CITA
«El Señor le respondió: —Anda, levántate.
¿Qué haces ahí, caído rostro en tierra?»
Jos 7,10
«Aunque nada cambie, si yo cambio todo cambia. La realidad es la que es pero tu cambio te lleva a percibir nuevas posibilidades».
Alex Rovira
« ¡Ven Tú y mis males se van! »
S.Son
Heráclito Nadie puede volverse por el camino que ha recorrido ()
Carta a Diogneto: «Lo que es el alma para el cuerpo, así son los cristianos dentro del mundo».
Orígenes,«El Señor desea abrir en vosotros un camino por el que pueda penetrar en vuestras almas. (…) El camino por el que ha de penetrar la palabra de Dios consiste en la capacidad del corazón humano. El corazón del hombre es grande, espacioso y capaz. (…) Prepara un camino al Señor mediante una conducta honesta, y con acciones irreprochables allana tú el sendero, para que la palabra de Dios camine hacia ti sin obstáculo» (Commentaria in Ioannem 21,5-7).
San Ambrosio «Descendió, por tanto, la Palabra, para que la tierra, que antes era un desierto, diera sus frutos para nosotros» (ib.).
San Gregorio Nacianceno: «Nada alegra tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre»
S. Agustín, «Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti» (Sermones169,13).
San Gregorio Magno, «No desaprovechéis este tiempo de misericordia ofrecido por Dios»
San Bernardo: Volvamos ya a la luz… Hemos de retornar al corazón. Ahí se nos muestra el camino de la salvación.
Beato Guerrico de Igny, Hermanos, el camino del Señor que él nos ha dicho preparásemos, se prepara caminando, es preparándolo que se camina. Incluso aunque estéis muy adelantados en este camino os queda siempre algo que preparar, a fin de que en el punto en que habéis llegado, tendáis siempre a ir más adelante. , 5º sermón para el Adviento.
Tomás de Kempis: «Dios no quiere tus cosas. Te quiere a ti»
San Felipe Neri “Que la alegría en el Señor continúe hasta que se extinga la alegría del mundo…Alégrense entonces en el Señor y no en el mundo.”
Santa Teresa de Jesús: «Cuánto más santas, más conversables con las hermanas».
San Pio de Pietrelcina “Camina con alegría y con un corazón lo más sincero y abierto que puedas; y cuando no puedas mantener esta santa alegría, al menos no pierdas nunca el valor y la confianza en Dios.»
San Josemaría Escriva de Balaguer, De que tú y yo nos portemos como Dios quiere –no lo olvides– dependen muchas cosas grandes Camino, n. 755.
Santa Teresa de Calcuta «La alegría es oración, la señal de nuestra generosidad, de nuestro desprendimiento y de nuestra unión interior con Dios.»
Catecismo, 1432 “La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a Él nuestros corazones: ‘Conviértenos, Señor, y nos convertiremos’ (Lc 5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo”.
1817 «La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo».
1818«La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna».
San Juan Pablo II «No dejéis por el trabajo de Dios, al Dios del trabajo» (en un viaje a Irlanda)
Benedicto XVI Hay muchas formas de desierto: el desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed; el desierto del abandono, de la soledad, del amor quebrantado. Existe también el desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas que ya no tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre. Los desiertos exteriores se multiplican en el mundo, porque se han extendido los desiertos interiores.
“Así pues, prepararse para la Navidad significa comprometerse a construir la “morada de Dios con los hombres”. Nadie queda excluido; cada uno puede y debe contribuir a hacer que esta casa de la comunión sea más grande y hermosa. Al final de los tiempos, quedará acabada y será la “Jerusalén celestial”…El Adviento nos invita a dirigir la mirada a la “Jerusalén celestial”, que es el fin último de nuestra peregrinación terrena. Al mismo tiempo, nos exhorta a comprometernos, mediante la oración, la conversión y las buenas obras, a acoger a Jesús en nuestra vida, para construir junto con él este edificio espiritual, del que cada uno de nosotros —nuestras familias y nuestras comunidades— es piedra preciosa”. Ángelus 2006
La Iglesia no comenzó con los hombres, sino con la Palabra» («Exposición del Evangelio de Lucas» 2, 67).
Papa Francisco, Este camino no se acaba nunca. Así como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de comenzar de nuevo, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte común hacia el cual estamos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza! Es ese el horizonte para hacer un buen camino. 1 de diciembre de 2013
Teilhard de Chardin «El Señor Jesús no vendrá rápidamente más que si lo esperamos mucho. Lo que hará estallar la Parusía será una acumulación de deseos», (El medio divino, epílogo).
