E Algo +: Santísimo Corpo e Sangue de Cristo – A

CITAS

Dios ha muerto, Nietszche ha muerto

y yo no gozo de buena salud

(Woody Allen)

«¡Oh sagrado banquete, en el que se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da un anticipo de la gloria!».

S. Ignacio de Antioquía: «No encuentro ya deleite en el alimento material ni en los placeres de este mundo. Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible. No quiero ya vivir más la vida terrena».

Y San Agustín: No te cambiarás tú en ti, como el alimento de tu carne, sino que tú te cambiarás en mí.

San Juan Crisóstomo “¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo?. No lo desprecie, pues cuando lo encuentres desnudo, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo “esto es mi cuerpo”, y con su palabra llevó a la realidad lo que decía, afirmó también: “Tuve hambre y me distéis de comer”, y más adelante: “Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos… ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adorna la mesa de Cristo”. sobre el evangelio de san Mateo 50,3-4

San Isaac de Nínive, Signo luminoso de la belleza de tu alma será este: que tú, examinándote a ti mismo, te encuentres lleno de misericordia hacia todos los hombres, que tu corazón se conmueva por la compasión que sientes por ellos y que arda como el fuego, sin hacer distinción de personas. De esa manera, la imagen del Padre que está en los cielos se revelará continuamente en ti.

¿Quieres tener comunión con Dios en tu mente? ¡Persigue la misericordia! Porque cuando florecen en ti todos los actos de misericordia, viene a reflejarse, dibujada en ti, en todos sus rasgos, aquella santa belleza de la comunión con Dios. El don de la humildad)

S. Cirilo comentando el texto de S. Lucas 22, 19: “Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”, declara: “No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la Verdad, no miente”». Catecismo 1381

San Ignacio: «En todo amar y servir».

Santa Teresa de Calcuta La santa comunión, como la palabra misma implica, es la unión íntima de Jesús con nuestra alma y nuestro cuerpo. Si queremos tener la vida y poseerla abundantemente, debemos vivir de la carne de nuestro Señor. Los santos lo comprendieron tan bien, que podían pasar horas preparándose y más todavía en acción de gracias. Jesús, la palabra hablada Capítulo 6.

San Josemaría Escrivá “Cuando hayáis comulgado, y el corazón se os vaya a dar gracias a Dios, considerad que habéis recibido la Humanidad Santísima de Jesucristo ‑su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad‑, y con ella, toda la Trinidad, porque el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo son inseparables. Pensad que, al destruirse las especies sacramentales, desaparece la presencia real, pero queda en nuestras almas y en nuestros cuerpos ‑que son su templo‑ Dios Espíritu Santo ().

San Alberto Hurtado S.I., Hacer de la Misa el centro de mi vida. Prepararme a ella con mi vida interior, mis sacrificios, que serán hostia de ofrecimiento; continuarla durante el día dejándome partir y dándome… en unión con Cristo.

¡Mi Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada!

Después de la comunión, quedar fieles a la gran transformación que se ha apoderado de nosotros. Vivir nuestro día como Cristo, ser Cristo para nosotros y para los demás:

¡Eso es comulgar!

(La Búsqueda de Dios , Ed. Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2005, Pág. 213-216)

San Padre Pío de Pietrelcina -Padre ¡me siento tan indigno de comulgar!, Verdaderamente soy indigno de ello.

Respuesta: -Es verdad, no somos dignos de un tal don; pero una cosa es participar indignamente de la comunión, en estado de falta grave, y otra cosa es no ser dignos de ello. Todos somos indignos de comulgar; pero es Jesús mismo quien nos invita, es él quien lo desea. Seamos, pues, humildes, y recibámoslo con un corazón lleno de amor. Carta del Padre Pío, Vicenza 1969, p. 55

San Juan Pablo II, Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad. Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia: Fuente y cumbre nn. 14.16.18.22

Benedicto XVI, no es el alimento eucarístico el que se transforma en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos por ser cambiados misteriosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos a él; « nos atrae hacia sí ». Exhortación Apostólica Post-Sinodal sobre la Eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia, n. 70.

