E Algo + no III Domingo do Tempo Ordinario – C

CITA

S. Agustín «Nosotros debemos oír el Evangelio como si el Señor estuviera presente y nos hablase. Las mismas palabras que salían de la boca del Señor se escribieron y se guardaron y conservaron para nosotros» Tratado sobre el Evangelio de San Juan, 30.

Padre Pio de Pietrelcina «Meditad en la palabra de Dios y ella adquirirá el poder de destruir vuestras naturales inclinaciones hacia lo material.»

Papa Francisco: A los que estaban cargados de dolor, agobiados de pobreza, les aseguró que Dios los tenía en el centro de su corazón. Y enseñó que la misericordia hacia ellos es la llave del cielo.

¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa, antes que nada, acercarlos, tener la alegría de servirles, liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el evangelio de Dios, es Él la misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza. Ángelus 2016

“Jesús está presente en la Palabra de Dios y nos habla”.

Howard Thurman escribió un bello poema titulado “El trabajo de Navidad” que recoge el sentido del texto del profeta Isaías y del ministerio de Jesús.

Cuando la canción de los ángeles se hace silencio,

Cuando la estrella en el cielo ha desaparecido,

Cuando los reyes y los príncipes están en casa,

Cuando los pastores están de nuevo con sus rebaños,

El trabajo de la Navidad comienza:

Encontrar a los perdidos,

Curar a los quebrantados,

Alimentar a los hambrientos,

Liberar a los oprimidos,

Poner paz entre los hermanos,

Hacer música en el corazón.

ANÉCDOTA

EL HELECHO Y EL BAMBÚ

Un día decidí darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi espiritualidad… quería renunciar a mi vida.

Fui al bosque para tener una última charla con Dios.

– «Dios -le dije- ¿podrías darme una buena razón para no darme por vencido?»

Su respuesta me sorprendió…

– «Mira a tu alrededor -me dijo- ¿ves el helecho y el bambú?».

– «Sí», respondí.

– «Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante. Y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.» dijo Él.

«En el tercer año, aun nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié», me dijo.

«En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. No renuncié.

«Luego en el quinto año un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante. Pero sólo 6 meses después el bambú creció a más de 100 pies de altura. Se la había pasado cinco años echando raíces. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir. No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar.

¿Sabías, mi niño, que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces?.

No renunciaría al bambú. Nunca renunciaría a ti. No te compares con otros.

El bambú tenía un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar hermoso.

Tu tiempo vendrá -Dios me dijo- ¡crecerás muy alto!».

– «¿Qué tan alto debo crecer?», pregunté.

– «¿Qué tan alto crecerá el bambú?» me preguntó en respuesta.

– «¿Tan alto como pueda?» indagué.

– «Sí», Él dijo. «Dame Gloria al crecer tan alto como puedas».

Dejé el bosque exaltado, trayendo esta historia para compartirla contigo.

Espero que estas palabras puedan ayudarte a entender que Dios nunca renunciará a ti. Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida.

CONTO

Érase una vez un seguidor de San Francisco de Asís que le pedía: «Francisco, enséñame a predicar». Y San Francisco le llevaba a visitar a los enfermos, a ayudar a los niños, y a dar comida a los pobres. Juntos recorrían las calles de Asís haciendo el bien a todos. El discípulo le preguntaba , ¿pero cuándo me vas a enseñar a predicar? Francisco le contestaba: «hermano, ya estamos predicando».

Cuentan que un P. Franciscano fue designado como guía de Madre Teresa de Calcuta durante su visita a Australia. Entusiasmado e ilusionado por la oportunidad de estar cerca de esta gran mujer, soñaba con aprender mucho en su compañía. Durante la visita la Madre Teresa estaba tan solicitada por todos que no tuvo tiempo para conversar.

Cuando terminó la visita se dirigía a Nueva Guinea y el P. Franciscano le preguntó: ¿Si me pago el billete puedo acompañarla y sentarme a su lado y aprender sus enseñanzas?

Madre Teresa le contestó: Si tienes dinero para el viaje, da el dinero a los pobres y aprenderás más de lo que yo te pueda enseñar.

Madre Teresa comprendió el ministerio de Jesús, lo hizo suyo y lo puso en práctica. Sobran los predicadores, faltan los hacedores de la Escritura.

P. Félix Jiménez

San Francisco de Asís decía a uno de sus discípulos: Predica el Evangelio en todo tiempo, y cuando sea necesario usa palabras”.

CANTO

YO SIENTO SEÑOR, kairoi

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