Pagola, Hay personas que más que creer en Dios creen en aquellos que hablan de él. Solo conocen a Dios «de oídas».
Mario Benedetti: «No te rindas, aún estas a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo. No te rindas por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aun hay fuego en tu alma, aun hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás sola, porque yo te quiero».
Víctor Hugo: «Sé cómo el pájaro que, deteniendo su vuelo un rato en ramas demasiado débiles, siente cómo ceden bajo su peso, y sin embargo canta, sabiendo que tiene alas».
Javier Echevarría Adviento también es tiempo de purificación interior, para arrancar de nuestros corazones todo lo que, de un modo u otro, pueda dificultar esa llegada del Señor; tiempo, en fin, que nos incita a estar siempre dispuestos, bien dispuestos, para recibir ‑cuando Dios quiera, como Dios quiera‑ la llamada definitiva que el Señor nos hará un día.
CONTO
SACIAR LA SED
Cuenta una leyenda oriental que un hombre buscaba en el desierto agua para saciar su sed. Después de mucho caminar, ya muy fatigado, con la boca reseca, el peregrino descubre por fin las aguas de un arroyo. Pero, al arrojarse sobre la corriente, su boca encuentra sólo arena abrasadora. Vuelta a caminar, leguas y leguas; su sed y su cansancio van en aumento.
Por fin, ya oye el rumor del agua. Se divisa en la lejanía un río caudaloso, ancho; ya toman sus manos el líquido tan ansiado, pero de nuevo era sólo arena. Más andar aún, con la lengua fuera, como un perro sediento. Hasta que de nuevo se oye rumor de aguas de una fuente. Su chorro cristalino forma un gran charco. Pero sólo la decepción responde a la sed del caminante.
Y con renovado afán se lanza al desierto. Atraviesa montes, valles, y sólo halla soledad y aridez. No hay agua, ni rastro… Un día le sorprende un viento de humedad; allá, a lo lejos, parece que el mar inmenso brilla ante sus ojos. El agua es amarga, pero es agua. Al hundir su cabeza ansiosa entre las olas, no hace sino sumergirse en un fango que no está originado por el agua.
El peregrino entonces se detiene; se acuerda de su madre, que tanto sufrirá por él cuando sepa de su muerte. Las lágrimas vienen a sus ojos, resbalan y caen en el cuenco de sus manos, y entonces le permiten saciar su sed.
Algo parecido nos sucede a todos a veces, después de haber tratado en vano de apagar nuestra ansia en tantas fuentes engañosas, que descubrimos al fin que en las lágrimas de contrición y el arrepentimiento por nuestras errores está el agua que puede remediar nuestra sed.
Tomado de Anecdonet
TU LINTERNA SE HA APAGADO
Antaño, hace ya muchos años, se utilizaba en el Japón cierta clase de linternas hechas de papel y bambú, con una vela en su interior.
Un hombre ciego, que había ido a visitar a un amigo por la noche, recibió de éste una de esas linternas para que hiciese el camino de vuelta a casa.
– “¿Para qué quiero yo una linterna?” inquirió el ciego. “Oscuridad y luz son para mí la misma cosa”.
– “Sé que no necesitas una linterna para encontrar el camino”, replicó el amigo, “pero si no la llevas, algún otro podría tropezar contigo, así que es mejor que la cojas”.
El ciego partió con la linterna de la mano, pero apenas se había alejado un corto trecho cuando chocó de frente con alguien.
– “¡Mira por dónde andas!” le gritó al desconocido. “¿Es que no ves la linterna?”.
– “Tu linterna se ha apagado, hermano”, respondió el hombre.
Tomado de Los cuentos que yo cuento
MURIÓ A POCA DISTANCIA DE UN OASIS PORQUE ERA UN HOMBRE MODERNO.
Un hombre se había perdido en el desierto. Agotada la reserva de alimentos y de agua, se arrastraba fatigosamente sobre la arena caliente. De improviso vio delante de sí algunas palmas y sintió un gorgotear de agua. Más desanimado todavía, pensó: «Esto es un espejismo. Mi fantasía me proyecta delante los deseos más profundos de mi inconsciente. En realidad no hay absolutamente nada delante de mí». Esto se decía entre sí aquel hombre perdido en el desierto y sin esperanza y delirando se abandonó sin fuerzas al suelo y murió.