La comunión diaria permite encontrar el centro de la vida. Luz para el mundo; El magisterio de Benedicto XVI, 2005-2006, Selección de textos, Editor Nicolás Massmann, Centro de estudios cultura cristiana, 2009, Chile, p.165.

S.S. Francisco, Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia, dice Jesús. Esta la verdadera riqueza, no la riqueza material.

Javier Melloni El “pan” que nos alimenta -y Jesús nos lo recuerda admirablemente con su propia existencia- nos libera, de “toda reducción al yo y a lo mío [que] es algo tóxico, confuso y agresivo. [Porque lo cierto es que] cuanto más vacíos, más plenos; cuanto más profundos, más entregados”.

CONTO

Había en una ciudad un clérigo que estaba en pecado mortal, y no por eso dejaba de comulgar cada día; y estando un día diciendo misa, cuando pone las manos sobre el ara, vino fuego del cielo y quemóle ambas manos. Este y otros grandes males han acaecido por llegarse los hombres allí sucios. En un lugar estaba un hombre casado y era un mal hombre, que estaba en pecado mortal; y fue a confesarse con su cura, y él estaba en tal indisposición, que le dijo el cura que no comulgase; y no bastó esto, sino que otro día fue a comulgar entre otros. Cuando el cura le vio que venía a comulgar, no pudiendo hacer otra cosa, dijo: ‘Dios juzgue entre mí y ti’, porque, aunque el otro se llegaba indispuesto, no puede negar el cura el santo sacramento al que se lo pide en público (por razón del secreto de la confesión). Comulgólo, y luego, antes que acabase de pasar el Santísimo Sacramento, al instante cayó muerto, y llevaron los diablos su ánima; y abriéronle, y hallaron el Santísimo Sacramento en la boca. Yo sé de una persona que se llegó a comulgar con mala conciencia, y le fue dicho de parte de Dios que, si no rogara un santo del cielo por él, morirá en el altar, comulgando. ¡Dios nos libre de comulgar mal! Qui manducat indigne, et bibit, reuserit carnis et sanguinis Domini. Dice San Ambrosio en este paso: ‘Será castigado por la muerte del Señor, porque hace salir en balde su muerte; y también porque come en pecado, semejable a los que le mataron’.

Tomado de San Juan de Ávila,

Obras Completas II, BAC, Madrid, 1953, Pág. 927-929

LA EUCARISTÍA, UN TESORO PARA COMPARTIR

Un campesino estaba haciendo un pozo en su campo. Cuando llevaba horas cavando, encontró un cofre enterrado. Lo sacó de allí y al abrirlo, vio lo que nunca había visto en su vida: un fabuloso tesoro, lleno de diamantes, monedas de oro y joyas bellísimas.

Pasado el primer momento, el campesino se quedó mirando y al cofre y pensó que todo aquello era un regalo de Dios que él no merecía. Él era un simple campesino que vivía feliz trabajando la tierra. Seguramente habría habido alguna equivocación, por lo que tomó el camino que conducía a la casa donde vivía Dios para devolvérselo.

Mientras caminaba, encontró a una mujer llorando al borde del camino. Sus hijos no tenían nada para comer. El campesino tuvo compasión de ella y, pensando que a Dios no le importaría, abrió el cofre y le dio un puñado de diamantes y monedas de oro.

Más adelante vio un carro parado en el camino. El caballo que tiraba de él había muerto. El dueño estaba desesperado, porque su caballo era lo único que tenía para trabajar y vivir. El campesino abrió su cofre de nuevo y le dio lo suficiente para comprar un nuevo caballo.

Al anochecer llegó a una aldea donde un incendio había arrasado todas las casas. Los habitantes de la aldea dormían en la calle. El campesino pasó la noche con ellos y al día siguiente les dio lo suficiente para que reconstruyeran la aldea.

