E Algo + no 4º Domingo de Advento

Dietrich Bonhoeffer «Dios no cumple todos nuestros deseos sino todas Sus promesas».

Juan Pablo II, “La fe de María puede parangonarse a la de Abraham, llamado por el Apóstol ‘nuestro padre en la fe’ (cf Rom 4,12)… Como Abraham, ‘esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones’ (cf Rom 4,18), así María, en el instante de la anunciación, después de haber manifestado su condición de virgen (‘¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?’), creyó que por el poder del Altísimo, por obra del Espíritu Santo, se convertiría en la Madre del Hijo de Dios según la revelación del ángel”

BENEDICTO XVI Hoy, como en tiempos de Jesús, la Navidad no es un cuento para niños, sino la respuesta de Dios al drama de la humanidad que busca la paz verdadera. “Él mismo será nuestra paz”, dice el profeta refiriéndose al Mesías. A nosotros nos toca abrir de par en par las puertas para acogerlo. 2009

Francisco Papa, “Para celebrar bien la Navidad, estamos llamados a detenernos en los «lugares» del asombro. Y, ¿cuáles son los lugares del asombro en la vida cotidiana? Son tres.

El primer lugar es el otro, en quien reconocemos a un hermano, porque desde que sucedió el Nacimiento de Jesús, cada rostro lleva marcada la semejanza del Hijo de Dios. Sobre todo cuando es el rostro del pobre, porque como pobre Dios entró en el mundo y y dejó, ante todo, que los pobres se acercaran a Él.

Otro lugar del asombro —el segundo— en el que, si miramos con fe, sentimos asombro, es la historia. Muchas veces creemos verla por el lado justo, y sin embargo corremos el riesgo de leerla al revés. Sucede, por ejemplo, cuando ésta nos parece determinada por la economía de mercado, regulada por las finanzas y los negocios, dominada por los poderosos de turno. El Dios de la Navidad es, en cambio, un Dios que «cambia las cartas»: ¡Le gusta hacerlo! Como canta María en el Magnificat, es el Señor el que derriba a los poderosos del trono y ensalza a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y a los ricos despide vacíos (cf. Lc 1, 52-53). Este es el segundo asombro, el asombro de la historia.

Un tercer lugar de asombro es la Iglesia: mirarla con el asombro de la fe significa no limitarse a considerarla solamente como institución religiosa que es, sino a sentirla como Madre que, aun entre manchas y arrugas —¡tenemos muchas!— deja ver las características de la Esposa amada y purificada por Cristo Señor. Una Iglesia que sabe reconocer los muchos signos de amor fiel que Dios continuamente le envía. Una Iglesia para la cual el Señor Jesús no será nunca una posesión que defender con celo: quienes hacen esto, se equivocan, sino Aquel que siempre viene a su encuentro y que ésta sabe esperar con confianza y alegría, dando voz a la esperanza del mundo. La Iglesia que llama al Señor: «Ven Señor Jesús». La Iglesia madre que siempre tiene las puertas abiertas, y los brazos abiertos para acoger a todos. Es más, la Iglesia madre que sale de las propias puertas para buscar, con sonrisa de madre a todos los alejados y llevarles a la misericordia de Dios. ¡Este es el asombro de la Navidad!” Homilía en Sta. Marta (31.V.16)

ALBERTO HURTADO, SJ, La cortesía, es la flor y nata de caridad. La cortesía consiste en sacrificarse por los otros, en darles honor, desaparecer ante ellos. Todo esto impone muchos sacrificios. Lo que los del mundo hacen por cumplimiento, nosotros hagámoslo por verdadera caridad y con sentimientos de verdadera humildad, paciencia, olvido de sí.

Hacer un cumplimiento llegado el caso. Preguntar enfermedades, visitar, por parientes, por penas y, sobre todo, por alegrías; ceder el paso, dejar la mejor silla. Ceder parte del diario, esperar sosteniendo la puerta, preocuparse del vecino. No hacer un gesto ni una palabra que pueda molestar.

Ser agradable, optimista, sobrio. Una manera «gentille», temperada, dulce, alegre, ligeramente original, simples, no afectada, alegre, gustosa de recibir personas y acontecimientos, abiertas… Santa Teresa, tanto alegró a sus hijas. (Un disparo a la eternidad, Tercera Edición. Universidad Católica de Chile, Tercera Edición, 2004, pp. 239- 242)

CONTO

Era el 10 de Diciembre y en las calles se notaba ya la brisita navideña, los centros comerciales estaban repletos de gente, y en los colmados ya sonaba “Volvió Juanita”, “Bebo hoy, bebo mañana” y “Salsa pa´tu lechón”.

En casa de la Familia Pérez llamaron a la puerta y Doña Rosa salió a abrir. Un joven le entregó una caja de regalos. No tenía remitente. Tan solo ponía la procedencia: Villas Agrícolas. “¡Qué ilusión –dijo la Doña-, alguien se acordó de mí y me envió un regalito”. Abrió el paquete y descubrió que allí no había nada. Aún así, como la caja era linda, la puso al pie del árbol de Navidad.

Pasaron varios días y de nuevo un joven llamó a la puerta de los Pérez. Don Pedro salió a abrir y un joven le entregó una caja de bombones. No aparecía ningún remitente. Pero sí ponía que procedía del Hospital Robert Reid Cabral. “Yo no conozco a nadie allí –expresó el señor de la casa muy extrañado”. Aún así la abrió con mucha ilusión, deseando probar aquellos chocolatitos. Estaba vacía. Y Pedro depositó el regalo en el árbol de Navidad para que aquella caja tan linda al menos sirviera de adorno.

Faltaban dos días para Navidad y de nuevo llamaron a la puerta de la Familia Pérez. Salió a abrir Roberto el hijo mayor y un joven le entregó una carta que parecía contener una felicitación de Navidad. Procedía de la cárcel de La Victoria. Al abrir el sobre vio que estaba totalmente vacío. Como la carta era muy colorida la dejó en el árbol de Navidad.

El 24 de diciembre la Familia Pérez se reunió para cenar. La conversación giró entorno a aquellos misteriosos obsequios vacíos que habían recibido. Entonces, Marta, la más pequeña de la casa, tomó la palabra y dijo: “Ustedes están confundidos de dirección. Esos regalos vacíos no son de ida. Son de vuelta. Y en Villas Agrícolas, en el Robert Reid y en la cárcel de la Victoria están esperando que ustedes los llenen y los envíen para allá”.

CANTO

Tota pulchra es Maria

Gen verde-feliz la que ha creido

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