Poco tiempo después, algunos beduinos lo encontraron muerto en la arena. «¿Entiendes tú algo?» le dijo el primero:; tan cerca estaba del oasis, con el agua a dos pasos y frutas en cantidad. ¿Cómo es posible? Sacudiéndose la cabeza el otro le contestó: «Era un hombre moderno» Es decir, un hombre que no sueña, no tiene esperanza, no tiene ideales y no cree en Dios..
Los adoradores de esta era tecnológica están dispuestos a considerar real sólo lo que se puede clasificar y explicar racionalmente, y se hunden, con toda facilidad, en el vacío de la desesperación y de la angustia. No saben creer ni esperar.
«No de solo pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»(Mt 4,4). Y hoy podríamos adaptar este texto diciendo: «No de sola técnica vive el hombre sino sobre todo de esperanza y amor» que sólo pueden venir de Dios.
Tomado de P. Chinaglia
LA TORRE DEL ARREPENTIMIENTO
En las cercanías de Hoddam Castle, Dumfrieshire (Escocia), había una torrellamada “La Torre del Arrepentimiento”. Se refiere que en cierta ocasión un barón inglés, al caminar cerca de ese castillo, vio a un pastorcito que estabatendido sobre el césped y leyendo atentamente la Biblia.
—¿Qué estas leyendo, muchacho? — preguntó el transeúnte.
—La Biblia, señor— respondió el niño.
—¡La Biblia¡ Tú debes ser más sabio que el cura párroco. ¿Puedes decirme cuál es el camino para ir al cielo?
En seguida el pastorcito, sin desconcertarse por el tono burlón de aquel hombre, repuso:
—Sí señor, puedo: usted debe tomar el camino hacia aquella torre.
El varón se dio cuenta de que el niño había aprendido muy bien la lección de sulibro, y después de pronunciar una insolencia siguió su camino en silencio.
Lector: ¿Ya has estado en “La Torre del arrepentimiento”? Si no… pues ya sabes: debes entrar en ella…
Tomado de 500 ilustraciones
ANÉCDOTA
EL RÍO JORDÁN,
La respuesta masiva al pregón de Juan es prueba y manifestación del descontento general con la situación. Fue saliendo, como en el éxodo de Egipto (Ex 13,4.8; Dt 11.10, etc.): el país judío es ahora tierra de opresión. El río Jordán era en tiempo de Josué la frontera de la tierra prometida (Nm 13,29; Jos 4,5; 5,1) y anunciaba el final del éxodo; su mención hace esperar una nueva tierra, pero fuera de los límites del país judío. El texto marca una oposición entre el desierto y Jerusalén (incluidos los vecinos de Jerusalén): el pueblo no va a buscar el perdón en el templo, sino en el lugar donde está el profeta.
Tomado de Mercaba
CRONOLOGÍA
Lucas sitúa en el tiempo y en el espacio la aparición pública de Juan Bautista (vv. 1-2). El año decimoquinto del imperio de Tiberio César corresponde al 27 ó al 28/29 de nuestra era, según dos cómputos de tiempo posibles (ver Cronología de la vida de Jesús, pp. 48-50). Poncio Pilato fue praefectus de Judea («procurador» en la terminología posterior) desde el año 26 al 36; su jurisdicción se extendía también a Samaría e Idumea. El Herodes que se menciona es Herodes Antipas, que murió el año 39. Filipo, hermanastro de Herodes Antipas, fue tetrarca de las regiones indicadas en el texto hasta el año 33/34. No es el mismo Herodes Filipo que estaba casado con Herodías, de la que se habla en el v. 19. El sumo sacerdote era Caifás, que ejerció su pontificado desde el año 18 al 36. Anás, su suegro, había sido depuesto el año 15 por la autoridad romana, pero conservaba mucha influencia en la política y la religión judías (cfr Jn 18,13; Hch 4,6). La mención de las circunstancias históricas, seguida de la expresión «vino la palabra de Dios sobre…» (v. 2), es frecuente en el inicio de muchos libros proféticos (Ez 1,3; cfr Os 1,1; Mi 1,1; So 1,1; etc.). De este modo el texto sugiere, como después afirmará Jesús expresamente (16,16), que Juan es el último de los profetas, y a través de él, Dios, con su palabra (v. 2), inaugura el último acto de la historia.