Y así iba recorriendo el camino aquel campesino. Siempre se cruzaba con alguien que tenía algún problema. Fueron tantos que, cuando le faltaba poco para llegar a la casa de Dios, sólo le quedaba un diamante. Era lo único que le había quedado para devolverle a Dios. Aunque poco le duró, porque cayó enfermo de unas fiebres, y una familia lo recogió para cuidarlo. En agradecimiento, les dio el diamante que le quedaba. Cuando llegó a la casa de Dios, éste salió a recibirle. Y antes de que el campesino pudiera explicarle todo lo ocurrido, Dios le dijo:

– Menos mal que has venido amigo. Fui a tu casa para decirte una cosa, pero no te encontré. Mira, en tu campo hay enterrado un tesoro. Por favor, encuéntralo y repártelo entre todos los que lo necesiten.

Tomado de P, Diego Millán

ANÉCDOTA

EJEMPLOS PREDICABLES

El Sacrificio de la MISA según los santos

El santo cura de Ars, San Juan María Vianney: “Si conociéramos el valor de La Santa Misa nos moriríamos de alegría”.

San Anselmo : “Una sola Misa ofrecida y oída en vida con devoción, por el bien propio, puede valer más que mil misas celebradas por la misma intención, después de la muerte”.

Santo Tomás de Aquino: “La celebración de la Santa Misa tiene tanto valor como la muerte de Jesús en la Cruz “.

San Francisco de Asís: “El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar, el Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote”.

Santa Teresa de Jesús: “Sin la Santa Misa, ¿que sería de nosotros? Todos aquí abajo pereceríamos ya que únicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la Iglesia no duraría y el mundo estaría perdido sin remedio”.

En cierta ocasión, Santa Teresa se sentía inundada de la bondad de Dios. Entonces le hizo esta pregunta a Nuestro Señor: “Señor mío, ¿cómo os podré agradecer?” Nuestro Señor le contestó: “ASISTID A UNA MISA”.

San Alfonso de Ligorio: “El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa”».

Padre Pío de Pieltrecina: “Sería más fácil que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa Misa. La Misa es infinita como Jesús… pregúntenle a un Ángel lo que es la misa, y El les contestará, en verdad yo entiendo lo que es y por qué se ofrece, mas sin embargo, no puedo entender cuánto valor tiene. Un Ángel, mil Ángeles, todo el Cielo, saben esto y piensan así».

San Lorenzo Justino: “Nunca lengua humana puede enumerar los favores que se correlacionan al Sacrificio de la Misa. El pecador se reconcilia con Dios; el hombre justo se hace aún más recto; los pecados son borrados; los vicios eliminados; la virtud y el mérito crecen, y las estratagemas del demonio son frustradas”.

San Felipe Neri: “Con oraciones pedimos gracia a Dios; en la Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda”.

Santo Cura de Ars: “Sí supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella”. “Qué feliz es ese Ángel de la Guarda que acompaña al alma cuando va a Misa”. “ La Misa es la devoción de los Santos».

San Bernardo: “Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación”.

San Buenaventura: “La Santa Misa es una obra de Dios en la que presenta a nuestra vista todo el amor que nos tiene; en cierto modo es la síntesis, la suma de todos los beneficios con que nos ha favorecido”.

San Gregorio el Grande: “El sacrificio del altar será a nuestro favor verdaderamente aceptable como nuestro sacrificio a Dios, cuando nos presentamos como víctimas”.

Cuando Santa Margarita María Alacoque asistía a la Santa Misa , al voltear hacia el altar, nunca dejaba de mirar al Crucifijo y las velas encendidas. ¿Por qué? Lo hacía para imprimir en su mente y su corazón, dos cosas: El Crucifijo le recordaba lo que Jesús había hecho por ella; las velas encendidas le recordaban lo que ella debía hacer por Jesús, es decir, sacrificarse consumirse por El y por las almas.

