CITA
Refrán ingles, Los hechos, hablan con más fuerza que las palabras.
Santo Tomás, “La Ascensión de Cristo al cielo es directamente causa de nuestra ascensión, pues se incoa en nuestra Cabeza y a ésta deben unirse los miembros” (S. Th. III, 57,6, ad 2).
San Francisco de Sales Nuestro Salvador ha subido al cielo, donde vive y reina y quiere que un día vivamos y reinemos con Él. ¡Oh, qué triunfo en el cielo y qué dulzura en la tierra! Que nuestros corazones estén «donde está nuestro tesoro» y que vivamos en el cielo ya que allí está nuestra vida. A la Madre de Chantal. 31-5-1612. XV, 221-222
Pablo VI: «El mundo tiene necesidad de testigos más que de maestros».
Concilio Vat. II «Cada seglar debe ser ante el mundo testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús, y señal del Dios vivo» (Lumen gentium 38).
BENEDICTO XVI ” En el Cristo elevado al cielo el ser humano ha entrado de modo inaudito y nuevo en la intimidad de Dios; el hombre encuentra, ya para siempre, espacio en Dios. El “cielo”, la palabra cielo no indica un lugar sobre las estrellas, sino algo mucho más osado y sublime: indica a Cristo mismo, la Persona divina que acoge plenamente y para siempre a la humanidad, Aquel en quien Dios y el hombre están inseparablemente unidos para siempre”. Homilía 2009.
FRANCISCO – “La Ascensión no indica la ausencia de Jesús, sino que nos dice que Él vive en medio de nosotros de un modo nuevo; ya no está en un sitio preciso del mundo como lo estaba antes de la Ascensión; ahora está en el señorío de Dios, presente en todo espacio y tiempo, cerca de cada uno de nosotros”. Catequesis del 17.IV.13
Ruiz de Galarreta: «No tengo ni idea de lo que me espera tras la muerte, pero confío en que mi Madre me tenga preparado algo estupendo».
Rainiero Cantalamessa, “Jesús desaparece, sí, de la vista de los apóstoles; pero, para estar presente de otro modo, más íntimo, no fuera sino dentro de ellos.
Como él no ha abandonado al Padre viniendo a nosotros mediante la encarnación, así no se ha separado de nosotros para volver al Padre.
Si no es ya más visible, ¿cómo será creído en el mundo?, ¿cómo actuarán los hombres para creer en esta su presencia? La respuesta es: ¡él quiere hacerse visible a través de sus discípulos!”
Un autor ruso del siglo XX, en su testamento espiritual, escribió: “Observad más a menudo las estrellas. Cuando tengáis un peso en el alma, mirad las estrellas o el azul del cielo. Cuando os sintáis tristes, cuando os ofendan,… deteneos a mirar el cielo. Así vuestra alma encontrará la paz” (N. Valentini − L.ák (ed.), Pavel A. Florenskij. Non dimenticatemi. Le lettere dal gulag del grande matematico, filosofo e sacerdote russo, Milán 2000, p. 418).
F. Dostoievski «La vida es un paraíso, y todos estamos en un paraíso pero no queremos reconocerlo: porque si tuviéramos la voluntad para reconocerlo, mañana mismo se instalaría en todo el mundo el paraíso».
Evangelio apócrifo de Tomás: «Si cortas la leña, allí estoy yo; si levantas la piedra, allí estoy yo».
El cielo es el único bien que está al alcance de todas las fortunas. Autor desconocido
Qué pequeña me parece la tierra cuando miro al cielo. San Ignacio Loyola
Sucede con frecuencia que con tal ahínco deseamos ser ángeles del cielo que nos olvidamos de ser hombres de bien en la Tierra. San Francisco De Sales
PENSAMIENTO
«Si no puedes ser pino en la colina,
sé arbusto sobre el valle,
más sé el mejor arbusto junto al río…
Sé rama si no puedes ser árbol.
Si no puedes ser rama, sé césped
y alegra algún camino;
si quieres ser almizclero y no puedes, sé tilo,
más el tilo más bello junto al lago.
No podemos ser todos capitanes;
algunos han de ser tripulantes.
Hay algo para todos en el mundo,
hay obras grandes y obras más humildes por hacer.