Tomado de Biblia de Navarra
DESIERTO
Es una palabra inquietante en nuestros días. Casi el 33% de la superficie terrestre está ocupada por desierto. Y la proporción va en pavoroso aumento a causa del fenómeno de la desertificación. Cada año cientos de miles de hectáreas de terreno cultivable se convierten en desierto. Cerca de 135 millones de personas se han visto alejadas de su sede natural, en los últimos años, por el desierto que avanza.
Pero existe otro desierto: no fuera, sino dentro de nosotros; no en los márgenes de nuestras ciudades, sino dentro de ellas. Es el agostamiento de las relaciones humanas, la soledad, la indiferencia, el anonimato. El desierto es el lugar donde si gritas nadie te oye, si yaces en tierra acabado nadie se te acerca, si una feroz bestia te asalta nadie te defiende, si experimentas un gran gozo o una gran pena no tienes a nadie con quien compartirla. ¿Y no es esto lo que ocurre a muchos en nuestras ciudades? Nuestro agitarnos y gritar, ¿no es también un gritar en el desierto?
Pero desierto aún más peligroso es el que cada uno de nosotros se lleva dentro. Justamente el corazón puede transformarse en un desierto: árido, apagado, sin afectos, sin esperanza, lleno de arena. ¿Por qué muchos no logran despegarse del trabajo, apagar el móvil, la radio, el compact disc…? Tienen miedo de hallarse en el desierto. La naturaleza, se dice, tiene horror del vacío (horror vacui), pero también el hombre rehuye el vacío. Si nos examinamos honestamente, veremos cuántas cosas hace cada uno de nosotros para no encontrarse solo, cara a cara consigo mismo y con la realidad.
Raniero Cantalamessa
CHISTE
Tiene sentido del humor Pemán, cuando, realista, en «Cisneros», con toda España mirando a Europa y América, hacia fuera, dice que «parece una moza que está todo el día asomada a la ventana, y le pregunta, ¿no hay nada dentro qué hacer?».
Jesús Martí Ballester
POEMA
NADIE FUE AYER
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.
León Felipe
ORACIÓN
ENSÉÑAME, SEÑOR, TUS CAMINOS
Son tantos los lugares recorridos
y tantos los sueños tenidos
creyendo y afirmando
que no hay más caminos
que aquellos que marca el caminante
con sus pasos y sus decisiones…
que hoy mi palabra duda y teme alzarse.
Pero desde este lugar en que me encuentro,
a veces sin rumbo y perdido,
a veces cansado y roto,
a veces triste y desilusionado,
a veces como al inicio,
te susurro y suplico:
Enséñame, Señor, tus caminos;
tus caminos verdaderos,
tus caminos desvelados y ofrecidos,
seguros, limpios y fraternos,
tus caminos de gracia, brisa y vida,
tus caminos más queridos,
tus caminos de «obligado recorrido»,
a contracorriente de lo que más propaganda ofrece,
que se recorren en compañía
y nos dejan a la puerta de tu casa solariega.
Llévame por tus avenidas de paz y justicia,
por tus rotondas solidarias y humanas,
por tus autopistas de libertad y dignidad,
por tus cañadas de austeridad y pobreza,
por tus sendas de utopía y novedad
y, si es preciso, campo a través siguiendo tus huellas
y por la calle real de la compasión y misericordia.
Y que, al llegar a la puerta de tu casa,
pueda lavarme y descansar en el umbral,
oír tu voz que me llama, y entrar
para comer y beber contigo
y sentirme hijo y hermano en el banquete
preparado por ti y tus amigos.
Y, después, salir,
con enrgía y esperanza redobladas,
a preparar tus caminos.
Florentino Ullibarri
Tomado de Alforjas de Pastoral
MEDITACIÓN
CARTA AL HOMBRE DEL DESIERTO
Querido hombre:
He escuchado tu grito de Adviento. Está delante de mí. Tu grito, hombre, golpea continuamente a mi puerta. Hoy quisiera hablar contigo para que repienses tu llamada. Hoy, hombre, te quiero decir: ¿Por qué “Dios” preguntas? ¿A qué “Dios” esperas? ¿Qué has salido a buscar y a ver en el desierto?
Escucha a tu Dios, hombre de adviento:
“No llames a la puerta de un ‘dios’ que no existe, de un ‘dios’ que tú te imaginas… Si esperas… ábrete a la sorpresa del Dios que viene y no del ‘dios’ que te haces… Tú, hombre, y todos los hombres, tienen siempre la misma tentación: hacer un ‘dios’ a la imagen de vosotros mismos. Yo te digo hombre, yo Dios de vivos, soy un Dios más allá de tus invenciones.