MI ÚNICA FUERZA, LA EUCARISTÍA

“¿Pudo usted celebrar la misa en la cárcel? “, es la pregunta que muchos me han hecho innumerables veces. Y tienen razón: la Eucaristía es la más hermosa oración, es la cumbre de la vida cristiana. Cuando les respondo que sí, ya sé cuál es la pregunta siguiente: “¿Cómo consiguió encontrar pan y vino? “.

Cuando fui arrestado tuve que salir inmediatamente, con las manos vacías. Al día siguiente me permitieron escribir y pedir las cosas más necesarias: ropa, pasta de dientes… Escribí a mi destinatario: “ Por favor, mandadme un poco de vino como medicina contra el dolor de estómago “. Los fieles entendieron lo que eso significaba: me mandaron una botellita de vino de misa con una etiqueta que decía: “ medicina contra el dolor de estómago “, y las hostias las ocultaron en una antorcha que se usa para combatir la humedad. El policía me preguntó:

– ¿Le duele el estómago?

-Sí.

-Aquí hay un poco de medicina para usted.

Nunca podré expresar mi gran alegría: todos los días, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, celebraba la misa.

De todos modos, dependía de la situación. En el barco que nos llevó al norte celebraba la misa por la noche y daba la comunión a los prisioneros que me rodeaban. A veces tenía que celebrar cuando todos iban al baño, después de la gimnasia. En el campo de reeducación nos dividieron en grupos de 50 personas; dormíamos en camas comunes; cada uno tenía derecho a 50 cm . Nos las arreglamos para que estuvieran cinco católicos conmigo. A las 21:30 había que apagar la luz y todos debían dormir. Me encogía en la cama para celebrar la misa de memoria, y repartía la comunión pasando la mano bajo el mosquitero. Fabricamos bolsitas con el papel de los paquetes de cigarrillos para conservar el Santísimo Sacramento. Llevaba siempre a Jesús eucarístico en el bolsillo de la camisa.

Recuerdo lo que escribí: “Tú crees en una sola fuerza: la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre del Señor que te dará la vida. < He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia > “(Jn 10, 10). Como el maná aumentó a los israelitas en su viaje a la tierra prometida, así la Eucaristía te alimentará en tu camino de la esperanza (cf. Jn 6, 50)” (El camino de la esperanza, n. 983).

Cada semana tiene lugar una sesión de adoctrinamiento en la que debe participar todo el campo. Durante el descanso, mis compañeros católicos y yo aprovechamos para pasar un paquetito para cada uno de los otros cuatro grupos de prisioneros; todos saben que Jesús está en medio de ellos; El es el que cura todos los sufrimientos físicos y mentales. Durante la noche los presos se turnan en adoración; Jesús eucarístico ayuda inmensamente con su presencia silenciosa. Muchos cristianos vuelven al fervor de la fe durante esos días; hasta budistas y otros no cristianos se convierten. La fuerza del amor de Jesús es irresistible. La oscuridad de la cárcel se convierte en luz, la semilla germina bajo tierra durante la tempestad.

Ofrezco la misa junto con el Señor: cuando reparto la comunión me doy a mí mismo junto al Señor para hacerme alimento para todos. Esto quiere decir que estoy siempre al servicio de los demás.

Cada vez que ofrezco la misa tengo la oportunidad de extender las manos y de clavarme en la cruz de Jesús, de beber con Él el cáliz amargo.

Todos los días, al recitar y escuchar las palabras de la consagración, confirmo con todo mi corazón y con toda mi alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo, mediante su sangre mezclada con la mía (cf. 1 Cor. 11, 23-25).

Jesús empezó una revolución en la cruz. Vuestra revolución debe empezar en la mesa eucarística, y de allí debe seguir adelante. Así podréis renovar la humanidad.