Mas es la próxima tarea la que debemos emprender.
Si no puedes ser carretera,
sé una senda;
si no puedes ser sol, sé una estrella.
No es el tamaño como tendrás
éxito o tu fracaso;
más ¡sé el mejor de lo que seas!»
Douglas Malloch
CHISTE
QUIÉN QUIERE IR AL CIELO
ORACIÓN
Fray Luis de León. Oda, XVIII
«¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!»
Por unha casa común xusta, habitable e sostible Deus misericordioso e Creador de todo, loámoste polo don da Terra,
fogar de tantas formas de vida, Casa común de pobos, culturas e especies de viventes.
Témola convertido nun lugar inxusto.
Algúns consumen e contaminan máis ca outros.
Os máis pobres sofren os maiores impactos do cambio climático.
Por iso, pedímosche:
Axúdanos a acadar a xustiza climática e ecolóxica.
Que ninguén colla para si o que pertence a tod@s.
Que repartamos con equidade os bens do mundo.
Que, cunha vida simple, testemuñemos que a Terra é irmá e nai de tod@s.
Que respectemos os seus ritmos de rexeneración, para que sustente a todos os viventes da xeración presente e das xeracións futuras. Amén.
(Escrita en español por Daniel Castellanos Velasco, relixioso Misioneiro do Espírito Santo, Consultor espiritual no Movemento Laudato Si’. México. )
CONTO
CIERTO ERMITAÑO
Yendo de caza, dos nobles caballeros encontraron a un ermitaño que en una miserable choza llevaba una vida muy penitente, y le preguntaron: -¿Cómo te arreglas para poder estar aquí? ¿No experimentas melancolía y malestar? Respondió el ermitaño: -¡Oh, sí que lo experimento!, pero cuando sufro o estoy triste voy a aquella ventana – y señalaba la de la choza – y al momento hallo consuelo y aliento. Uno de aquellos caballeros fue a aquella ventanilla para ver qué había allá fuera, y dijo al ermitaño: -Querido mío, no veo nada. ¿Qué ves tú? ¿Qué cosa es esa que viéndola tanto te consuela? -¿Cómo? ¿No ve usted el cielo? – añadió el santo hombre – Esto es mi consuelo en las penas: la vista del cielo.
(Tomado del libro «Vademécum de Ejemplos Predicables»,
Mauricio Rufino, Ed. Herder, 1962, nn. 453)
ANÉCDOTA
TEXTOS DE LA CULTURA GRECOLATINA RELACIONADOS CON LA ASCENSIÓN.
A propósito de Hércules escribe Apolodoro en su Biblioteca Mitológica: “Hércules… se fue al monte Eta, que pertenece a los traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que la encendiesen (…) Mientras se consumía la pira cuenta que una nube se puso debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces alcanzó la inmortalidad…” (II, 159-160).
Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó tampoco en esta ocasión un ex-pretor que declaró bajo juramento que había visto que la sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos” (Vida de los Doce Césares, Augusto, 100).
Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por éste como esposa, murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su memoria una estatua de oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de Pantea y le tributasen los mismos honores que a Venus. El senador Livio Geminio, que afirmó haber presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en premio un millón de sestercios.
De Alejandro Magno escribe el Pseudo Calístenes: “Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo hasta el mar, acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió Alejandro en un sueño eterno» (Libro III, 33).
Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta Filóstrato que, según una tradición, fue encadenado en un templo por los guardianes. “Pero él, a medianoche se desató y, tras llamar a quienes lo habían atado, para que no quedara sin testigos su acción, echó a correr hacia las puertas del templo y éstas se abrieron y, al entrar él, las puertas volvieron a su sitio, como si las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío de muchachas que cantaban, y su canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo, marcha” (Vida de Apolonio de Tiana VIII, 30).
Sobre la nube véase también Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma I,77,2: “Y después de decirle esto, [el dios] se envolvió en una nube y, elevándose de la tierra, fue transportado hacia arriba por el aire”.
Tomado de José Luis Sicre
CANTO
Jesús Adrián Romero, Marcela Gándara – Tú Estás Aquí
Cómo olvidarte: ENRIQUE DA FONSECA
Un Corazón – Cielo En La Tierra