Tú, hombre, y tantos otros, salen a ver dónde está Dios… Se dicen: “aquí está” pero no lo ven, y se sienten desanimados porque Dios no está donde les dijeron…
Y Dios está vivo. Pero ustedes no tienen mentalidad de Reino: no descubren a Dios en lo sencillo. Les parece que lo sencillo es demasiado poco para que allí esté Dios. Sépanlo: Yo, el Señor Dios, estoy en lo sencillo y pequeño…
Hombre de hoy y de siempre: deja espacio a tu Dios dentro de tu corazón. Sólo puedo nacer y crecer donde mi palabra es recibida y escuchada.
Qué tranquilo te quedas, hombre, haciendo “lo que hay que hacer” porque “haciendo las cosas de siempre” evitas la novedad del Evangelio. Pero yo te digo que tu corazón queda cerrado, y tus ojos incapaces de ver el camino por donde yo llego. No te defiendas, hombre, como haces siempre. No te escondas bajo ritos vacíos. Salí a ver al Bautista en el Jordán. Allí vas a ver que los únicos no convertidos son siempre los que se saben justificar.
Hombre, si me esperas, deja de hacerme vos el camino, y emprende el camino que Yo te señalo por boca de los profetas. Abrí el corazón a mi Palabra.
Yo, tu Dios, hablé.
Tomado de Motivaciones.org
COMO VIVIR EN UN DESIERTO
La Plegaria es:
La oración es silencio para escuchar a Dios. A ese Dios que nos habla siempre en la vida, en los hombres, en los acontecimientos, y en el corazón. Sobre todo es escuchar a Dios en su Palabra. Y especialmente en su Palabra hecha hombre: Jesucristo.
Lo esencial de la oración es la presencia del Señor. El está. El no falla. El no se ausenta. Yo sí, me ausento, me voy, circulo y paseo… pero El ya sabe y está. En cuanto vuelvo, pienso en El, le miro, percibo que está. Esta seguridad es la que, a pesar de mis muchas limitaciones, y también dificultades… y maldades (¿por qué ocultarlo?) me ha hecho permanecer y me hará permanecer. Lo espero, con su gracia. Lo esencial es su presencia, callada o elocuente.
Cuando me ausento, sé que él me espera. Cuando me porto «a mi estilo» enseguida percibo que no puedo hacer oración. Pero en cuanto lo reconozco, le pido perdón a El y al hermano que ofendí e inmediatamente siento su perdón y su paz.
Lo esencial también es ser arcilla blanda y dócil que el Padre vaya modelando con la calidez y ternura de sus amorosas manos. Que me vaya modelando a imagen de su Hijo. Que, al percibir sus manos amorosas, mi respuesta sea de docilidad a su voluntad, sea de sentirme pobre y abandonado en sus manos.
Lo importante de la oración es la fe. Rezo porque no lo veo. Cuando por la Misericordia de Dios lo vea, lo veré tal cual es y gozaré mirando. Pero ahora, creo, sufro, me siento a esperar, clamo desde lo más profundo. Hay que encontrar el hilo conductor con el que la Providencia amorosa de Dios lo va llevando todo. Por esto… rara vez lo veo mientras vivo los acontecimientos, sino después que pasaron.
¿qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿qué interés se te sigue Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío,
pasas la noche de invierno a oscuras?
Oh, cuanto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! Que extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana
verás con cuanto amor porfía!
Y cuánta hermosura soberana,
Mañana le abriremos, respondía,
para lo mismo responder, mañana.
(Lope de Vega)
Toda oración ha de ser, al mismo tiempo un abandono total. Un hacernos obedientes a Cristo. Un darle todo nuestro amor y ofrecerle lo que somos y tenemos.
Vivir la gratuidad del amor, gratuidad para recibir y también para dar. El contemplativo es aquel que siempre tiene la plegaria en el pensamiento, en los labios o en su corazón. Y puede reconocer esta presencia de la oración en su vida, porque su corazón es acogedor, sin rencor, y de sus labios sólo salen palabras fraternas, amables, de paz… o palabras fuertes de defensa de la fidelidad al Señor o del amor a los Hermanos.
Padre Ignacio Larrañaga
Tomado de Motivaciones.org
CANTO
Ave María María josé Bravo
ÉL VENDRÁ Y TE SALVARÁ
VIDEO
Por los peregrinos de la esperanza – El Video del Papa 12 – Diciembre 2024