He pasado nueve años aislado. Durante ese tiempo celebro la misa todos los días hacia las 3 de la tarde, la hora en que Jesús estaba agonizan do en la cruz. Estoy solo, puedo cantar mi misa como quiera, en latín, francés, vietnamita… Llevo siempre conmigo la bolsita que contiene el Santísimo Sacramento; “Tú en mí, y yo en Ti “. Han sido las misas más bellas de mi vida.

Por la noche, entre las 9 y las 10, realizo una hora de adoración, canto Lauda Sion, Pange Lingua, Adoro Te , Te Deum y cantos en lengua vietnamita, a pesar del ruido del altavoz, que dura desde las 5 de la mañana hasta las 11:30 de la noche. Siento una singular paz de espíritu y de corazón, el gozo y la serenidad de la compañía de Jesús, de María y de José. Canto Salve Regina , Salve Mater , Alma Redemptoris Mater , Regina coelí … en unidad con la Iglesia universal. A pesar de las acusaciones y las calumnias contra la Iglesia , canto Tu es Petrus , Oremus pro Pontifice nostro , Christus vincit … Como Jesús calmó el hambre de la multitud que lo seguía en el desierto, en la Eucaristía El mismo continúa siendo alimento de vida eterna.

En la Eucaristía anunciamos la muerte de Jesús y proclamamos su resurrección. Hay momentos de tristeza infinita. ¿Qué hacer entonces? Mirar a Jesús crucificado y abandonado en la cruz. A los ojos humanos, la vida de Jesús fracasó, fue inútil, frustrada, pero a los ojos de Dios, Jesús en la cruz cumplió la obra más importante de su vida, porque derramó su sangre para salvar al mundo. ¡Qué unido está Jesús a Dios en la cruz, sin poder predicar, curar enfermos, visitar a la gente y hacer milagros, sino en inmovilidad absoluta!

Jesús es mi primer ejemplo de radicalismo en el amor al Padre y a los hombres. Jesús lo ha da do todo: “ Nos amó hasta el extremo “ (Jn 13, 1), hasta el “ Todo está cumplido “ (Jn 19, 30). Y el Padre amó tanto al mundo “ que dio a su Hijo unigénito “ (Jn 3, 16). Darse todo como un pan para ser comido “por la vida del mundo” (Jn 6, 51).

Jesús dijo: “ Siento compasión de la gente “ (Mt 15, 32). La multiplicación de los panes fue un anuncio, un signo de la Eucaristía que Jesús instituiría poco después.

Queridísimos jóvenes, escuchad al Santo Padre: “Jesús vive entre nosotros en la Eucaristía… Entre las incertidumbres y distracciones de la vida cotidiana, imitad a los discípulos en el camino hacia Emaús… Invocad a Jesús, para que en los caminos de los tantos Emaús de nuestro tiempo, permanezca siempre con vosotros. Que Él sea vuestra fuerza, vuestro punto de referencia, vuestra perenne esperanza “ (Juan Pablo II, Mensaje para la XII Jornada Mundial de la Juventud , 1997, n. 7).

(Cardenal F. X. Nguyen Van Thuan, Cinco panes y dos peces , Ed. Ciudad Nueva, 2ª Ed. Buenos Aires, 2001, Pág. 40-45)

LA FIESTA DE LA EUCARISTÍA.

Corpus Christi comenzó a celebrarse en Lieja en 1247. El motivo fue una visión de santa Juliana de Mont‑Cornillón. En 1208, esta santa tuvo una visión misteriosa en la que se le apareció la luna llena, faltando en su disco un trozo. La luna representaba la Iglesia de su tiempo, y el pedazo que faltaba indicaba la ausencia de una solemnidad en el año litúrgico: Dios quería dar a entender que debía celebrarse anualmente una fiesta para honrar con gran solemnidad a la Sagrada Eucaristía. Así surgió la fiesta que celebramos hoy en honor del Santísimo Sacramento.

