. La gente se asombraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas” (Mt 7,28-29).
El monte de la Transfiguración es la confirmación y el reconocimiento del Padre de la vida y la obra de Jesús que camina hacia Jerusalén con todo el peso de un futuro incierto, pero era necesario hacer el camino. En el Tabor la tentación tiene un nombre: Pedro. Poco antes de este episodio Jesús llamó a Pedro Satanás porque quería apartarlo del camino de la pasión.
El cuarto monte, el Calvario, está muy presente en nuestras vidas, es nuestra gran tentación huir de él, porque en ese monte: “Triunfa el enemigo, la no-iglesia, el estado de injusticia, los blasfemos, aquí triunfa satanás sobre Dios” (Jürgen Moltmann). Nuestra fe tiene que comenzar donde todos los hechos la abandonan, donde precisamente los ateos creen que todo acaba, tiene que nacer de la nada y la pura nada, que, como dice el Maestro Eckhart, es Dios. La tentación es no querer admitir el fracaso de Jesús de Nazaret y su grito desgarrador al Padre que nos aterra: “¿Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?” (Mt 15,34). Si vencemos este miedo al abandono entramos en el camino más puro de la fe: El abandono total del ser en las manos acogedoras del Padre.