GALEGO
Evanxeo Mt 17, 1-9
O seu rostro resplandecía coma o sol
Naquel tempo, levou Xesús consigo a Pedro, a Santiago e a Xoán seu irmán, e subiu con eles sós a un monte alto.
Alí transfigurouse diante deles; o seu rostro resplandecía coma o sol; e os seus vestidos viraron brancos coma a luz.
Nisto aparecéuselles Moisés e tamén Elías, que estaban falando con el.
Pedro colleu a palabra e díxolle a Xesús:
‑ Señor, que bo sería ficarmos aquí! Queres que faga aquí tres tendas, unha para ti, outra para Moisés e outra para Elías?
Aínda el estaba falando, cando apareceu unha nube luminosa que os cubriu; e oíuse unha voz que dende a nube dicía:
‑ Este é o meu Fillo benquerido, o que me comprace; escoitádeo.
Ó escoitaren isto, os discípulos caeron debruzados, cheos de temor. Xesús, achegándose, tocounos e díxolles:
‑ Erguédevos, non teñades medo!
Levantando os ollos, non viron a ninguén fóra de Xesús.
Cando baixaban do monte, Xesús encargoulles:
‑ Non lle faledes desta visión a ninguén, ata que o Fillo do Home resucite de entre os mortos.
Palabra do Señor
CASTELLANO
Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 96
R/. El Señor reina, altísimo sobre la tierra
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta de Pedro (1,16-19):
Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: «Éste es mi Hijo amado, mi predilecto.» Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.
Palabra de Dios
Evangelio del domingo
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.»
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Palabra del Señor