Después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, en el Misal promulgado por Pablo VI en 1970, se denomina Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, nombre que da una visión más completa del Sacramento, y además incluye la desaparecida fiesta de la Preciosísima Sangre, que se celebraba el 1 de julio.

Tomado de anecdotasycatequesis

A los 89 años, Buzz Aldrin, con su pelo y barba gris plata lucen en perfecta armonía con el tono de la superficie de la Luna. Por la que en 1969 caminó; fue y vino; saltó y, por qué no, jugó como un niño. Buzz Aldrin se siente feliz y agradece estar vivo hoy, para celebrar el 50° aniversario del alunizaje.

“Cuando llegamos a la Luna, antes de prepararnos para descender de la nave, quise tomar la Comunión”, me recuerda cuando tengo la oportunidad de entrevistarlo en su país, los Estados Unidos.

“Quería agradecer por lo que estábamos viviendo, por el logro de la humanidad, como especie. Porque aunque teníamos tantos problemas en nuestro mundo, llegábamos a la Luna y lo hacíamos como una señal de esperanza, de fe”. Así lo asegura el ser humano al que la Nasa (sigla en inglés de Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio) le permitió llevar un pequeño cáliz, una hostia y algunos centímetros cúbicos de vino, aunque no lo difundieran para evitar más conflictos después de que la transmisión de la lectura del Génesis por parte de la tripulación del Apolo 8 –en órbita lunar, durante las misiones previas– había generado polémica.

“Hoy es bueno que se sepa que el primer alimento y la primera bebida que se consumió en la Luna fueron el pan y el vino de la Santa Cena”, destaca como creyente.

Tomado de anecdonet

COMUNIONES ESPIRITUALES

Con su habitual y genial ingenuidad enseñaba el Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, que la comunión espiritual es semejante al soplo del fuelle sobre el rescoldo de unas cenizas que empiezan a apagarse: «Cuando sintamos que el amor de Dios se enfría-decía-, ¡pronto: una comunión espiritual!». Se cuenta también de él que, hallándose una vez muy afligido porque sólo le era dado comulgar una vez al día, cayó en la cuenta de su error al reflexionar que podía hacerlo con el deseo un número ilimitado de veces.

J. M. Iglesias Una costumbre cristiana: las comuniones espirituales

Tomado de anecdonet

CHISTE

DURANTE LA PROCESIÓN DEL CORPUS.

Une chique sale al balcón les grita a los monaguillos que llevaban el incensario…

¡Hey, los de blanco, cuidado, que se os quema el bolso!

POEMA

Miguel de Unamuno no dejó nunca de plantearse la existencia de Dios y el destino del ser humano. Ante el cuadro del Cristo de Velázquez expresaba esas luces y sombras:

¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?

¿Por qué ese velo de cerrada noche

de tu abundosa cabellera negra

de nazareno cae sobre tu frente?

Miras dentro de Ti, donde está el reino

de Dios; dentro de Ti, donde alborea

el sol eterno de las almas vivas.

Blanco tu cuerpo está como el espejo

del padre de la luz, del sol vivífico;

blanco tu cuerpo al modo de la luna

que muerta ronda en torno de su madre

nuestra cansada vagabunda tierra.

Blanco tu cuerpo está como la hostia

del cielo de la noche soberana,

de ese cielo tan negro como el velo

de tu abundosa cabellera negra

de nazareno cae sobre tu frente?

Miras dentro de Ti, donde está el reino

de Dios; dentro de Ti, donde alborea

el sol eterno de las almas vivas.

Blanco tu cuerpo está como el espejo

del padre de la luz, del sol vivífico;

blanco tu cuerpo al modo de la luna

que muerta ronda en torno de su madre

nuestra cansada vagabunda tierra.

Blanco tu cuerpo está como la hostia

del cielo de la noche soberana,

de ese cielo tan negro como el velo

de tu abundosa cabellera negra

COMPARTID

“Haced esto en memoria mía”.

Compartid el pan,

el vino y la palabra.

Cuando el fracaso

parezca desmembrarlo todo,

cada persona, cada grupo,

como cuatro caballos al galope

tirando del vencido

hacia los cuatro puntos cardinales,

cuando el hastío

vaya plegando cada vida

aislada sobre sí misma,

contra su propio rincón,

pegadas las espaldas

contra muros enmohecidos,

cuando el rodar de los días

arrastrando confusión,

estrépito y consignas,

impida escuchar

el susurro de la ternura

y el pasar de la caricia,

cuando la dicha

te encuentre

y quiera trancar tu puerta

sobre ti mismo,

como se cierra en secreto

una caja fuerte,

cuando estalle

la fiesta común

porque cayó una reja

que apresaba la aurora,

amanece más justicia,

y la solidaridad crece,

reuníos y escuchad,

compartid el pan,

compartid el vino,

dejad brotar la dicha

común y sustancial,

el futuro escondido

en este recuerdo mío

inagotable vivo.

Benjamín González Buelta SJ

ORACIÓN

DIOS DEL AMOR

muéstranos nuestro lugar en este mundo

como instrumentos de tu cariño

por todos los seres de esta tierra,

porque ninguno de ellos

está olvidado ante ti.

Ilumina a los dueños del poder y del dinero

para que se guarden

del pecado de la indiferencia,

amén el bien común,

promuevan a los débiles,

y cuiden este mundo que habitamos.

Los pobres y la tierra están clamando:

Señor, tómanos a nosotros

con tu poder y tu luz,

para proteger toda vida,

para preparar un futuro mejor,

para que venga tu Reino

de justicia, de paz,

de amor y de hermosura.

Alabado seas. Amén.

(Francisco, encíclica Laudato Sii, n.246).

BENDICE MIS MANOS (Sabine Naegeli)

Señor, bendice mis manos

para que sean delicadas y sepan tomar

sin jamás aprisionar,

que sepan dar sin calcular

y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

Señor, bendice mis ojos

para que sepan ver la necesidad

y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;

que vean detrás de la superficie

para que los demás se sientan felices

por mi modo de mirarles.

Señor, bendice mis oídos

para que sepan oír tu voz

y perciban muy claramente

el grito de los afligidos;

que sepan quedarse sordos

al ruido inútil y la palabrería,

pero no a las voces que llaman

y piden que las oigan y comprendan

aunque turben mi comodidad.

Señor, bendice mi boca

para que dé testimonio de Ti

y no diga nada que hiera o destruya;

que sólo pronuncie palabras que alivian,

que nunca traicione confidencias y secretos,

que consiga despertar sonrisas.

Señor, bendice mi corazón

para que sea templo vivo de tu Espíritu

y sepa dar calor y refugio;

que sea generoso en perdonar y comprender

y aprenda a compartir dolor y alegría

con un gran amor.

Dios mío, que puedas disponer de mí

con todo lo que soy, con todo lo que tengo.

MEDITACIÓN

¡ENAMÓRATE!

Nada puede importar más que encontrar a Dios.

Es decir, enamorarte de Él

de una manera definitiva y absoluta.

Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación,

y acaba por ir dejando su huella en todo.

Será lo que decida que es

lo que te saca de la cama en la mañana,

qué haces con tus atardeceres,

en que empleas tus fines de semana,

lo que lees, lo que conoces,

lo que rompe tu corazón,

y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud.

¡Enamórate! ¡Permanece en el amor!

Todo será de otra manera.

Pedro Arrupe

No se trata solo de comer, sino de asimilar lo comido.

Si como sin asimilar, se producirá indigestión.

Si comulgo y no me identifico con lo que fue Jesús,

me engaño.

Si no llego a lo significado, no hay sacramento que valga.

Realizado el signo, que entra por los sentidos,

queda por hacer lo importante: descubrir y vivir lo significado.

Fray Marcos

CANTO

MILAGRO DE AMOR – CORO BELÉN

PAN DE VIDA Jesús Adrián Romero

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